lunes, marzo 24, 2025

Eugenio Montale /El arca



La tormenta de primavera ha revuelto
el paraguas del sauce
en el torbellino de abril
quedó enredado en el huerto el vellocino de oro.
que esconde mis muertos,
Mis perros de confianza, mis viejos
guardianes - ¿cuántos desde entonces?
(cuando el sauce era rubio y yo le arrancaba
rizos con la honda),bajaron vivos
en la trampa. La tormenta
sin duda los reunirá bajo ese techo.
de antes, pero lejos, más lejos que antes
de esta tierra atónita donde hierven
cal y sangre en la huella del
pie humano. El cucharón humea en la
cocina, una ronda de reflejos
se concentra en caras huesudas, hocicos aguzados y
la magnolia del fondo los protege si
un soplo allí la arroja. La tormenta
primaveral agita con ladridos
de fidelidad mi arca, oh perros perdidos.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino

L'arca 

La tempesta di primavera ha sconvolto 
l'ombrello del salice, 
al turbine d'aprile 
s'è impigliato nell'orto il vello d'oro
che nasconde i miei morti, 
i miei cani fidati, le mie vecchie 
serve - quanti da allora 
(quando il salce era biondo e io ne stroncavo 
le anella con la fionda) son calati, 
vivi, nel trabocchetto. La tempesta 
certo li riunirà sotto quel tetto 
di prima, ma lontano, più lontano di 
questa terra folgorata dove bollono 
calce e sangue nell'impronta del 
piede umano. Fuma il ramaiolo in 
cucina, un suo tondo di riflessi 
accentra i volti ossuti, i musi aguzzi e 
li protegge in fondo la magnolia se 
un soffio ve la getta. La tempesta 
primaverile scuote d'un latrato 
di fedeltà la mia arca, o perduti
---
Foto: El Debate

domingo, marzo 23, 2025

Alexis Romero /De "La inclinación",3



La paciencia de las nubes

anota las cosas que viste
dile no a la temperatura que enferma el cuerpo

cántale al pájaro
que amanece triste por ti

borra las palabras dictadas
por el humus que ambiciona tus manos
no llames a los caracoles
no enciendas las velas para maldecir el viento

no me nombres
mientras recuperas el afecto
donde alguna vez durmió mi flaqueza

la casa de mi padre
es la habitación de mi desprecio
por la íntima paciencia de las nubes
que están para decirnos a quién no debemos mencionar


Los días anteriores 

una forma de la decadencia
agregué a mi cuerpo

no usaré más las palabras alma y espíritu
tal como las heredé de mi familia

quitaré los rieles
debo desviar el tren donde viajo sin paisajes

el mal es transitivo
me lo dicta el miedo que hallé en los hoyos
donde incendiábamos los desperdicios de los días anteriores
---
Alexis Romero (San Félix, Venezuela, 1966), La inclinaciónFundación La Poeteca, Caracas, 2021

---

sábado, marzo 22, 2025

Freda Laughton / Ahora soy una torre de oscuridad




De niña supe
que más allá del círculo de la lámpara
yacía la sombra de la sombra
de esta oscuridad,

esperando con un beso glacial
en el hueco de la escalera,
lista para cubrir la cama con visiones
que ningún párpado puede vencer.

Ahora soy una torre de oscuridad
cuyas ventanas, abiertas hacia adentro, 
miran allá abajo la marea de pensamientos.
Y en esta campana sensitiva,

por el silencio de los ojos ahuecada,
la mente su badajo hace oscilar.
Y se resuelve la vida en relaciones
de cadencia y disonancia.

Freda Laughton (Bristol, Reino Unido, 1907-Irlanda, 1945), A Transitory House, Jonathan Cape, Londres, 1945
Versión de Jonio González

NOW I AM A TOWER OF DARKNESS

As a child I knew
How, beyond the lamp’s circuit,
Lay the shadow of the shadow
Of this darkness,

Waiting with an arctic kiss
In the well of the staircase,
Ready to drape the bed with visions
No eyelids can vanquish.

