Pues, del mismo modo, la ciudad de menguada población no será autosuficiente (y la ciudad ha de ser autosuficiente), al paso que otra de excesiva población, por más que pueda bastarse en sus necesidades, será como un conglomerado étnico, pero no será una ciudad, ya que no le será fácil tener un gobierno constitucional. ¿Quién podrá, en efecto, ser general de una multitud tan considerablemente excesiva, o quién podrá ser su heraldo, a menos de tener una voz estentórea? La ciudad mínima, por lo tanto, requiere de un mínimo de población que pueda bastarse a sí misma para vivir una vida decorosa en una comunidad política.
Aristóteles, Etica Nicomaquea. Política, Traducc. Antonio Gómez Robledo, Editorial Porrúa, México, 1994
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