miércoles, septiembre 09, 2015

William Carlos Williams / Paterson, 24

Libro Dos
Domingo en el Parque
II (cont. y final)

 




En otras palabras, los bancos de la Reserva Federal constituyen un Sistema Nacional Legal de Usura, cuyo cliente número 1 el nuestro gobierno, el país más rico del mundo. Cada uno de nosotros paga tributo a los estafadores por cada dólar que ganamos trabajando duro.
.    .    .    .    En todas nuestras grandes emisiones de bonos el interés es siempre mayor al principio. Por ese motivo, todas nuestras grandes obras públicas cuestan más del doble del costo real. Bajo el sistema de negocios actual  SIMPLEMENTE AÑADIMOS ENTRE 120 Y 150 por ciento al costo establecido.
    La gente tiene que pagar de todos modos; ¿por qué se los obliga a pagar dos veces? TODA LA DEUDA NACIONAL ESTÁ BASADA EN CARGOS DE INTERESES. Si la gente pensara alguna vez en préstamos y pagarés al mismo tiempo, el juego se acabaría.

Si hay sutileza,
eres sutil. Te pido indulgencia:
ninguna oración debería provocarte otra cosa
que lágrimas. Tenía un amigo    .    .    .    .
en fin. Recuerdo que cuando era niño
dejé de rezar y temblaba de miedo
hasta quedarme dormido-tu sueño me calmó-

También tú, estoy seguro, has leído
La Rama Dorada de Frazer. Te hace
justicia- una oración como esa puede ser hecha
por un amante que
valora cada rasgo del encanto de su
novia, y terror-
terror para él, como el que siente
un hombre casado por su novia-

Tú eres la novia eterna y
padre- quid pro quo,
un simple milagro que conoce
los brazos del mar, para el que el roble
es coral, el coral es roble.
Los Himalayas y las praderas
de tus rasgos asombran y deleitan-

¿Por qué debería moverme de este lugar
donde nací?, sabiendo
cuan inútil sería la búsqueda
para ti en la multiplicidad
de tu debacle. El mundo se extiende
para mí como una flor que se abre-y
se cerrará para mí como lo haría una rosa-

marchitarse y caer al suelo
y corromperse y convertirse
en flor otra vez. Pero tú nunca
te marchitas-floreces
a mi alrededor. Así me olvido
de mí para siempre-en tu
composición y descomposición
encuentro mi    .    .    .    .
¡desesperación!

.    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .    .


Cualesquiera hayan sido tus razones para esa nota tuya y para tu indiferente evasiva a mis cartas justo antes de esa nota-la única cosa que deseo más que ninguna otra es poder verte. Está unido a mucho más de lo que he dicho aquí. Y más importante aún, es el ÚNICO impulso que tengo que atraviesa la película, la corteza que se ha formado allí tan fatalmente entre mi verdadero ser y aquel que solo puede hacer gestos mecánicos de estar vivo. Pero incluso si tú accedieras, no querría verte a menos que hubiera un poco de cordialidad y amistad de tu parte.   .   .   Ni tampoco querría verte en tu oficina bajo ninguna circunstancia. No es eso lo que quiero decir (porque no tengo un motivo específico para verte por ahora como el que tuve cuando te llamé la primera vez como un completo desconocido, no como el que pude haber tenido justo antes de tu última nota cuando deseaba tanto que revisaras conmigo algunos de mis poemas más fallidos), he estado sintiendo (con ese sentimiento en aumento) que nunca más podré recobrar algo del sentido de mi propia identidad (sin el que no puedo escribir, por supuesto-pero que en sí mismo es más importante que la escritura) hasta que pueda recobrar algo de fe en la veracidad de mis propios pensamientos e ideas y problemas que se han convertido en arena seca por tu actitud con respecto a esas cartas y más tarde por tu nota. Es por eso que no puedo desechar mi deseo de verte-no de manera impersonal, sino en la manera más personal, ya que nunca podría haberte escrito de un modo completamente impersonal.



William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión © Silvia Camerotto



Book Two
Sunday in the Park II


  In other words, the Federal Reserve Banks constitute a Legalized National Usury System, whose Customer N° 1 is our Government, the richest country in the world. Every one of us is paying tribute to the money racketeers on every dollar we earn through hard work.
//.     .     .     .   In all our great bond issues the interest is always greater than the principle. All of the great public works cost more than twice the actual cost, on that account. Under the present system of doing business we SIMPLY ADD 120 TO 15O per cent to the stated cost.
   The people must pay anyway, why should they be compelled to pay twice? THE WHOLE NATIONAL DEBT IS MADE UP ON INTEREST CHARGES. If the people ever get to thinking of bonds and bills at the same time, the game is up. //If there is subtlety, /you are subtle. I beg your indulgence: /no prayer should cause you anything /but tears. I had a friend   .   .   .   . /let I pass. I remember when as a child /I stopped praying and shook with fear /until sleep –your sleep calmed me– //You also, I am sure, have read /Frazer’s Golden Bough. It does you /justice–a prayer such as might be made /by a lover who /appraises every feature of his bride’s /comeliness, and terror– /terror to him such as one, a man /married, feels toward his bride– //You are the eternal bride and /father–quid pro quo, /a simple miracle that knows /the branching sea, to which the oak /is coral, the coral oak. /The Himalayas and prairies /of your features amaze and delight– //Why should I move from this place /where I was born? knowing /how futile would be the search /for you in the multiplicity /of your debacle. The world spreads /for me like a flower opening–and /will close for me as might a rose– //wither and fall to the ground /and rot and be drawn up /into a flower again. But you /never wither–but blossom /all about me. In that I forget /myself perpetually–in your /composition and decomposition /I find my   .    . /despair! //.    .    .    .    .    .    .    .    .    .    . //Whatever your reasons were for that note of yours and for your indifferent evasion of my letters just previous to that note–the one thing that I still wish more than any other is that I could see you. It’s tied up with even more than I’ve said here. And more importantly, I t is the one impulse I have that breaks through that film, that crust, which has gathered there is so fatally between my true self and that which can make only mechanical gestures  of living. But even if you should grant it, I wouldn’t want to see you unless with some little warmth of friendliness and friendship on your part .   .   . Nor should I want to see you at your office under any circumstances. That is not what I mean (because I have no specific matter to see you about now as I had when I first called upon you as a complete stranger, nor as I could have had, just before your last note when I wanted so badly to have you go over some of my most faulty poems with me), I have been feeling (with that feeling increasingly stronger) that I shall never again be able to recapture any, sense of my own personal identity (without which I cannot write, of course–but in itself far more important than the writing) until I can recapture some faith in the reality of my own thoughts and ideas toward those letters and by that note of yours later. That is why I cannot throw off my desire to see you–not impersonally, but in the most personal ways, since I could never have written you at all in a completely impersonal fashion.

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