Now I am a tower of darkness,
Whose windows, opening inward,
Stare down upon tidal thoughts.
And in this responsive bell,

Hollowed by the silence of the eyes,
The mind swings its clapper.
And life resolves into relationships
Of cadence and dissonance.
---

viernes, marzo 21, 2025

Cesare Pavese / Crepúsculo de areneros



Las barcazas remontan despacio, a pulso, pesadas;
casi inmóviles, espuman la viva corriente.
Es ya casi de noche. Aisladas, se detienen:
se debate y estremece la pala bajo el agua.
De hora en hora, otras barcas han llegado hasta aquí.
Muchos cuerpos de mujer han cruzado en el sol
sobre esta agua. Han bajado al agua o saltado a la orilla
a debatirse en pareja, alguna, sobre la hierba.
En el crepúsculo, el río está desierto. Dos o tres areneros
han bajado, con el agua hasta la cintura, y excavan el fondo.
El gran frío en las ingles agota y adormece las espaldas.

Aquellas mujeres no son más que un blanco recuerdo.
Las barcazas en la oscuridad descienden, pesadas de arena,
sin un corcovo, rasantes: hay un hombre sentado
en cada punta y un grano de fuego les arde en la boca.
Cada par de brazos trajina su remo,
una tibieza desciende sobre las piernas agotadas
y lejos se encienden las luces. Desaparecieron las mujeres
que a la mañana llevaban en las barcas, tendidas,
mientras que un joven, parado en la punta, remaba sudando.
Eran bellas esas mujeres: alguna descendía,
semidesnuda y desaparecía riendo con algún compañero.
Cuando cualquier atolondrado venía a buscar pelea,
los areneros levantaban la cabeza y la injuria moría
sobre la mujer acostada, como si estuviese ya desnuda.
Ahora vuelven los estremecimientos, entrevistos en la hierba,
a ocupar el silencio. Y cada cosa se concentra
en la punta de fuego, que vive. Ahora el ojo
se pierde en el humo invisible que sale de la boca
y las piernas recuperan el empujón de la sangre.

A la distancia, sobre el río, cintilan las luces
de Turín. Dos o tres areneros ha encendido,
sobre la proa, el fanal, pero el río está desierto.
La fatiga del día querría adormecerlos
y sus piernas están casi destruidas. Alguno no piensa
sino en atracar la barcaza y caer sobre la cama
y comer en el sueño, quizá soñando.
Pero alguno vuelve a ver aquellos cuerpos en el sol
y tendrá aún la fuerza de ir a la ciudad, bajo las luces,
a buscar, riendo, entre la muchedumbre que pasa.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa", Poesía completa, traducción de Jorge Aulicino, Barnacle, Buenos Aires, 2025

Más poemas de Cesare Pavese en Otra Iglesia Es Imposible
Una selección de poemas de Pavese en italiano en Avamposto
Una introducción a los poemas de Pavese en Op. Cit.


Crepuscolo di sabbiatori

I barconi risalgono adagio, sospinti e pesanti;
quasi immobili, fanno schiumare la viva corrente.
È già quasi la notte. Isolati, si fermano:
si dibatte e sussulta la vanga sott'acqua.
Di ora in ora, altre barche son state fin qui.
Tanti corpi di donna han varcato nel sole
su quest'acqua. Son scese nell'acqua o saltate alla riva
a dibbatersi in coppia, qualcuna, sull'erba.
Nel crepuscolo, il fiume è deserto. I due o tre sabbiatore
sono scesi con l'acqua alla cintola e scavano il fondo.
Il gran gelo dell'inguine fiacca e intontisce le schiene.

