martes, noviembre 21, 2006

Edgar

Escribo ante una posibilidad real, casi -diría- el camino real del quehacer poético. No lo diré, sin embargo. No está toda la poesía posible en la poética de Ponge (ni en la de Williams o Stevens). Tampoco en la fanopoeia (proyección de la visualidad de los objetos), la logopoeia (poesía del pensamiento) y la melopoeia (apoyatura fónica de Pound). Queda fuera el proceso de gestación de la imagen poética (el ars combinatoria) y, entre otras, la llamada poesía lírica. De cualquier modo, Ponge (y Williams y Stevens, y cometo aquí la injusticia de no nombrar a tantos otros poetas que, por cierto, lo merecerían) está cerca de la inasible poesía, del logos poético. Y es que no me olvido que Ponge está tratando, más allá de sus arremetidas contra la subjetivización y el lirismo, de abrir camino al contento de ser con las cosas, al contento de descubrir, de dar sentido a partir de las cosas, de investir y de ser investido, de investir a las cosas de sentido y de ser, a la vez, investido por las cosas de sentido. ¿Y en este investimiento recíproco no está el origen de cualquier amor posible, de toda posible poesía? 
Edgar Bayley

Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990). Publicó los libros de poesía: Invención 2 (1945); En común (1949); Poemas (1954); La vigilia y el viaje (1961); El día (1968); Obra poética(1977, incluye los libros mencionados más Celebraciones); Nuevos poemas (1981); Alguien llama (1983) y Antología personal (1983). Es autor de dos libros de ensayos: Realidad interna y función de la poesía (1952, reeditado en 1966) y Estado de alerta y estado de inocencia (1990, reeditado en 1996), y de dos volúmenes de narraciones.

1 comentario:

  1. Leo en el diccionario:
    investir(se). 1. ‘Conferir [a alguien] una dignidad o un poder’ y ‘revestir(se) de una determinada cualidad o carácter’.
    ¿Por qué habrá usado Bayley justamente esa palabra? Aun así, qué transparencia

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