Rozando interminables muros,
Trotan sin fin. Su endeble traza
Bajo la luna se adelgaza,
Y ella los vuelve más oscuros.
Y siguen con absurdo empeño
En nuestra misma dirección,
Los fatales perros sin dueño,
Sordos al mimo y al baldón.
Una esquivez de presidiario
Manifiesta su intimidad
Con los vampiros del osario
Y el horror de la soledad.
Afelpando su oblicua marcha,
Toda la noche van así,
Exasperado por la escarcha
Su silencioso frenesí.
O una demencia paralela
Su gañido histérico arranca,
Y se pasan la noche en vela
Ululando a la muerte blanca.
(de "Romanzas de un buen invierno")
Leopoldo Lugones (Villa María del Río Seco, Argentina, 1874-Tigre, Argentina, 1938)
"Las horas doradas" (1922),
Éste es mi Lugones,
selección de Javer Cófreces,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2018
Ref.:
Dardanelos
Página 12
La Nación
CeDIE
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