Quelle donne non sono che un bianco ricordo.
I barconi nel buio discendono grevi di sabbia,
senza dare una scossa, radenti: ogni uomo è seduto
a una punta e un granello di fuoco gli brucia alla bocca.
Ogni paio di braccia strascina il suo remo,
un tepore discende alle gambe fiaccate
e lontano s'accendono i lumi. Ogni donna è scomparsa,
che il matino le barche portavano stesa
e che un giovane, dritto alla punta, spingeva sudando.
Quelle donne eran belle: qualcuna scendeva
seminuda e spariva ridendo con qualche compagno.
Quando un qualche inesperto veniva a cozzare,
sabbiatori levavano il capo e l'ingiuria moriva
sulla donna distesa come fosse già nuda.

Ora tornano tutti i sussulti, intravisti nell'erba,
a occupare il silenzio e ogni cosa s'accentra
sulla punta di fuoco, che vive. Ora l'occhio
si smarrisce nel fumo invisibile ch'esce di bocca
e le membra ritrovano l'urto del sangue.

In distanza sul fiume, scintillano i lumi
di Torino. Due o tre sabbiatori hanno acceso
sulla prua il fanale, ma il fiume è deserto.
La fatica del giorno vorrebbe assopirli
e le gambe son quasi spezzate. Qualcuno non pensa
che a attracare il barcone e cadere sul letto
e mangiare nel sonno, magari sognando.
Ma qualcuno rivede quei corpi nel sole
e avrà ancora la forza di andare in città, sotto i lumi,
a cercare ridendo tra la folla che passa.
---

jueves, marzo 20, 2025

Carlos Guido y Spano / Dos poemas



Nenia*

En idioma guaraní,
una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya
cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:

¡Llora, llora urutaú
en las ramas del yatay,
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú ­
¡llora, llora urutaú!

¡En el dulce Lambaré
feliz era en mi cabaña;
vino la guerra y su saña
no ha dejado nada en pie
en el dulce Lambaré!

¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
Todo en el mundo he perdido;
en mi corazón partido
sólo amargas penas hay ­
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!

De un verde ubirapitá
mi novio que combatió
como un héroe en el Timbó,
al pie sepultado está
¡de un verde ubirapitá!

Rasgado el blanco tipoy
tengo en señal de mi duelo,
y en aquel sagrado suelo
de rodillas siempre estoy,
rasgado en blando tipoy.

Lo mataron los cambá
no pudiéndolo rendir;
él fue el último en salir
de Curuzú y Humaitá ­
¡Lo mataron los cambá!

¡Por qué, cielos, no morí
cuando me estrechó triunfante
entre sus brazos mi amante
después de Curupaití!
¡Por qué, cielos, no morí!...

¡Llora, llora, urutaú
en las ramas del yatay;
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú-
¡Llora, llora, urutaú!

* Canción fúnebre



Amira

Conocéis a la rubia y tierna Amira?
¡Qué belleza, qué flor, qué luz, qué fuego!
Su andar se ajusta al ritmo de la lira,
Hay en su voz la suavidad de un ruego.

El flamenco nadando en la laguna
Entre el verde juncal, no es más gallardo:
Espira un vago resplandor de luna,
Tiene la fresca palidez del nardo.

Hace soñar; la mente se colora
De su candor al virginal destello;
Se sueña con las rosas, con la aurora,
Con las hebras de luz de su cabello.

Parece que un espíritu celeste
Siguiéndola invisible la perfuma,
Y que su blanca y ondulante veste
Por el aire agitada hiciese espuma.

Ayer la vi pasar en lontananza,
E imaginó mi alma entristecida,
Era el ángel de la última esperanza
Que buscaba, el sepulcro de mi vida.

Carlos Guido y Spano (Buenos Aires 1827-1918), Poesías completas, Maucci Hnos, Buenos Aires, 1911,  Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
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Foto: Carlos Guido y Spano en la portada de la revista Caras y Caretas, 1918



miércoles, marzo 19, 2025

Mario Levrero / Ello




Algo late, algo crece en el altillo.
Se sospecha verde, se teme con ojos.

Se presume fuerte, blando, traslúcido, maligno.

