solo un nombre
que difícil encontrar si estás muerto
o es muy reciente la noticia
o el contacto muy lejano
el insomnio me convierte en una isla
de luz en la cama de una cabaña de madera
el gato ronronea tumbado allá
al borde de lo visible, sobre mí pie izquierdo
el celu recorre y recorre las bios de otros amigos
y no hay nada
putean al gobierno o anuncian
talleres de poesía
¿estás muerto o no?
que ganas de romper las bolas hasta último momento
busco tu nombre y nada
capaz no somos solo un nombre
y esa es la lección
y estoy en la duda si levantarme
a abrir un vino y brindarte
o esperar que llegue
la luz verdadera
la que no pertenece a los hombres
para pasar
para pasar por acá
tenés que dejar algo
una bota, por ejemplo,
las dos no, los picaportes de tu casa
la lámpara sin el genio
el volante del auto, el ruido
de los bichos por la noche
cualquier cosa
que te deje rengo
es
es verdad que las posibilidades eran pocas
más bien lejanas y es verdad que no supimos
evitar los sueños
y que el amor nos agarró como la luz
del auto a las liebres,
que es mejor sufrir que aburrirse...
develemos entonces la pequeña muerte:
un manto cálido de luz
entra por los ventanales
una tarde de lluvia
Sacha, de un año,
mira hacia los árboles
entrevé que las cosas
se suspenden un momento y que él también
se queda solo
y que debe haber algo para seguir
para que todos sigan
Mario Varela (Rosario, Argentina, 1969)
Buenos Aires, 2024
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Foto: Mario Varela / Facebook
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