Libro 2
Domingo en el Parque
II
Bloqueados.
(Haz una canción con eso: concretamente)
¿Por quién?
En medio se levantó una iglesia masiva . . Y entonces todo vino a mí—que aquellas pobres almas no tenían nada en el mundo, salvo esa iglesia, entre ellos y la pétrea, malagradecida y poco prometedora mugre en la que vivían . . . . . .
El efectivo es una estafa para ellos que otros vivan
seguros
. . y el conocimiento restringido.
Un aburrimiento orquestal cubre su mundo
Los veo—el Senado intenta bloquear Lilienthal y repartir “la bomba” entre unos pocos industriales. No creo que tengan éxito pero . . eso es lo que quiero decir cuando me niego a exaltarme con el grito ¡Comunista! que usan para enceguecernos. Es aterrador pensar con qué facilidad podemos ser destruidos, unos pocos votos. Aun cuando el comunismo sea una amenaza, ¿son los comunistas peores que los bastardos culpables de intentar socavarnos de este modo?
Saltamos de la cama y lo que vemos
nos mata .
¡Que el terror de vuelta el mundo!
Faitoute, hastiado de sus diversiones pero presuntuoso de las mujeres,
sus recompensas, parado de espaldas
al foso de los leones,
(donde los amantes
ebrios duermen, ahora, ambos)
indiferente,
comenzó a vagar otra vez—un pie detrás del otro hacia el exterior
hacia el vacío . .
Allá arriba.
El policía apunta.
Un cartel clavado
en un árbol: Mujeres.
Puedes ver figuras
moviéndose detrás de la Cortina de árboles y, a
mano, la música estalla de golpe.
Caminando —
se
dejó un área estrecha en la base de la atalaya cerca de los orinales. Esta
es la línea del Señor: Varios bancos rotos
distribuidos en una hilera curva contra los arbustos
de cara al suelo llano, bancos donde
algunos niños han sido prevenidos por otros
contra la huida .
Tres hombres de mediana edad con sonrisa de hierro
están parados detrás de los bancos—conteniendo (vigilando)
a los niños, los niños y varias mujeres—y
sosteniendo,
un cuerno, clarinete y trombón,
por separado, en sus manos, quietos.
También hay,
un órgano portátil tocado por una mujer . .
Frente a ellos un viejo,
con largo flequillo canoso, cabeza descubierta,
su cráneo calvo refleja la luz del
sol y en mangas de camisa, comienza ha
hablar—
¡llamando a los pájaros y a los árboles!
Saltando de alegría en su éxtasis sonríe
en el vacío azul, hacia el este, sobre el parapeto
hacia la ciudad . .
. . . . . . .
William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto
Book Two
Sunday in the Park II
Blocked. /(Make a song out of that: concretely) /By whom? //In its midst rose a massive church . . And it all came to me then—that those poor souls had nothing else in the world, save that church, between them and the eternal stony, ungrateful and unpromising dirt they lived by . . . . . //Cash is mulet of them that other may live /Secure /. . and knowledge restricted. //An orchestral dullness overlays their world //I see they—the Senate, is trying to block Lilienthal and deliver “the bomb” over to a few industrialists. I don’t think they will succeed but . . that is what I mean when I refuse to get excited over the cry, Communist! they use to blind us. it’s terrifying to think how easily we can be destroyed, a few votes. Even though Communism is a threat, are Communists any worse than the guilty bastards trying in that way to undermine us? //We leap awake and what we see /fells us . //Let terror twist the world! //Faitoute, sick of his diversions but proud of women, /his requites, standing with his back /to the lion’s pit, //(where the drunken /lovers slept, now, both of them) //indifferent, /started again wandering—foot pacing foot outward
/into emptiness . . //Up there. /The cop points. /A sign nailed /to a tree: Women. //You can see figures /moving beyond the screen of the trees and, close /at hand, music blurts out suddenly. //Walking — //a /cramped arena has been left clear at the base /of the observation tower near the urinals. This /is the Lord’s line: Several broken benches /drawn up in a curving row against the shrubbery /face the flat ground, benches on which /a few children have been propped by the others /against their running off . //Three middle aged men with iron smiles /stand behind the benches—backing (watching) /the kids, the kids and several women—and /holding, /a cornet, clarinet and trombone, /severally, in their hands, at rest. /There is also, /played by a woman, a portable organ . . //Before them an old man, /wearing a fringe of long white hair, bareheaded, /his glabrous skull reflecting the sun’s /light and in shirtsleeves, is beginning to /speak— //calling to the birds and trees! //Jumping up and down in his ecstasy he beams /into the empty blue, eastward, over the parapet /toward the city . . /. . . . . . .
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