No debemos, no queremos, no podemos verlo.

Para hablar de ello solamente usamos adjetivos, y no nos miramos a los ojos.

No usamos la crujiente escalera; no nos detenemos a escuchar junto a la puerta; no tomamos el picaporte y lo hacemos girar; no abrimos la puerta del altillo.
La máquina de pensar en Gladys, 1970

Mario Levrero (Montevideo, 1940- 2004)  Biblioteca Ignoria 

Más poemas de Mario Levrero  en Zenda, Poetas Siglo XXI
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Foto:

martes, marzo 18, 2025

Jonio González / Mudez




¿estás preparado
racimo
para el vino?

nube escondida
en la sucesión de noches
diáspora del cuerpo
es la herida

¿temes o deseas
flor
la llovizna?

sentido imaginario
última excusa
temor de encontrar
en el lugar vacío

[inédito]

Jonio González (Buenos Aires, 1954)

Foto: Jonio González /Facebbok

lunes, marzo 17, 2025

Jorge Fondebrider / Dos poemas




¿En qué consiste ser normal?
 
Acaso en guardar las apariencias
porque, al decir “normal”, “normalidad”,
hablamos de conceptos,
de ideas construidas y no de realidad. Pensemos:
cualquier familia,
cualquier unión entre personas que se quieran
engendra siempre error, a veces desencuentros
disfuncionalidad. Pensemos
en qué consiste ser normal
cuando hay un cuerpo que no somos,
un gusto que es ajeno
olor del sol que no sentimos, sombras, piedras,
un cielo inconcebible y es Finlandia
donde jamás se oyó la voz de nuestra suerte.
Pensemos en el límite de todo
que acaso nos impone guardar las apariencias,
saber que hay otra cosa y no nombrarla
por no saber cómo se nombra
la sombra del leopardo contra el pasto,
su rápida carrera. Ahora pensemos
en las reglas arbitrarias de cada grupo humano. 


Pongámosle que hay viento

un viento que sacude ahora las ramas que se rompen,
cae el nido que estaba en construcción.
Recomenzar,
juntar palitos,
hurgar entre las piedras,
las cosas que uno hace todo el tiempo. 

Pongámosle que llueve y el agua se escurre entre las tejas,
deja un charco y no da tiempo,
como quien dice no llegamos, perdemos el avión.
 
Pongamos lo que sea, da lo mismo
saber o no saber las consecuencias.

[inéditos]

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)

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Foto: Jorge Fondebrider, Feria del Libro de Buenos Aires. 2015, Antonio Nava / Secretaria de Cultura Ciudad de México/Wikimedia Commons

domingo, marzo 16, 2025

Lucas Peralta/ De "Cenizar"




XV

Queríamos hacer tradición, donde no existía;
queríamos hacer también profecía para
diseñar la gracia y el destino de
nuestras próximas ciudades.
                                             José Lezama Lima

Un hueco en el milagro, ahí calla su huésped.

Ahí donde nadie mira lo insólito de las rúbricas,
donde lo concreto del mundo parece declinar
aquel ruidoso graznido que nada refleja, y que
manifiesta el desarrollo de las grietas y su destino.
Polvo sin sacrificio, piedra y polvo en este devenir.
Sin eco para ser oído, ni lugar para el testimonio.

Ahí cada cosa es una neblina de piedras donde se
oyen latir y correr aquellas viejas gotas de sudor
que brotaron de frentes cansadas y que tan sólo 
lograron humedecer lo que no se concretó en la
realidad. Un nuevo intento estéril de verse en el 
espejo, de alcanzar la entrelínea de las súplicas.

Ahí levantamos nuestras voces. Sin acaso saber
nombrar y antes que comience a secarse aquella
soledad en la boca del que poco dice, se insiste
en la tarea. A tientas buscamos aquel inamistoso
salmo con fe de que lo nombrado se corporice,
con esas ganas de hacer hablar a los objetos.


