viernes, agosto 28, 2009
Alberto Girri / De "Lo propio, lo de todos"
Desde Kierkegaard
Hundimos -¿o se lo sumerge?-
el dedo en la tierra,
y es
para tranquilizarnos, averiguar
en qué nos apoyamos,
pero tentados
hacia probables semejanzas, acuciados
por el solo gusto de obtenerlo,
nos atrae emprender idéntica
operación en la existencia,
y es lastimoso, adverso:
el dedo sumergiéndose
en la existencia -¿escarbando en ella?-,
y sin impregnarse de nada,
ni siquiera
detectar a quién dirigirnos e indagarle
qué nos trajo aquí y después nos desechó,
cómo tomamos interés
en una empresa llamada realidad,
y si Alguien la conduce.
Nada
de lo que se hiciera entonces
amendrentará,
envolverá, manifiestamente,
un recaer del universo
de nuestras dilatadas, constantes
prácticas en las análogas pruebas, resoluciones,
donde todo fue ya examinado,
donde a lo sumo
nuestros balbuceos, fintas, no exigen
ir más allá de amagos de pobrísima sustancia,
optar entre que una ventana
lleve o no cortinas,
que un armario
tenga o no coloración oscura, reflejo
de hiel, viejas cóleras,
o roja, viveza de la impaciencia.
Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Lo propio, lo de todos", Obra poética IV, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1984
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Ilustración: Jorge Macchi, Match, 2007
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"Basta que un poeta como Girri salga bruscamente de la realidad temporal y trate de observarla, para que las apariencias del mundo se desmoronen y revelen su esencial vacuidad" (Luis Alberto Vittor, "Simbolismo e iniciación en la poesía de Alberto Girri", Ed. Fraterna, 1990)
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