sábado, mayo 12, 2007

Sergio Esenin, Vladimiro Maiacovski / Duelo




Fotos: Esenin- Maiacovski








En pleno proceso revolucionario en Rusia, el poeta Sergio Esenin apareció colgado en el hotel Inglaterra, en Leningrado, las venas cortadas. Esénin, poeta del lar, de la aldea, había virado hacia la poesía revolucionaria y su muerte causó un enorme impacto. Vladimiro Maiacovski, líder del futurismo y en términos teológicos, oficialista, se sintió obligado a contrarrestar el efecto dramático y político de este suicidio. Su artículo "Cómo se hacen los versos" es, al estilo de "Método de composición", de Poe, una explicación de cómo fue concebido su poema "A Sergio Esénin", y, sobre todo, de por qué. Maiscovsky relata: "Su fin afligió sencillamente, humanamente. Pero de pronto su muerte me pareció algo completamente natural y lógico. Me enteré de la noticia de noche. Mi aflicción posiblemente hubiese continuado hasta ir calmándose, pero a la mañana siguiente los diarios publicaron las estrofas de su poema póstumo, que finaliza así: En esta vida, vivir no es cosa nueva / Pero vivir tampoco es novedoso. Después de estas estrofas, la muerte de Esenin -sigue Maiacovski- se transformó en un hecho literario. Era evidente que este poema fuerte precisamente haría vacilar a muchos y los podría conducir al suicidio". Y enseguida: "De esta manera y por esta razón los poetas de la URSS recibieron el encargo social de escribir sobre Esénin. El encargo era excepcional, importantísimo y urgente, pues las estrofas de Esénin comenzaban a obrar rápido y con puntería" (Maiacovski, Obras escogidas, traducción de Lila Guerrero, Editorial Platina, Buenos Aires, 1957).
Maiacovski, quien a su vez se suicidó en 1929, asumió el encargo y produjo una larga réplica al autoepitafio de Esenin. El poema de Maiacovski concluye con una paráfrasis de los versos finales de la despedida de Esenin.


HASTA LA VISTA...

Hasta la vista, amigo mío, hasta la vista.
Querido mío, estás en mi pecho.
La predestinada separación
promete una cita en el porvenir.

Hasta la vista, amigo mío, sin dar la mano, sin palabras.
No te afijas; no pongas tan triste el ceño.
En esta vida el morir no es cosa nueva;
pero el vivir —seguro— es menos novedad.

(Escrito con sangre en la noche del 27 de diciembre de 1925, en Leningrado)

Sergio Esenin, Ediciones M. Segura, Buenos Aires, Argentina, 1958
Traducción de Vera Vinogradova. Arreglo de Octavio Corvalán. 
Vía Nostalgias Imperiales

*

A SERGIO ESENIN

Usted se fue,
como se dice,
al otro mundo.
¡Qué vacío!
Vuela usted
hasta incrustarse en las estrellas.
No lo ayuda ya
ni el dinero
ni el bodegón.
¡Sobriedad pura!

No, Esénin, no me burlo.
En la garganta
el dolor ajusta un nudo
y no es la risa...

Yo veo
sus brazos colgando
y su mano cortada,
balanceando la propia bolsa de sus huesos.
¡Qué hace!
¡Deje!
¿Está usted en su juicio?
Dejar que las mejillas
se cubran de tiza mortal.
Si usted sabía cantar
como nadie en este mundo.
¿Por qué?
¿Para qué?
Se encogen asombrados
los críticos rezongan -Es el vino,
es aquello
o lo de más allá.
Y como resultado, mucho vino y cerveza.
Cambiando
la bohemia por la "clase",
la clase tendría influencia sobre usted
y no habría por qué pelear.
¿Y la "clase" acaso
calma la sed con limonada?
La clase no es idiota,
sabe beber.
Es decir
si contase con el apoyo
de algunos de los del Puesto (1)
tendría otra orientación
y usted escribiría cada día
cien estrofas fatigantes y largas
como las de Doronin.
A mi juicio, realizándose semejante pesadilla
usted igual se colgaría.
Es mejor morir de vodka
que de aburrimiento.
No revelarían
la causa de esta pérdida
ni la cuerda
ni el puñal suicida.
Tal vez si hubiese tinta en el hotel Inglaterra
no tendría razones
para cortarse las venas.
Los imitadores se alegraron -¡Bis!
Contra él
casi un pelotón entero
pareciera haber realizado el atentado.
¿Para qué aumentar el número de suicidas?
Mejor aumentar la cantidad de tinta.

Ahora se cerraron los labios para siempre.
Inoportuno
y penoso
es hablar de estos misterios.

Al pueblo,
al creador del idioma,
se le ha muerto
un sonoro
cantaor
vicemaestro.

Y llevan los versos viejos al velorio,
sacados de otro entierro,
casi sin rehacer,
sin afilar las rimas.
¿Acaso
así se debe rendir homenaje a este poeta?
A usted
aún
no le han erigido monumento.
¿Dónde está el bronce sonoro
o las aristas de granito?
Al pie del monumento ya han dejado
homenajes y dedicatorias.
Su nombre
ya lo bordan con mocos en todos los pañuelitos.
Sus versos los entona cantando Sóbinov
saliendo detrás de un abedul de decorado.
"Oh amigo mío
ni palabras ni suspiros".
¡Eh!
Hablaría yo de otra manera
con ese Leónidas Lohengrinóide!
Me levantaría
aquí
estridentemente escandaloso -¡No permito
babear ni ajar el verso!
Los dejaría sordos con un silbido de tres pisos
y los mandaría a casa de su madre, de Dios y de su abuela.
Hasta destrozar esa mediocridad insoportable.
Hasta hacer trizas al bigotudo Kógan
clavado con lanzas más agudas que sus bigotes retorcidos.

Lo malo
por desgracia
es lo que más abunda.
Asuntos hay muchos
sólo hace falta tiempo.
Hay que transformar
primero la vida;
transformada,
la podremos cantar.

Nuestro tiempo
es difícil para la pluma.
Pero decídme vosotros,
mutilados y lisiados,
dónde,
cuándo
y cuál de los grandes
eligió el camino más gastado y más fácil.
Verbo,
comandante en jefe de la fuerza humana,
¡march!
Para que el tiempo quede atrás hecho girones
y únicamente el viento
despeine los mechones de pelo alborotado.
¡Para la alegría nuestro planeta
está poco preparado!
Debemos arrancar la alegría
a los días venideros.
En esta vida
morir es cosa fácil.
Hacer vida
es mucho más difícil.

Vladimiro Maiacovski,  Obras escogidas, traducción de Lila Guerrero, Editorial Platina, Buenos Aires, 1957

(1) "Puesto": Órgano de la Asociación de Escritores Proletarios.

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