sábado, marzo 18, 2017

Germán Arens / De "¡Oh, qué lugar más bello!"















Hubiera querido
abandonar la Tierra a tiempo
aquel incrédulo vecino mío,
terrestre, egocéntrico y materialista;
que sentado en su jardín descansaba
cuando una nave aterrizó a metros de su reposera
y se negó a dejar el lugar
diciendo que su mujer
aún no había vuelto del gimnasio.


Afuera llueve. En alguno de sus cuerpos, mi viejo sillón amarillo sufre la ausencia de quienes no vienen. Bajo el techo se refugian tres mosquitos. Uno parece una pequeña piedra de coral. Alguien me dijo que tienen cuarenta y siete dientes y son las hembras las que pican. Antes de dormir debo matarlos. Siempre es de noche cuando  percibimos los cambios que  impone el presente. Sin embargo, a pesar de no ser un momento apropiado para manifestar inteligencia, me observo con bastante indiferencia en una situación que pocos soportarían.


Andrea mira sus uñas recién esmaltadas. Antes de acostarse pasa por la cocina y verifica que  la llave de gas no quede abierta. Baja las persianas y mira el cielo. Piensa que Júpiter es extraordinario en el más profundo significado de la palabra, que de haber acumulado más materia podría ser un sol.

Germán Arens (Bahía Blanca, Argentina, 1967)


¡Oh, qué lugar más bello!,
Barnacle Ediciones,
Buenos Aires, 2017









Foto: Germán Arens en FB

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