Ahí nada está para ser leído. Un espacio sin sol,
astroso, pisoteado por aquel deseo ardiente que,
no por imaginar plegarias, sino por fomentarlas,
se desmorona. Sin opciones. Indiferencia para el
ojo y sin sustituto para los vocablos. Tal es la fiel
e intacta costumbre: hacer tradición en el vacío.


Ahí se asentó la palabra y también su silencio.


XVII
Ya no ampara aquel icono, ya no basta. Se redujo
solo a un nombre, a una intención. Y su simple
presencia cuestiona aquellas palabras que, según
entendían, eran para siempre. Ahora lo que ellas
signifi can serán otro escenario propicio y ajeno
en disputa. Huellas apenas divisadas; trozos de
algo que muestra; un rezo que, de afónico, viene a
acoplar aquellos murmullos ajenos a toda última fe.

Se abandonó la tarea de los profetas que tan solo 
pueden predicar lo asido de los escombros. Hay 
veces que se ven como sombras de sueños, como
sonidos lejanos producto de aquel eco vacío en que
se convirtió la historia. Ya es escaso lo que los aúna.
Ciertas hilachas en sus gargantas y poco más. Y así,
con la labor roída, encumbran lo que queda de sus
restos y guardan lo poco que les queda de presencia.

Como cubiertos, todos, por el manto del silencio
y el olvido, el polvo alcanzó a tapar sus caminos.
Siempre alivia cierto estrago, alcanza para evocar
lo mismo siempre necesario. Recomenzar, una y 
otra vez. Antiguas y nuevas tumbas encierran los
rostros, lo mismo sucede con el cenizal de quien
queda y retorna con los labios cansados, los pies
desnudos y la boca seca, inconclusa, aplazada.

No hay reino: sólo el harapo, silencioso, el enigma
de ceniza que vino a empapar a esta tierra y a todo
su desastre. Vladímir Ilich Uliánov encastrado en
mi penúltima voluntad de silencio; en la ausencia
profunda, en los fi eles momentos perdurables de
los rezagados de la historia. Vuelve a hacer estallar
los iconos, límpiate de aquello que ciertos profetas
olvidaron. Y empieza, nuevamente, a nacer o morir.

Lucas Peraltaa (Avellaneda, Argentina, 1977) Cenizar, publicará Barnacle

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Foto: Carla Meza / Facebook

sábado, marzo 15, 2025

Weldon Kees / Regreso




Mucho ruido y pocas nueces:
he regresado
con las manos tan vacías como cuando me fui.


Aunque los bosques estaban llenos,
y más allá del sendero
las gruesas ramas cargadas de frutos


se doblaban hasta la altura de mis rodillas,
me había propuesto que mi viaje
fuese para buscar piedras.


Pero en la playa sólo había
espinas secas
de pescado, valvas y una vieja camisa


de algodón, un bote de goma,
un trozo de cáscara de limón.
No era lo que yo tenía en mente:

nada más que piedras.
Bien, los días están llenos.
Éste al menos se acaba.

Mucho ruido y pocas nueces:
he regresado
con las manos tan vacías como cuando me fui.

Weldon Kees (Beatrice, Estados Unidos, 1914 - desaparecido en San Francisco, Estados Unidos, 1955),  The Collected Poems of Weldon Kees, University of Nebraska Press, Lincoln, Nebraska, 2003
 Versión de  Jonio González

Más poemas de Weldon Kees en Encuentros de Lecturas, Zaidenwerg


Back

Much cry and little wool:
I have come back
As empty-handed as I went.

Although the woods were full,
And past the track
The heavy boughs were bent

Down to my knees with fruit
Ripe for a still life, I had meant
My trip as a search for stones.

But the beach was bare
Except for the drying bones
Of a fish, shells, an old wool 

Shirt, a rubber boot,
A strip of lemon rind.
They were not what I had in mind:

It was merely stones.
Well, the days are full.
This day at least is spent.

