domingo, octubre 14, 2012

Sylvia Plath / Dos poemas




Espejo

Soy plateado y exacto, no tengo ideas preconcebidas,
Cuanto ves, me lo trago de inmediato,
Tal como es, sin sombra de amor o aversión.
No soy cruel sino sincero:
El ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Me paso la mayor parte del tiempo meditando en la pared opuesta.
Es rosada, con motas. La observo desde hace tanto
Que creo que forma parte de mi corazón. Pero parpadea.
Rostros y oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
Buscando en mi extensión lo que es realmente.
Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.
Veo su espalda, y la reflejo fielmente.
Ella me recompensa con lágrimas y un estremecimiento de manos.
Soy importante para ella. Viene y va.
Cada mañana es su rostro lo que reemplaza la oscuridad.
En mí ha ahogado a una muchacha, y en mí una anciana
Se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible.


Suceso

    ¡Cómo se solidifican los elementos!;
El claro de luna, ese risco gredoso
En cuya grieta yacemos

    Espalda contra espalda. Oigo un búho chillar
Desde su frío añil.
Insoportables vocales penetran en mi corazón.

    El niño en la cuna blanca se revuelve y suspira,
Ahora abre la boca, exigente.
Su pequeño rostro está tallado en madera roja, dolorida.

    Además, están las estrellas: inextirpables, firmes.
Un toque: quema y da asco.
No puedo ver tus ojos.

    Donde la manzana en flor enfría la noche
Camino trazando un círculo,
Un surco de viejas culpas, profundo y amargo.

    El amor no puede venir aquí.
Un negro hueco se revela.
En el labio opuesto

    Un alma pequeña y blanca hace señas, un gusano pequeño y blanco.
Mis miembros también me han abandonado.
¿Quién nos ha desmembrado?

    La oscuridad se disuelve. Nos tocamos como mutilados.

Sylvia Plath (Boston, 1932 - Londres, 1963), Crossing the Water, Faber and Faber, Londres, 1971
Versiones de Jonio González


Mirror

I am silver and exact. I have no preconceptions.
What ever you see I swallow immediately
Just as it is, unmisted by love or dislike.
I am not cruel, only truthful---
The eye of a little god, four-cornered.
Most of the time I meditate on the opposite wall.
It is pink, with speckles. I have looked at it so long
I think it is a part of my heart. But it flickers.
Faces and darkness separate us over and over.
Now I am a lake. A woman bends over me,
Searching my reaches for what she really is.
Then she turns to those liars, the candles or the moon.
I see her back, and reflect it faithfully.
She rewards me with tears and an agitation of hands.
I am important to her. She comes and goes.
Each morning it is her face that replaces the darkness.
In me she has drowned a young girl, and in me an old woman
Rises toward her day after day, like a terrible fish.


Event


    How the elements solidify!―
The moonlight, that chalk cliff
In whose rift we lie

    Back to back. I hear an awl cry
From its cold indigo.
Intolerable vowels enter my heart.

    The child in the white crib revolves and sighs,
Opens its mouth now, demanding.
His little face is carved in painted, red wood.

    Then there are the stars―ineradicable, hard.
One touch: it burns and sickens.
I cannot see your eyes.

    Where apple bloom ices the night
I walk in a ring,
A groove of old faults, deep and bitter.

    Love cannot come here.
A black gap discloses itself.
On the opposite lip

    A small white soul is waving, a small white maggot.
My limbs, also, have left me.
Who was dismembered us?

    The dark is melting. We touch like cripples.


Ilustración: Los patinadores, 1910, Marianne von Werefkin

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