Condolencia de un dejado de la mano de Dios
Cuánta subjetividad así metida tan adentro de su cuerpo
y este cuerpo tan metido en entretelas y entrecueros
y esta cosa
entregada al oscuro silencio de algún cuarto
y este cuarto tan perdido
en la soledad horizontal de las grandes propiedades
en el corazón sublime de Buenos Aires.
Cuánta subjetividad que no levantará jamás su párpado
sobre el terror de este cuerpo
que respira en la noche de Buenos Aires
el aire seco de su propia extrañeza.
Cuánta alma que es como una gota
una humedad que quiere ser bebida
por algún labio
por un labio y no otro
por un labio que la olvida
por un labio y no otro
que olvida ser un labio y está lejos.
Cuánta pasión que reclama con ahínco su contrario
para asomarse sobre el risco de la soledad
cuánto infortunio, amore mío, cuánta luz
en la sombra, sin alumbrar a nadie
y cuánto tenebroso y necesitado de esa luz.
Veinte años de poesía argentina, Francisco Urondo, Galerna, Buenos Aires, 1968
*
Cuánta subjetividad así metida tan adentro de su cuerpo
y este cuerpo tan metido en entretelas y entrecueros
y esta cosa
entregada al oscuro silencio de algún cuarto
y este cuarto tan perdido
en la soledad horizontal de las grandes propiedades
en el corazón sublime de Buenos Aires.
Cuánta subjetividad que no levantará jamás su párpado
sobre el terror de este cuerpo
que respira en la noche de Buenos Aires
el aire seco de su propia extrañeza.
Cuánta alma que es como una gota
una humedad que quiere ser bebida
por algún labio
por un labio y no otro
por un labio que la olvida
por un labio y no otro
que olvida ser un labio y está lejos.
Cuánta pasión que reclama con ahínco su contrario
para asomarse sobre el risco de la soledad
cuánto infortunio, amore mío, cuánta luz
en la sombra, sin alumbrar a nadie
y cuánto tenebroso y necesitado de esa luz.
Veinte años de poesía argentina, Francisco Urondo, Galerna, Buenos Aires, 1968
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Este Sophenia fíjese: renunció a su glamorosa condición de varietal Merlot liviano y largo de nariz, a los sabores perfiditos que le hacen arrugar el ceño al austero Cabernet, y también al joie de vivre gay con el cual sedujo siempre este cepaje. Ahora bien, ¿para qué renunció, a cambio de qué cosa? Sólo para adquirir ese color púrpura oscuro New World Wine que por lo monótono y siempre igual aburre a tanta gente en todo el mundo. "No entiendo más al mundo ni lo que en él sucede", dijo el filósofo Baudrillard. Tras lo cual dijo sopermi y se las tomó del mundo de los vivos.
Anuario Brascó/Portelli 2007-2008 de los vinos argentinos, Simposium, Buenos Aires, 2007
Miguel Brascó (Sastre, Argentina, 1926-Buenos Aires, 2014)
Foto: Radio Nacional
Actualización: 2019
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