jueves, abril 07, 2011
Jude Nutter / El cuarto hombre
El Cuarto Hombre
Sé que durante esa larga y tortuosa marcha de 36 horas por las montañas anónimas y los glaciares de Georgia del Sur, a menudo me pareció que éramos cuatro, no tres. No dije nada al respecto a mis compañeros, pero más tarde Worsley me dijo: “Jefe, en el camino tuve la sensación extraña de que había otra persona con nosotros”. Crean confesó haber tenido la misma idea. Uno siente “la escasez de las palabras humanas, la dureza del lenguaje de los mortales” al tratar de describir lo intangible…
—Ernest Shackleton
Olvida lo que sabes sobre el Endurance
cercado por el hielo: la tripulación flotando a ciegas
en él durante meses, sus perros
matados uno a uno; las traiciones diarias del pánico
y la desesperación. El coraje es el cuerpo que crea,
a partir de la violenta ternura de la imaginación,
una visión de sí como algo posible.
Lo que importa es cómo esos tres hombres permanecieron callados,
cada uno sometiéndose, en secreto, a su propia necesidad.
Más tarde, llamarían al cuarto entre ellos
Providencia. Pero yo digo
que fue el trabajo del cuerpo y estoy segura
que cada corazón se abrió esperanzado mientras la nieve
volaba ligera con un siseo bajo una bota;
cuando las rocas, sueltas, se desprendían ladera abajo;
en cada sombra atrapada al límite de la visión.
Y estoy segura
que darse vuelta y no encontrar nada era más fácil de soportar
que cualquier evidencia que pudieran haber descubierto
caminando con ellos. El cuerpo no es el único terror
por lo cual moldeamos la salvación, sino
la única soledad de la que nada sabemos.
Por eso hacemos el amor, y soñamos
en imágenes; por eso hacemos arte, voraces
de plegarias a nuestra imagen y semejanza. Por eso cada hombre
despertaba, de tanto en tanto, a su propia ficción. Y creia que era cierta.
Esta mañana, después de soñar
en las horas tempranas, oscuras y sin acercarme más
a este cuerpo, que soporto sola, caminé hasta el río
donde las garzas azules flotaban sobre sus reflejos
como apariciones y ¿no es esto igual que la carne?
pensé: flotar como el espectro de sí misma
por encima de la prueba de su existencia.
Jude Nutter (North Yorkshire, Inglaterra, residente en los Estados Unidos desde 1980),The Curator of Silence, University of Notre Dame Press, 2006
Versión de Silvia Camerotto
The Fourth Man//I know that during that long and racking march of 36 hours over the unnamed mountains and glaciers of South Georgia, it seemed to me often that we were four, not three. I said nothing to my companions on the point, but afterwards Worsley said to me, ‘Boss, I had a curious feeling on the march that there was another person with us’. Crean confessed to the same idea. One feels ‘the dearth of human words, the roughness of mortal speech’ in trying to describe things intangible…//—Ernest Shackleton//Forget what you know of the Endurance /assailed by ice: her crew floating blindly /inside her for months, their dogs slaughtered //one by one; the daily betrayals of panic /and despair. Courage is the body creating, /from the violent tenderness of the imagination, //a vision of itself as something possible. /What matters is how those three men kept silent, /each one submitting, in secret, to his own need. //Later, they would name the fourth one among them /Providence. But I say /it was the body’s work and am certain //that each heart opened hopefully as the snow /blew loose with a hiss from under someone’s boot; /when rocks, dislodged, spit away down slope; //at every shadow caught on the edge of vision. /And I am certain /that turning around to find nothing was easier to bear //than any evidence they might have discovered /walking among them. The body is not the only /terror out of which we fashion salvation, but it is //the one loneliness about which we know nothing. /It’s why we make love, and dream /in pictures; it’s why we make art, ravenous //for prayers in our own likeness. It’s why each man /woke, off and on, to his own fiction. And believed it true. /This morning, after dreaming //in the dark, early hours and coming no closer /to this body, which I endure alone, I walked to the river /where the blue herons hung like apparitions //above their reflections and isn’t this just /like the flesh, I thought: to float as the ghost of itself /above the proof of its existence.
Ilustración: Wolves Hunting an Explorer, 1900, H. Morgal
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Esta poeta es una montaña; inalcanzable. Gracias, editor y Camerotto, Irene G.
ResponderBorrarHermoso poema, gracias en verdad. Nieves
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