lunes, febrero 19, 2018

Jorge de Lima / De "La invención de Orfeo", 3



Es preciso hablar de criaturas,
de reales criaturas animadas,
de vivencias totales, arbitrio y todo,
alma, cuerpo funesto y la inmortal

perpetuidad allende, Dios en las alturas
nombres de tierra, eternizados nombres,
ángeles, demonios, despiertos sueños
y profecías, furias, posesiones, todo

lo que guarde un poema: ese clamor
esa indefinición, ese llamado
- sueño del rey Nabucodonosor,

que después de rehecho y descifrado
condición es del bicho: carne, pelos,
y sangre breve del hombre desgraciado.

*

Aquí es el fin del mundo, aquí es el fin del mundo
adonde hasta las aves cantan para cerrarlo.
Duerme un cadáver en cada pozo hundido
en vastos arenales - osarios de caballo.

Entre las aves del cielo: igual carnicería:
si tú duermes cansado en el desierto
cuando despiertes te asustarás. Por cierto,
te acechan ya los cuervos en todas las colinas.

Y si entonas tu canto a esas aves (tu canto
que es bajo los cielos la más triste canción),
tu voz regresará desde las aves repitiendo tu llanto.

Y entre tu angustiado y sorprendido espanto,
tañerás de ti mismo, donde están
esos fatales cuervos. Y esos cuervos no se irán.

[1952]

Jorge de Lima (União dos Palmares, Brasil, 1893-Río de Janeiro, Brasil, 1953), La invención de Orfeo, traducción de Antonio Cisneros, Colección El Oro de los Tigres V, Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 2015

Otra Iglesia Es Imposible - Taller IgiturEnciclopedia Itaú Cultural - Poesía Net - Digestivo Cultural


É preciso falar-se das criaturas,
verdadeiras criaturas animadas
das vivências totais, arbitrio e tudo,
alma, corpo funesto e essa imortal

perpetuidade além, Deus nas alturas,
nomes de terra e nomes eternados,
anjos, demônios, sonhos acordados
e as profecias, fúrias, posses, tudo

que un poema pode ter: esse clamor
essa indefinição, esses apelos,
- sonho do rei Nabucodonosor,

que depois de refeito e decifrado
é a condição do bicho: carne, pelos,
e sangue breve do homem desgraçado.

*

Aqui é o fim do mundo, aqui é o fim do mundo
em que até aves vêm cantar para encerrá-lo.
Em cada poço, dorme um cadáver, no fundo,
e nos vastos areais — ossadas de cavalo.

Entre as aves do céu: igual carnificina:
se dormires cansado, à face do deserto,
quando acordares hás de te assustar. Por certo,
corvos te espreitarão sobre cada colina.

E, se entoas teu canto a essa aves (teu canto
que é debaixo dos céus, a mais triste canção),
vem das aves a voz repetindo teu pranto.

E, entre teu angustiado e surpreendido espanto,
tangê-las-ás de ti, de ti mesmo, em que estão
esses corvos fatais. E esses corvos não vão.
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Foto: Jorge de Lima, c.1940, Correio da Manhã/Wikimedia Commons

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