martes, agosto 07, 2007

Juan L. Ortiz / De qué matiz...




















¿De qué matiz
abisal ya
la dulzura quieta, quieta
del crepúsculo?

Una dulce y extraña
alma submarina
flotante, o en las cosas como su íntima luz soñada...

Era dulce también estar en ella, ser parte de ella, ser ella...

La inseguridad oscura, los ranchos, el regreso.
La niña en el camino, triste, tras la vaca melancólica.

La vida que se agazapa, dura, e indiferente, sin culpas.
La vida cruel, la crueldad que debe imponerse en la lucha dura.
La crueldad, los gestos duros y sangrientos.

El alma del cielo se azulaba ahora
nocturnamente.

La crueldad. ¿Pero nos volveremos del lado del cielo
y deberemos perdernos en él por siempre
para no saber más de la crueldad?

Oh, no. No es del amor eso, y esperemos
sonrientes, por encima de todo, sonrientes
y prontos a la obra paciente, a la humilde obra paciente.
Seremos en la participación, en la "terrible participación".
Entre las desgarraduras y las llagas y la sangre inocente y las súplicas angustiosas,
traspasados pero atentos, con la honda fe libre aunque algunas veces ella nos duela.

Juan L. Ortiz (Puerto Ruíz, 1896-Paraná, 1978), "La mano infinita", 1951, En el aura del sauce, Editorial Biblioteca, Rosario, 1970
---
Foto: s/d

No hay comentarios.:

Publicar un comentario