Cosas que ocurrieron el 17 de octubre
El automóvil se lanzó a la carrera con un ronquido impresionante.
El Intendente visitó esta tarde los barrios obreros húmedos y rencorosos.
A los 20 años sólo creíamos en el arte, sin la vida, sin la revolución.
Volveremos a las usinas, al olor de la multitud, a los descarrilamientos.
A las 5.7 estalló una bomba frente al Banco de Boston.
A las 5.17 el tranvía cayó al Riachuelo.
El Restaurant Reis queda en Río de Janeiro.
¿Nise o Nice, se llamaba la mujer de Mario Magalhaes?
El tranvía escapaba por el morro la oruga tierna, luminosa.
Pero al fin se dio vuelta en el recodo y se perdió.
Y así se perdió y así se pierde casi todo en el mundo.
Cuando volví mis viejos compañeros habían desaparecido.
Los niños juegan en la alfombras y ellos no saben nada.
("¡Fuego, fuego! La casa se quema. Vienen los bomberos").
Los enanos juegan en los calveros de los grandes bosques.
He hecho de mi querida una verdadera camarada.
Me bebo un seco de Gordon, bailo un blues, me enamoro de algunas chimeneas
y me río de los millonarios.
El pobre hombre dijo cuatro palabras y cayó muerto acribillado.
El coronel entregó personalmente cinco pesos a cada soldado.
Le habían dicho: "Mañana, al alba, será usted fusilado".
Los otros condenados aullaron agarrados a las rejas.
Tres niñas de la Sociedad van a ser presentadas al Príncipe de Gales.
El Parque amaneció cubierto de preservativos.
Josefina II ha pasado recién como un silbido.
Se acercará al muelle y las lindas muchachas bajarán, de sombrilla.
¡Qué macanudo!
("¡Fuego, fuego! La casa se quema. Vienen los bomberos."
"Sofá. Cama. Sopa. Cada nabo soso. La bola va sola.")
El hombre fusilado debe estar ya medio podrido en la Chacarita.
América Scarfó le llevará flores, y cuando estemos todos muertos, muertos,
América Scarfó nos llevará flores.
Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "Todos bailan", 1934, La luna con gatillo. Selección de poemas líricos, sociales y políticos, tomo I, Editorial Cartago, Buenos Aires, 1957
Uno de los otros 17 de octubre
Antes de que sucediera el 17 de Octubre, que para los argentinos es el único y significativo 17 de octubre (sea que se lo recuerde con un retorcimiento de intestinos, como jornada épica o, pulcramente, como el comienzo de una era), el poeta Raúl González Tuñón había escrito el poema “Cosas que ocurrieron el 17 de octubre” (publicado en Todos bailan, en 1934). Puede considerarse un poema significativo en la obra de Tuñón, pues en él dice, al comienzo: “A los 20 años sólo creíamos en el arte, sin la vida, sin la revolución. / Volveremos a las usinas, al olor de la multitud y los descarrilamientos.” El poema es digresivo. Parece que va a enumerar hechos que sucedieron en un sólo día (por eso eligió un día cualquiera, y ese “día cualquiera” de Tuñón se opone tenazmente en la historia al día excepcional, el día épico, que se designa del mismo modo, pero con mayúsculas: el 17 de Octubre); parece que va a enumerar cosas sucedidas en el mismo día, noticas del mismo día, sin orden ni concierto, incluso parece que va a enumerarlas hora por hora, pero enseguida se dispersa: “El Restaurant Reis queda en Río de Janeiro: /¿Nise o Nice, se llamaba la mujer de Mario Magalhaes?”. Y esto sólo viene a cuento de la mención del tranvía que cayó al Riachuelo en los años de juventud de Tuñón *, suceso que cubrió como periodista de Crítica; viene a cuento porque el tranvía, la palabra tranvía, probablemente le evocó un tranvía subiendo como una oruga por el morro en Río. La propia cabeza del poeta funcionaba como un caleidoscopio, disgregando y recomponiendo fragmentos en distintas figuras. De esa manera funcionan las noticias. Si Tuñón hubiese enumerado hechos reales o imaginarios ocurridos en sólo un día, habría logrado el mismo efecto caleidoscópico. El hecho de que además agregue a la mezcla sus propios fragmentos crea una sensación vertiginosa: la memoria, haciendo su juego disperso, hace más ilusoria cualquier enumeración. Este poema de Tuñón es también una odisea al estilo joyceano. El día, con sus picos y forestas, mares y hielos flotantes, se hundirá en la nada, con aquellos “glaciares del olvido” que a su vez Borges mencionó. Casi irónicamente, cierra el poema Tuñón con la referencia al anarquista Severino Di Giovanni (“el hombre fusilado”), a quien su mujer llevará flores; a todos, dice, cuando estemos muertos, América Scarfó nos llevará flores. Y así termina ese otro 17 de octubre cualquiera, pleno de sentidos entrelazados, como el 17 de Octubre.
Jorge Aulicino
Revista Ñ, 24.1.2009
* El tranvía no cayó al Riachuelo un 17 de octubre, sino el 12 de julio de 1930. El accidente se debió a que el puente Bosch, en el límite sur de la ciudad, estaba levantado. Se supone que el conductor quiso frenar pero los frenos, gastados, no respondieron. La niebla acortaba la visión. Murieron 56 personas de un pasaje de 60. Tuñón tenía 25 años y trabajaba en Crítica. Cuatro periodistas de ese diario cubrieron el accidente. La crónica de Tuñón es recordada porque se detuvo en el detalle del sandwich de milanesa que un "obrerito" llevaba en el bolsillo de su abrigo.
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Foto: Archivo General de la Nación.
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