jueves, abril 06, 2017

Angel Faretta / Horacianas, 2
















III

No llega la nieve a la cima de Vesubio:
hay imposibles que nos han sido dados.
Tampoco la dócil ternera busca el pial
que la sujete porque no ha sido aún
Vaquilla. Así es el mundo –Delfina-,
nadie puede cambiarlo. Las horas
pasan, los días también; quedan
tan solo unas auroras donde Eros
hizo de las suyas. ¿Es demonio
o niño? Desde el padre Homero
preguntamos eso. Safo -la de las
trenzas color violeta- lo supo
y lo olvidó en medio del frenesí
por su joven amiga. Lo supo Catulo
a su Lesbia prendido -como abrojo
del campo argentino- a su tortura.
La pasión manda pero es fugaz;
atada al tiempo, y ni las flechas
del hijo de Venus pueden hacer
que se afirme y dure como el cielo
infinito y como en el mar las olas.


IV

En noches y en auroras, Delfina,
se cree ser un dios hijo del sol,
un Aquiles, el más heroico varón.
Pero el mito siempre paga, tenemos
una herida que no cura, despierta
y mata cuando estamos a la Gloria
uncidos. Allí creemos escapar,
ser inmortales, llorar de placer
sobre una boca, nuca o senos.
Es Venus y su hijo flechador
que juega siempre con nosotros:
somos balón, disco y jabalina
somos pateados, arrojados lejos,
sin embargo estamos siempre
al mismo lugar mortal unidos.

[inéditos]

Angel Faretta (Buenos Aires, 1953)

Foto: Faretta, 2016, por JA

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