sábado, septiembre 07, 2024

Franco Fortini / Une tache de sang intellectuel




Una mancha de sangre intelectual
que el sol nunca seca. "¡Oh, qué quieres hacer!"
me gritan los compañeros valerosos
altos entre banderas y las sustancias reales
de la fiesta de los cuerpos naturales
de lucha y amor verdadero.

"Quiero existir y que me lo perdonen"
respondo, desde aquí abajo, desde el calabozo.
"Incluso como las visceras del animal destazado
incluso como sangre coagulada en el polvo.

Incluso el ciego nato puede ver dentro de sí el relámpago
y hablar de eso con gestos imperfectos
y su discurso encadenado
puede aterrorizar y puede entreabrirse.
Y los que siempre han negado la aventura.
pueden no lejos de nuestras casas
descubrir una tierra de milagro."

"Oh, qué esperas", me gritan los vivos
impetuosos todavía entre las vendimias.
“Vive tu día”, gritan, bocas en el sol.

“Ningún orgullo”, respondo, “¡queridos amigos míos!
Y sería dulce para mí estar también.
donde ustedes están. Pero a cada uno sus armas.
A ustedes el fuego alegre y el vino fraternal
para mí la esperanza penetrante en la noche."

Franco Fortini (Florencia, Italia, 1917 - Milán, Italia, 1994), L’ospite ingrato, De Donato, Bari, 1966
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas de Franco Fortini en Otra Iglesia Es Imposible, Op.Cit., Poetas Siglo XXI, Aullido

Une tache de sang intellectuel

Una macchia di sangue intellettuale
che il sole non asciuga mai. "Oh, che cosa vuoi fare!"
mi gridano i compagni coraggiosi
alti tra le bandiere e le sostanze reali
della festa di corpi naturali
di lotta e di amor vero.

"Voglio esistere e voi perdonatelo"
rispondo io, di quaggiù, dalla segreta.
"Anche come il viscere della bestia stracciata
anche come il sangue rappreso nella polvere.

Anche il cieco nato può in sé vedere il lampo
e parlarne con gesti imperfetti
e il suo discorso in catene
può atterrire e può dissuggellare.
E chi sempre ha negata l’avventura
può non lontano dalle nostre case
disvelare una terra di miracolo."

"Oh, cosa aspetti" mi gridano i viventi
impetuosi ancora tra le vendemmie.
"Passa il tuo giorno" gridano, bocche al sole.

"Nessun orgoglio" rispondo "amici miei cari!
E mi sarebbe dolce essere anch’io
dove voi siete. Ma a ognuno le sue armi.
A voi il fuoco felice e il vino fraterno
a me la speranza acuta dentro la notte."
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