domingo, julio 28, 2019

Juan Fernando Bermeo / De "Metrópolis. Cementerio de espadas"














Uróboros

Las cruces que caen del cielo presagian el burdo extinguirse del alba
el poema se convierte en el beso de las flores al caer en el suelo
un niño se transforma en una metáfora de sí mismo
los álbumes de fotos son evidencias del crimen que todos cometen:

la apuesta por perdurar en un universo donde la entropía viene desde dentro

Un vacío que se complementa con el silencio
un vestido que no vive sin una oferta en la tienda
un camino de piedra que resalta cuando causa un accidente
una carestía provocada por la usura y la caridad

Así, poco a poco, en un círculo interminable
nos comemos a nosotros mismos
condenados a sentirnos inadaptados en nuestra propia casa
condenados irremediablemente
a girar en cualquier dirección mordiéndonos la cola

como el Uróboros
o el logotipo del reciclaje


Metrópolis es un abismo

Nosotros no nos realizamos nunca.
Somos un abismo que va hacia otro abismo -un pozo que mira al Cielo.
Letanía; Fernando Pessoa

A pesar de lo que te han contado
el encierro nunca depende de lugares
una prisión se construye con fechas
las cárceles se miden en segundos
yo puedo sentirme atrapado entre flores
y tú puedes decirte libre mientras aún puedas masturbarte a oscuras

no pienso que la vida sea un rompecabezas
pero mientras más fragmentos y cortes veo entre los juegos
me doy cuenta de que no se puede vivir sin uno aceptarse cojudo

el mundo nos hace cojudos mientras pensamos que no lo somos
y el primer paso para ver la realidad propiamente
es creer con firmeza en que uno es libre en encierros
y es prisionero también de una libertad que se nos muestra
tal como la vimos en la TV

Mientras aprovechemos el cine para los besos, los terrenos baldíos para un rápido episodio sexual
mientras sonriamos solo para las fotos y bailemos solo cuando ponen esa canción deseada
mientras nos enamoremos por internet y nos suicidemos por un mensaje de texto

seguiremos siendo unos pendejos taciturnos y miopes
seguros de nosotros mismos por tener un control remoto
u orgullosos por llevar una camiseta hecha de material reciclado

pero si en vez de eso, aceptamos la pendejada como un credo irrevocable
nos será más fácil digerir el mal trago
de esta realidad repetitiva e irresoluta

Pero estoy volando muy alto, de antemano sabemos que no lo aceptaremos
porque el orgullo del hombre es lo que nos motiva como especie
ese orgullo que nos hace usar la palabra ‘superiores’ como onomástico
ese orgullo que nos hace ser buenos samaritanos para contarlo al que no lo vio
ese orgullo que nos atrapa en el libre albedrío y nos libera en un claustro mental
ese orgullo que nos hace creer que escribimos poesía

Juan Fernando Bermeo (Cuenca, Ecuador, 1989), Metrópolis. Cementerio de espadas, La Caída, Cuenca, Ecuador, 2018, Cráneo de Pangea, julio 2, 2019

Liberoamérica - Eternidad - Cráneo de Pangea
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Foto: Cráneo de Pangea

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