El jueves, al término de la primera jornada de lecturas de poesía en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (Filba), el notable fotógrafo Daniel Mordzinsky realizó esta toma aprovechando unas chapas industriales de color azul. Parados, de izquierda a derecha, posan Jorge Fondebrider, Eduardo Mileo, Jorge Aulicino, José Villa, Teresa Arijón y Santiago Sylvester; agachado, Eduardo Ainbinder. La lectura fue mejor que estas poses, aunque un concurrente, más bien airado, expresó de viva voz que los autores habían leído "desganados". Se sugirió que tal vez no estuvieran conformes con la paga y se volvió a intentar: Fondebrider (organizador de las veladas, junto con Aulicino) propuso una segunda vuelta de lectura de poemas. El oyente disconforme no pareció conformarse. Desafortunadamente, no estuvo al día siguiente, viernes, cuando Daniel Durand y Javier Adúriz, en distintos modos y tonos, asumieron la quizá necesaria teatralidad del espectáculo. Los acompañaron, con todas sus ganas, aunque tal vez menos histriónicos, Carolina Esses, Gerardo Gambolini, Martín Prieto y el invitado internacional, el colombiano William Ospina. El sábado se cerró la que los organizadores presentaton como comprimida muestra de poesía argentina, con Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Juan Fernando García, Javier Cófreces e Irene Gruss. Ausente, el poeta y ex canciller Rafael Bielsa.
Estuve presente en la lectura del sábado. No haré comentarios sobre la calidad de lo leído, pues es algo que sin duda me excede. Sin embargo sí diré algo sobre la poeta "enojada con la vida", que se quejó por estar con la poesía en la carpa más pequeña en lugar de la más grande entragada con felonía a la narrativa; que se preguntó si querían cobrarle a ella alguna factura por ser la única mujer del grupo; que consideró una falta de respeto el ruido externo y que se hubiera superpuesto la lectura de la que participaba con el diálogo entre Padeletti y Monteleone realizado en otra sala privando así al público ¡y a ella misma! de la posibilidad de escucharlo; que frente a un requerimiento de uno de los coordinadores dijo "ah, no, eso es otro precio";y que no se privó de cuanto sarcasmo se le vino a mente mientras otros hablaban o leían. Sobre ella sí diré algo: lamento que haya sido convocada. Quizá para la próxima vez, no lo sea. Quizá, entonces, se queje en privado y se pregunte por qué, por qué, siempre plañidera y querulante.
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