Aporías
Cuando ya quede nada
ni la memoria de un soplo
¿qué rastro habrá
en el combado cielo
y en la música de sus esferas?
Después que cada noche
nos visita la muerte
para huir
en un virtuoso lance
por entre los vapores
del sueño,
los guiñapos de la vida
se cuelan por las rendijas.
La gruesa capa
la costra de los años
el racimo de velos
que envuelve la vigilia
se vuelve más espeso
que la gota de mercurio
que rueda por el suelo.
Quizá sólo ese río
mismo y siempre otro
el rayo conductor
o algún atardecer en Santorini
algún peñasco del ágora quizás
como dijo Giannis,
acaso la espuma
el viento entre los arrecifes
el tronar de las piedras
reventadas por las olas
seguirán tal vez sonando
mientras esta bola loca
vaga rota sin sentido
por el último confín
de la galaxia.
Miraje
Afuera sopla el viento
como en las Ardenas.
Se mecen las sombras
las nubes pasan
susurran los follajes
que vegetan en el parque.
La ventana ciega
apenas contiene
una mirada que no alcanza.
No vislumbra
sólo sueña
imagina.
Sólo escucha el viento.
Como en las Ardenas
pienso otra vez
y es la mueca
de una lejana derrota
paseándose por las afueras
mientras el tiempo
parece detenido
en estos húmedos intramuros.
[inéditos]
Pedro Ignacio Vicuña (Santiago de Chile, 1956)
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