Los epígrafes de Melville
Herman Melville afanosamente transcribió
cuarenta epígrafes para la primera versión de su novela.
Desde el Génesis
hasta canciones ingenuas y apasionadas
de los marineros de Nantucket,
pasando por enciclopedias y obras menudas,
con el fin de justificar la ambición
de hacer brotar perfecto
en el cerebro de cada lector
que en el mundo ha sido
o será
el fantasma resoplante
de la ballena blanca.
Conjuro el mal que esa desmesura
pudo haber provocado
para que ella
se adelante
del fondo
del sueño de los hombres
y dance ante la historia
ingrávida y nueva
mortal y eterna
plena de lenguaje.
Así a nosotros nos sea dado
crear en la elusiva memoria
de algún desconocido
un residuo amable
de nuestra voz pasajera.
Miguel Gaya (Ayacucho, 1953), El alma y otros lugares, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2012
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Ilustración: Concetto spaziale, 1965, Lucio Fontana
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