Capítulo I
Un anillo de Tlön cruzó la escena del crimen.
Un lápiz Ticonderoga apareció debajo de la niebla
conradiana. Un cenicero de platino iridiado
sucumbió bajo el peso de la ceniza política.
Una escama de Leviatán se fundió
con una gota florentina de poesía pura.
Una sospecha de aridez atacámica
recorrió la dulzura de los licores.
Un espejo desemejante duplicó
la sensación de identidad. Un centímetro
de agua egipcia deshizo cubos de plata
sobre las arenas del Nilo. Un destello de médium
envolvió y aterrorizó al virus de la computadora.
Un grito de saraguato irrumpió
en el silencio del tenor dormido…
Capítulo 2
Hay un cubo de cristal y adentro hay chispas. Hay
una cerámica de Oaxaca y un hombre llamado Malcolm
o Italo esperando. Hay un expediente cerrado y una rubia
que ve la esquina de un espejo entre los papeles que asoman.
Hay un ejército de caballos celestiales a veinte millas
de Nueva York. Hay olas diminutas en una botella de juguete.
Hay tratados que empiezan a parecer auténticos
en una novela de tema medieval.
Hay largas manos donde debería haber sólo pies detenidos.
Hay una daga extraviada entre los informes gubernamentales.
Hay una sospecha de formol en las copas de champaña
abandonadas en la mesa del banquete diplomático.
Hay un imán en la colección de objetos de mimbre
no clasificados todavía. Hay un reguero anónimo de aserrín
en la casa de un artista de circo…
Capítulo 3
Los cantantes declaran por fin de dónde son
y zanjan de una vez la cuestión del acento. (La noche en Cuba
se llena de sonidos misteriosos que vienen del mar y del cielo.)
Los científicos explican en sus laboratorios
que el misterio de la vida ha sido resuelto. (Los mares empiezan
a acallarse como en la calma que precede a las tempestades.)
Los sherpas cuentan con detalles asombrosos su larga relación
con las más grandes montañas. (Los Himalayas dejan
un rastro inquietante en los registros de los satélites.)
La muchacha le confiesa a su novio extrañas e inquietantes
relaciones con seres indescritpitibles. (El Logos y el Amor
chocan en el cuerpo del mundo desconcertado.)
El poderoso refiere sus andanzas en los callejones
de la ciudad y su naciente piedad. (Un monstruo llamado Leviatán
se irisa sobre el cielo sereno de los campos.)
David Huerta (Ciudad de México, 1949 2022), La calle blanca, Ediciones Era y CONACULTA, México, 2006
Más poemas de David Huerta en Otra Iglesia Es Imposible
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Foto: Magis
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