Much cry and little wool:
I have come back
As empty-handed as I went.
---
Foto: Weldon Kees, California, 1951 Dan Wynn / Archivo de Dan Wynn

viernes, marzo 14, 2025

Carmen Ollé / De"Todo orgullo humea la noche"

 

Cavalcanti


Si una rosa no alcanzara la plenitud, de tu destreza -Guido-
no respondería.
La dama siempre de espaldas sonrió a un paisaje añorante.

Puesto que esa mujer más que razonar sueña, ella es en su
quietud más vieja que tu exilio,
y si otro besara su cuerpo amado ¿tu regreso no sería inútil?
Como cualquier locura, viento o blasfemia que mueva a quien
tanto ambiciona.
Puesto que esa mujer no ambiciona sino sueña se ha mantenido
joven en su pobreza.
Y si alguien derramara el vino atento sobre ella y otro la
besara en su coño, qué sería, entonces, si un viajero...


En el olvido
 

Deja ya Carmen de andar por ahí contando a
todos tus dolores;
con tanta queja a nadie haces bien y el culpable
se vanagloria,
Crece en riqueza y poder.
Dice que hay una tonta ya madura -aunque no
lo parezca- que vierte por él sangre.

Si tu cuerpo no alcanza en otro cuerpo la gloria:
que el sueño te recompense.

Carmen Ollé  (Lima, 1947), Todo orgullo humea la noche,  Lluvia Editores,  Lima,1988

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jueves, marzo 13, 2025

Czeslaw Milosz / Canción sobre el fin del mundo



El día del fin del mundo
La abeja gira encima de la flor de capuchina
El pescador repara una red brillante.
En el mar los delfines saltan alegres,
Los gorriones jóvenes se agarran del canalón
Y la serpiente tiene piel dorada, como la debe tener.

El día del fin del mundo
Las mujeres cruzan el campo bajo las sombrillas,
Un borracho se duerme a la orilla del césped,
En la calle pregonan los verduleros
Y una lancha con vela amarilla llega a la isla,
El son del violín en el aire persiste
Y abre la noche estrellada.

Y quienes esperaban relámpagos y truenos
Están decepcionados.
Y quienes esperaban señales y trompetas de arcángeles
No creen que esté sucediendo ya.
Mientras el sol y la luna están arriba,
Mientras el abejorro visita a la rosa,
Mientras nacen los niños rosados,
Nadie cree que esté sucediendo ya.

Sólo un viejito cano, que hubiera sido profeta,
Pero no es profeta porque tiene otro quehacer,
Dice amarrando los tallos de tomates:
No habrá otro fin del mundo,
No habrá otro fin del mundo.

Czeslaw Milosz  ( Šeteniai, Lituania, 1911- Cracovia, Polonia, 2004), Material de Lectura n° 108, selección y traducción  de Jan Zych, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 2011

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Foto: Czeslaw Milosz, Milán, Italia, 1993 Leonardo Cendamo/ Getty Images

miércoles, marzo 12, 2025

Rolando Revagliatti / Dos poemas




Quiero escribir


Papá
        quiero escribir
un libro lúbrico
                         obtuso
                                    alucinado
un libro que falte no escribir
el más atroz
más mal no escrito
ni siquiera
                 un poquito.


*


Rubia en movimiento


Aparece y desaparece
                                   rubia de verdad
te encuentra en su libreta
y llama por teléfono
                                cuando ya la olvidaste

viene y no viene
es detenida, pero se va
se deja retener huyendo
equidistante y cariñosa

te exige que la quieras
mientras la querés
te hace dudar
que es lo que precisa creer que advierte
para disparar
para arrancarse de vos
insostenible
                   tibia
                          disgustada.


Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945), de su libro Obras completas en verso hasta acá, 3a. edición, 2022. Descarga gratuita

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Foto: Gentileza del autor

martes, marzo 11, 2025

Biancamaria Frabotta / De "Los nuevos climas



En el verano del dos mil tres
todo se secó silenciosamente.
Un maravilloso azul apuntaba
sobre nosotros como un arma radiante
oprimía los pies contra el suelo, rociaba
de cal las paredes, penetraba, sin
siquiera un gota de lluvia
-ni a la noche dentro de nuestros ojos desorbitados.
Del tronco del manzano goteaba pez negra
y en febrero fue preciso cortarlo.
La higuera se salvó poniéndose al revés
el sediento vestido leve de sus hojas
y en julio recogimos higos secos
de la tierra, como en Navidad.
La sequía se llevó también dos durazneros
que se habían unido uno al otro
a espaldas de todo, en un solo árbol de fuego.



El 1° de mayo de aquel 1789, bajé al jardín
al alba, para ver en qué estado se encontraba
después de aquel terrible invierno en que el
termómetro había bajado, el 31 de diciembre, a 19 
grados bajo cero.” Bernardin de Saint-Pierre

En el campo fui hacia 
las rosas silvestres en el cerco
el lirio hediondo, las amapolas
los jazmines blancos, y después
los repollos, las alcachofas entre narcisos,
en el naranjo, heridos los ramos
perfumados de los azahares.
Yacía en tierra la hiedra floja
veteada de caracoles muertos
y sin embargo, escribiría Bernardin
no todo había sido muerto
por la terrible severidad de aquel invierno.
Todavía, en florido estilo, su jardín
gozaba de tardías pero robustas violetas
promesas de fresas y de prímulas, renacientes
hileras, huellas de savia en los perales.
Y ciertamente las vides comenzaban
ya a dar sus tímidos brotes.

Biancamaria Frabota (Roma, 1946-2022),  "Los nuevos climas", Por manos mortales, Gog y Magog, Buenos Aires, 2020
Versiones de Jorge Aulicino



Nell’estate del duemila e tre
tutto si prosciugò silenziosamente.
Un meraviglioso azzurro puntato
su di noi come un’arma radiosa
premeva i piedi sul suolo, spruzzava
di calce le pareti, entrava, senza
nemmeno una goccia di pioggia
anche di notte
dentro i nostri occhi spalancati.
Dal tronco del melo colava pece nera
e a febbraio bisognò abbatterlo intero.
Il fico si salvò scrollandosi di dosso
la veste lieve delle foglie assetate
e a luglio cogliemmo fichi secchi
da terra, come fosse Natale.
La siccità portò via anche due peschi
che si erano avviticchiati l’uno all’altro
all’insaputa di tutti, in un solo albero da fuoco




Il 1° maggio di quel 1789, scesi in giardino
all’alba, per vedere lo stato in cui si trovava
dopo quel terribile inverno in cui il termometro
era sceso, il 31 dicembre, fino a 19 gradi 
sotto zero.” Bernardin de Saint-Pierre

Entrando nel campo cercai
le roselline selvatiche nella rete
gli iris infestanti, i papaveri
i gelsomini bianchi e dopo,
i cavoli, i carciofi fra i narcisi,
sull’arancio ferito i grappoli
profumati della zagara.
In terra giaceva l’edera vizza
screziata di morte lumache
eppure, scriveva Bernardin
non tutto era stato ucciso
dalla terribile severità di quell’inverno.
Ancora, in stile fiorito, il suo giardino
godeva di tardive, ma robuste violette
promesse di fragole e primule, risalenti
filari e tracce di linfa nei peri.
In verità le viti cominciavano
appena ad aprire i germogli.
---

lunes, marzo 10, 2025

Malcolm de Chazal / De "Sentido plástico"





El ojo es el más pequeño de todos los muebles. Reposo: cada uno está sentado en su ojo como en un diván. Para despertar el interés de alguien, se siente a veces algo así como la necesidad de arrancarlo de su ojo del mismo modo que si se lo sacara de su sillón por un brazo.


