IX
La extraña iglesia despedía un olor algo "intenso" a incensarios y limpiametales. El extraño clérigo era igual de apropiado: se precipitó hacia el servicio matrimonial. Nadie se molestó en cuestionar esa táctica.
Luego solicitó tu retirada, y los demás te seguimos, dóciles parientes cercanos, hasta el lugar extramuros: montones expoliados de crisantemos muertos en sus impermeables de plástico, un eldorado de mármoles de lavabo.
Turbados, nos retiramos: la muda terna de tías abuelas fue conducida a lo largo de St Chard´s Garth en un Rolls eduardiano de rígidos asientos.
Me libero, querido, de contar la saga de tu entierro. Habías vivido lo suficiente como para ver que las cosas quedaban "bien atadas".
Geoffrey Hill (Bromsgrove, Reino Unido, 1932-Cambridge, Reino Unido, 2016), Himnos de Mercia [1971], versión de Jordi Doce y Julián Jiménez Heffernan, DVD Ediciones, Barcelona, 2006
IX
The strange church smelled a big 'high', of censers and polish. The strange curate was just as appropriate: the took off into the marriage-service. No-one cared to challenge that gambit.
Then he dimissed you, and the rest of us followed, sheepish next-of-kin, to the place without the walls: spoil-heaps of chrysanths dead in their plastic macs, eldorado of washtand-marble.
Embarrassed, we dismissed ourselves: the three mute great-aunts borne away down St Chad's Garth in a stiff-backed Edwardian Rolls.
I unburden the saga of your burial, my dear. Yo had lived enough to see things 'nicely settled'.
Foto: Geoffrey Hill, 1983 TLS
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