domingo, junio 15, 2008

Un heresiarca bonaerense

¡Molto piú avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limar las de los otros antes;

Los que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas,
Sucios, enfermos, trágicos..., ¡sobrantes!

¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!...

¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llantos de los vivos!

Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios), San Justo, La Matanza, Argentina, 1854 - La Plata, Argentina, 1917, Poesías, Buenos Aires, Editorial Tor, 1942.

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Jorge Luis Borges escribió, en 1962, que desde treinta años antes lo visitaba una "teoría de Almafuerte"; la teoría queda esbozada ese año en el prólogo a Prosa y poesía de Almafuerte, Eudeba, Ediciones del Siglo y Medio; es una vindicación del poeta bonaerense basada en la idea de que su obra consiste en una apostasía, que se apoya en el convencimiento de que la felicidad no está en el plan de Dios, y aun que la infelicidad es deseable. Cita Borges a Almafuerte: "El estado perfecto del hombre es un estado de ansiedad, de anhelación, de tristeza infinita". La felicidad y la virtud merecen el desprecio: "Yo repudié al feliz, al potentado / al honesto, al armónico y al fuerte... / ¡porque pensé que les tocó la suerte / como a cualquier tahúr afortunado!". Almafuerte va más allá de eso, funda una moral herética que condena el perdón "por lo que hay en él de pedantería, de condescendencia altanera, de temerario Juicio Final ejercido por un hombre sobre otro". Y agrega Borges: "A principios de la era cristiana, en el Asia Menor o en Alejandría, [Almafuerte] hubiese sido un heresiarca ... El destino le deparó los suburbios de la provincia de Buenos Aires; lo redujo a los años 1854-1917; lo rodeó de tierra, de polvo, de ranchos de madera, de comités de compadritos ni siquiera iletrados". Borges observa en particular el poema "El misionero" y las "Evangélicas". Los "Sonetos medicinales", serie de la que forma parte el aquí publicado, sintetizan, a mi juicio, el repudio de Almafuerte al amor y la piedad como trampas diabólicas. Cada soneto está titulado con una exhortación irónica. Señalan éstas el avance hacia la purificación a través de valores considerados universalmente negativos. (N. del Ad.)

1 comentario:

  1. « no te des por vencido, ni aún vencido,
    no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
    trémulo de pavor, piénsate bravo,
    y acomete feroz, ya mal herido».
    almafuerte, bien lo dice: la autocompasión es herejía y parálisis.

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