"El helicóptero aterrizó en terrenos de una muy linda propiedad en medio del delta del Tigre*. Cientos de flamencos se apartaron de nuestro camino. Mientras caminaba hacia el Presidente (bajito, desafiante, bronceado), un cervatillo se me acercó y me dio un golpe con el hocico como diciéndome: 'No estés nerviosa, aquí eres bienvenida'. Era como un cuento de hadas. El Presidente estaba rodeado por hombres de aspecto sospechoso. Nos sentamos de inmediato y sus ojos recorrieron cada centímetro de mi cuerpo, atravesándome. Un hombre muy seductor. Noté que tenía los pies pequeños y que se teñía el pelo de negro."
* (?)
Madonna, de Diarios, en La Buenos Aires ajena, compilada por Jorge Fondebrider, Emecé, 2001
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