sábado, febrero 01, 2025

Verónica Zondek / "Instalaciones de la memoria"

 

Una ventana se construye para mirar a otra.

¿Cuántos rostros en domingo espiaban otro rostro?
¿Qué pared deshojada te pertenecía?
¿En cuál cama gritaste de placer?
¿En cuál te retorciste impotente?



Ninguna carne en ninguna parte.
Ninguna ave.
Ninguna flor.
Ninguna huella de zapato.
Ninguna pata de equino.
Ninguna rueda del mentado progreso.
Ruinas.
Ex-edificios.
Ex… 
Desplome por doquier.


El tiempo devuelve los muros al polvo


El marco de esa ventana es una boca sin palabras.



Ventanas para mirar lo que…
y ventanas para observar al caminante.
Ventanas para mirar la vida al derecho y al revés.


Y nadie.
Sólo el resto viviente de una mano que fue.




Silencios.
Silencios poblados con almas en pena. 
Silencios sin lenguas al aire.




Murmullos.
Murmullos que trepan los muros.
Y ver
 ver cómo brotan
 en qué ventana
 en qué ojo el testimonio
 ver
 ver cómo es que detienen el habla dicotómica
 cómo golpean las puertas
entran a las habitaciones
ponen la mesa
compran el pan
y con qué cupones
y con qué cara
si los tiempos pasan volando
y pasa la carne
y se abre la historia
para el aliento
para la hoja
 la sonrisa del olvido
 el algo
 la alguna cosa
 de Ud. Mr. Sr. Capataz.
Sí Sr.:
murmullos.


Hay un angelito enterrado más allá de los barrotes.



Silencio:
en ese patio y cara a cara
hablan de a dos.
Silencio:
hablan lo que el tiempo enmudeció.



Busco luz en la oscuridad azabache de un adentro.



Los dientes del animal relucen en la negrura de un hocico.



¿Qué responde el aire cuando la carne se desprende del hueso?



Era de hombres construir monumentos que tocaran el cielo.
Era de hombre intentar lo eterno y ganarle a los dioses.
Hoy el hombre construye para mamar sin sacio la tierra.
Es de hombres el fierro, el dinero y el nombre.
Es de hombres el poder por el poder.
Poder por poder por poder.
Por poder poder.


También en el desierto la verja comentó el rostro de la propiedad privada.



Un ojo talla la ventana con sus uñas en el tiempo que ocupa el deterioro.
La historia no está escrita. Los muros no hablan. La ventana es ciega.
El suelo no guarda huellas de animal. En frente

otros muros

otras vidas

otra amnesia.


Un dolor está embalsamado.

Un silencio graba su mano en el cuaderno alto y celeste.

Un ojo es un paso estancado en la arena del reloj.



¿Qué desaparece cuando un muro se descascara?

¿Cuál es el orificio que elegiremos para leer la historia?



¿Qué amor de hombre construyó la casa de la cruz?
¿Por qué mi querido dios?
¿Por qué haces que permanezca ese monumento que cobijó al hombre
y en cambio
derrotas al ser que lo construyó?
Aun así
dicen los que dicen
que tú dices
que sí
que lo amas igual que a ti mismo.


Un viento ara el paisaje.

Dos cordilleras guardan La Oficina.

Lo que sólo se construye para explotar un mineral muere de muerte súbita


Donde estuvo el hombre
hambre hubo.
Basura.
Luz y sombra.
Más basura.
¿Qué hubo?
Donde estuvo el hombre
hambre hubo.

Basura.
Luz y sombra.
Más basura.
¿Qué hubo?



¿Colgará aún
una palabra
de 
estos muros
devastados?
¿Serán esos fierros
la escritura que signa una historia?
¿Habrá una voz
un eco en la arena
un enterrado
que sonroje el rostro de los escombros?



Cuando se detiene el trabajo repta baboso un sigilo.



El hombre censura la carga del silencio y el vacío.



Cuando él se aleja encalla el tiempo
 y los cañones dejan de humear


Él habita la tierra arenosa y sin flores de este lecho terminal.




Una rueda.
Una rueda que rodó y que ya no rueda.



Un ojo despierto enfoca siluetas de hombres que ya no son.



Un no cristal que filtra el día.
Una chimenea. Dos chimeneas. Tres.
Ningún perro.
Un silencio de origen o término.




Otra vez una ventana que mira la calle.

Otra vez una ventana que encuentra otra ventana.

Sí, dos ventanas que miran la calle.


Fragmentos de un ayer.

Fragmentos de un otro.

Fragmentos de un hoy.

No hay nada ya que devuelva el rostro.

No espejismos
no vidrios
no cristales
no vanidad.

Un solo en el viento.
Un polvo de tiempo.
Un ojo.

Ya la muerte estuvo
y bailó con sus pies huesudos.

La luz se derrama sobre una calle alongada.


Polvo de entrada y polvo de salida.

Restos.

Resistencia en los bordes.

Lucha estática.

El día.
La noche.


La ausencia de palabras.

Verónica Zondek (Santiago de Chile, 1953),"Instalaciones de la memoria", El esplendor de la granada. Poesía reunida (1984-2022)Libros del Cardo, Valparaíso 2023

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Foto: La Raza Cómica s/d

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