Ignaz Philip Semmelweiss (1818-1856)
Médico ginecólogo austro húngaro, descubridor
de la asepsia médica, murió en la locura,
de gangrena, por una herida en un dedo.
Enzensberger, Hans Magnus, “Mausoleo”, Anagrama, 1977.
así como creían ser
o debían ser
en ese su siglo
que parece
no terminar nunca
limpios médicos
facultativos
del alma y cuerpo
brujos maestres
amos de la casa
en sucios hospitales
diéronse a hacer
de sus manos
fórceps
tijeras bisturíes
de cada mujer
un fantasma
de su sexo
un fantasma
(por fantasma se entiende
en medicina la pelvis
natural o artificial de mujer,
que forrada de cuero se utiliza
en las lecciones de aprendizaje
de técnicas de cirugía)
para cortar aprender
espiar su crimen
buscar en la mujer
efluvios
malos influjos
de sus frutos
que hacen grande
la muerte
y de gangrena mortal
por herirse un dedo
señala la mano
del médico
es la que mata
la mano que no se lava
las manos que se lavan
del toque necrófilo
protegeos
de los médicos
sus negras levitas
tesis recetas
de ministerio
aislado
en su locura
en su razón
a la muerte opuesto
a la razón
perseguido
por fantasmas
espías
enfermeros
grita
contra el silencio
en el silencio
de los pasillos
de la ciudad
de su celda
una onza
de cal de cloro
una solamente
bastaría
y limpios
y grandes hospitales
contra la sin piedad
la sin razón
la razón de los monstruos
engendra sueños
Ricardo Ruiz (Buenos Aires, 1953), huesos de otros vientos, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2015
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Foto: Ricardo Ruiz en FB
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