En primer lugar, lo a-sensato del sentido. ¿Qué es el sentido que crean los seres humanos? Es aquel viejo rey Lear que trata de encontrar una manera sensata de transmitir el poder y de compartir su reino entre sus tres hijas, a quienes ama. Entonces las llama y las dos primeras le expresan aquello que por excelencia da sentido a la vida humana, es decir, el amor de unos hacia otros y especialmente el amor de los padres para con los hijos y de los hijos para con los padres. Regan y Goneril, entonces, pronuncian discursos sensatos por excelencia: son hijas que aman, adoran a su padre, dicen que harían cualquier cosa por él, en largos discursos muy bien construidos. Y la respuesta del rey Lear es sensata: a cada una le tocará un tercio del reino. Y luego viene Cordelia, asqueada por todos estos discursos sensatos, doblemente sensatos incluso: aparentemente sensatos en sentido filial y realmente sensatos en sentido comercial -estamos en 1600-, en sentido de interés. Y de un modo también sensato, pero diferente, ella dice, a grandes rasgos: usted es mi padre y yo lo amo como hija, y no tengo nada más para decir. Lear, entonces, en una reacción humana, completamente sensata, se ofusca con violencia: ¡Cómo! ¿Es todo lo que tienes para decirme? ¿No se te ocurre nada más? ¡Pero cómo! Un amor debe expresarse.
(...)
Las cosas comienzan a desarrollarse entonces de una manera completamente sensata y completamente atroz, completamente insensata. Todos serán destruidos en la historia.
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Y todos los sentidos particulares con que estas acciones humanas estaban hechas desembocan en esta totalidad a-sensata cuyo desenlace es la piedad y el horror a través de los cuales se cumple esta serie de actos importantes y perfectos, y la kátharsis de las pasiones nacidas en el alma de los espectadores. Esto es lo a-sensato del sentido. Y lo sensato de lo a-sensato es que, finalmente, si hay un sentido en nuestra existencia, es éste. Vayan a ver Lear, Macbeth, Edipo: el sentido es eso.
Cornelius Castoriadis (Estambul, 1922-París, 1997), Ventana al caos, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008.
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