miércoles, septiembre 01, 2010

Raúl González Tuñón / Epitafios




Marqués de Villamediana

Dejó un cuadro, un puñal y un soneto
Manuel Machado

Pronto partió dejando poco escrito.
(No fue, exactamente, Oliveretto).
Pero hubo amor intriga duelo muerte
y un soneto.
"Silencio en tu sepulcro deposito".


Pushkin

Nadie recuerda al General de entonces
ni al ministro ni al zar a cuya estatua
únicamente acuden las palomas.
Mas hoy se dice: "El tiempo de Pushkin",
"La Rusia de Tolstoi"... Mucha nieve
cayó sobre las isbas y los años
sin cubrir su memoria.


Bécquer

Todo habrá terminado, señores, un buen día,
en nuestra andante y derramada tierra.
La veleta, los pinos, la baraja, el oporto,
la Secretaría de Cultura, el crepúsculo.
Callarán las cigarras de todos los veranos
y el grillo del hogar de todos los inviernos
y él va a sobrevivir a los helados mundos
porque siempre, "siempre habrá poesía".


Tristán Corbière

Al fin él fue a parar como el grumete
de su honda "Lettre du Mexique"
al Jardín de Aclimatación.
¡Qué lindo!
Vengan a ver cómo Van Gogh
lo ha pintado todo de amarillo.


Hilario Ascasubi

Este criollo tan fino
-pudo ser amigo de don Segundo Sombra-
plantó un sauce en la tumba de Musset.
¡Una manera de ser argentino!


Rubén Darío

Del que innovó, de aquel que trajo
otra instrumentación, un nuevo acento
y el alejandrino francés y escribió nobles versos
atravesados por vientos civiles,
don Antonio Machado, que hoy reposa en Colliure
-él, que no compartía el nuevo gay cantar-
dijo en el día amargo:
-"Nadie esta lira taña si no es el mismo Apolo,
Nadie esta flauta toque si no es el mismo Pan."


Jack London

Igual que el precursor Bret Harte
-polvo de diligencias y arenales ardientes-
y el encantador Oscar Henry
-pícaros y pianolas del drama y la comedia-
creó y amó a las gentes y a las cosas
y a él lo amó la aventura.
Quedan libros nevados, soleados, habitados
por lobos y por ángeles. Y el querido recuerdo
de un Gran Muchacho Americano.

Lo mismo que John Reed.


Katherine Mansfield

...Y que el aire perfume su cabellera clara.
Allí donde discurren las memorias perdidas,
las voces olvidadas y los paseos errantes.
La muerte, distraída, que resucita rosas.

El Gran Meaulnes la hubiera amado.

Antón Chejov, padre de la nostalgia y la dulce ironía,
a través de lejanos anteojos de bruma
la contempla en el tiempo de un otoño evadido.

Su vida fue un poema lánguido y penetrante.
Y, como todos los poetas muertos,
cada vez que alguien sueña ella retorna.
Y vuelve a irse cuando muere un sueño.


Raúl González Tuñón (Buenos Aires, 1905-1974), "Sólo unos cuantos nombres de la larga memoria", Demanda contra el olvido, Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires (1963), tercera edición, 2006

Ilustracion: Dolmen en la nieve, siglo XIX, Caspar David Friedrich

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