Salmo
Nunca se equivocaron
los Viejos Maestros.
W. H. Auden
El mundo existe, las cosas existen:
la piedra, el sol, el aire,
el pájaro en vuelo
y la primavera en la rama.
Cuando el desánimo nos abate
la memoria se encarga de recogerlos
y forma con sus semillas
el volcán y la rosa, la cantera y el sonido.
También la ola, el claro del bosque,
las iglesias góticas
y los campos de lavanda
nos salvan de la tristeza.
Eso lo sabían los Viejos Maestros,
y amaban la perspectiva,
los álamos de Italia
y la sal de la tierra.
Eran incansables: repetían
el oro brillante y la esfera celeste,
las nubes en el cielo
y el suelo bajo los pies.
Que lo visible perdure,
que lo incontable renazca:
eso debatían en los talleres,
y en las telas abundan colinas, iglesias, árboles.
Rafael Felipe Oteriño (La Plata, Argentina, 1945)
Editorial Pre-Textos,
Valencia, 2023
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Foto: La Región, Ourense, Galicia
Siempre sobrio Oteriño. Salute! Alfredo Lemon
ResponderBorrarEs tan desmesurado ver caer a un niño del cielo. Me hace pensar en la ironía de Auden en ese epígrafe, que alude al sufrimiento y su “posición humana”.
ResponderBorrarBellísimo y profundo poema
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