32 Henry Street
tomo mi desayuno irlandés
esta gélida mañana en Galway
trivial como la vida misma
que poco sentido aguarda
cereal tostadas manteca suave y espesa
una montaña nevada mi mente se desliza
bajo la mesa donde me figuro estarían tus piernas
sólidas, son un leño al cual me aferro
en el medio de las olas si se avecina una tormenta
invoco el recuerdo de un sándwich de pepino
en un parque más verde incluso que tus ojos
como si esa hazaña fuera posible
o la ventana que da a la pradera
en esa casa heredada de mano en mano
donde viven mis amigos y todavía habita
el espíritu de la abuela y todos
los que murieron ahí
ese paisaje mínimo que entra en mi puño cerrado
aunque es brevísimo como una celda
luego, otra ventana más y más allá su peral
cuyas ramas arrullan el aire, pájaros
no sé quiénes son pero se me antojan gorriones
negros descienden al pasto para comer
algo que se oculta a mi mirada
ejercitan su equilibrio de trapecio pan y circo
desde los cables del teléfono
que a veces me concede la gracia
de regalarme tu voz del otro lado del mar
más amada por mí que ninguna otra lengua
yo los espío, el reflejo a contraluz no me delata.
Leonor Silvestri (Buenos Aires, 1976)
tomo mi desayuno irlandés
esta gélida mañana en Galway
trivial como la vida misma
que poco sentido aguarda
cereal tostadas manteca suave y espesa
una montaña nevada mi mente se desliza
bajo la mesa donde me figuro estarían tus piernas
sólidas, son un leño al cual me aferro
en el medio de las olas si se avecina una tormenta
invoco el recuerdo de un sándwich de pepino
en un parque más verde incluso que tus ojos
como si esa hazaña fuera posible
o la ventana que da a la pradera
en esa casa heredada de mano en mano
donde viven mis amigos y todavía habita
el espíritu de la abuela y todos
los que murieron ahí
ese paisaje mínimo que entra en mi puño cerrado
aunque es brevísimo como una celda
luego, otra ventana más y más allá su peral
cuyas ramas arrullan el aire, pájaros
no sé quiénes son pero se me antojan gorriones
negros descienden al pasto para comer
algo que se oculta a mi mirada
ejercitan su equilibrio de trapecio pan y circo
desde los cables del teléfono
que a veces me concede la gracia
de regalarme tu voz del otro lado del mar
más amada por mí que ninguna otra lengua
yo los espío, el reflejo a contraluz no me delata.
Leonor Silvestri (Buenos Aires, 1976)
leyendo los poemas de gerard smith y de leonor silvestri. por las preguntas, también por las respuestas.
ResponderBorrarConversation
The tumult in the heart /keeps asking questions. /And then it stops and undertakes to answer /in the same tone of voice. /No one could tell the difference.
//Uninnocent, these conversations start, /and then engage the senses, /only half-meaning to. /And then there is no choice, /and then there is no sense; //until a name /and all its connotation are the same.
Elizabeth Bishop
Al lado de la Bishop, más vale guardarse. La única habilitada, creo, es Mirta Rosenberg, Irene
ResponderBorrarbueno, Irene, yo no quise estar al lado
ResponderBorrarsolo me toco, es mas no se quien es el, como el tampoco sabe de mi.
que bueno que andes entregando credenciales diciendo quien puede y quien no
te felicito
Para muestra bastan los botones: "...invoco el recuerdo de un sándwich de pepino
ResponderBorraren un parque más verde incluso que tus ojos
como si esa hazaña fuera posible..."
La poesía argentina actual está salvada, eh.
Aulicino, aflójele al cariño que le tiene a algunos poetas y sea tan selecto como siempre, porfi. Los cariñosos lectores se lo agradecerán.
Bueno, aflojaré
ResponderBorrarLa poesía argentina actual está salvada, en caso de que se interesen en leer buena poesía. Les recomiendo a Diego Carballar, por ejemplo y les paso su blog: http://punkipelus.blogspot.com/
ResponderBorrarPor mi parte, no me considero un exponente de la poesía actual, ni joven ni nada de esas tonteras. Ni tengo a favor el cariño de nadie, gracias a mi poco tacto en lo que son las amistades culturales. Me pregunto, los poetas tienen que salvar algo?
A estas alturas creo que todo ser humano lo único que quiere salvar es su culo. Y me parece totalmente comprensible.
Lo mejor: leer a Jorge, el editor del blog. Hay poesías de Leonor (no justamente ésta) que son realmente buenas y tiene un trabajo interesante abordado desde la traducción, o lean Catulo; puede juzgarse de todas las formas posibles, pero no deja de ser interesante. Dudo que ella quiera redimirse con esta poesía, quizás lo haya logrado con otras.
Saludos.