*

Como el fuego, la luz también tiene su "humo", que sólo desprenden el agua y el cristal incoloro en los que ella se difunde.
La araña de cristal, la catarata en la que arde la luz, desprenden una luminosidad gaseosa, especie de niebla de claridad con destellos traslúcidos, que da la impresión por momentos como de un horno de luz que arde en el seno del agua y del cristal creando efectos de creciente de luz en la masa de vidrio que se expande y en la masa de agua que cae.
En el chorro de agua que brota, la luz precede al hilo de agua. Lanzad una esfera de zinc con suficiente velocidad al espacio y ella se escindirá en una bolilla de luz con una pelota de zinc a remolque. El brillo se coloca siempre a la cabeza del autobólido. La estrella fugaz quizás no sea más que el brillo de un cuerpo celeste que va muy atrás a remolque.


*

Llueve silencio antes de la lluvia. El ruido torrencial proveniente de muy Iejos que arrasa el suelo es cubierto, justo antes de la lluvia, por chaparrones de silencio que caen de las altas capas de la atmósfera. Llueve silencio antes de la lluvia el cual será barrido por la regadera de la lluvia que avanza. Pero, como un director de orquesta que no "desaparece" nunca, en cada entreacto del chaparrón caen gotitas espaciadas de silencio, así como los brazos del maestro arrojan rosarios de ademanes en los huecos de la composición.
                                                                                                       Sens Plastique [1948]

Malcolm de Chazal (Vacoas, República de Mauricio, 1902- Curepipe, República de Mauricio, 1981), Antología de la poesía surrealista de lengua francesa, selección y traducción de Aldo Pellegrini, Fabril Editora, Buenos Aires,1961

Más poemas de Malcolm de Chazal en La Pecera, El Batiscafo Rojo, La Parada Poética, Piedra Rosetta
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domingo, marzo 09, 2025

Fernando Pessoa / Alberto Caeiro / De" Poemas inconjuntos"


No basta con abrir la ventana...

No basta con abrir la ventana
Para ver los campos y el río.
No es bastante no ser ciego
Para ver los árboles y las flores.
Es también preciso no tener ninguna filosofía.
Con filosofía no hay árboles: hay apenas ideas.
Hay solo cada uno de nosotros, como un sótano.
Hay solo una ventana cerrada, y todo el mundo de allá afuera;
Y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriera,
Que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.

Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935), Alberto Caeiro, "Poemas Inconjuntos”. Athena, nº 5, Lisboa: Febrero de 1925. Arquivo Pessoa
Versión de Isaías Garde, Biblioteca Ignoria


Não Basta

Não basta abrir a janela
Para ver os campos e o rio.
Não é bastante não ser cego
Para ver as árvores e as flores.
É preciso também não ter filosofia nenhuma.
Com filosofia não há árvores: há ideias apenas.
Há só cada um de nós, como uma cave.
Há só uma janela fechada, e todo o mundo lá fora;
E um sonho do que se poderia ver se a janela se abrisse,
Que nunca é o que se vê quando se abre a janela.

Fernando Pessoa,"Poemas Inconjuntos”. Poemas de Alberto Caeiro, (Nota explicativa y notas de João Gaspar Simões e Luiz de Montalvor.), Ática, Lisboa, 1946 (10ª edición: 1993).
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Foto: Fernando Pessoa A Brasileira do Chiado

sábado, marzo 08, 2025

W. H. Auden / Cattivo tempo

 

El siroco trae a los diablos menores:
un portazo
a las cuatro de la madrugada
anuncia que han vuelto,
más insolentes y más gordos
por la mala literatura
y los dramas cursis.
Son Nibbar, demonio
de los berretines y de la estupidez,
y Tubervillus, demonio
del chisme y el rencor.

Nibbar va al estudio
para susurrar de manera plausible
lo que casi está bien,
lo que casi es verdad.
Cuídate de él, poeta,
por si, leyendo por encima de tu hombro, encuentra
lo que lo pone contento,
el estilo artero,
el significado confuso,
el poema malo.

Tubervillus se dirige al comedor,
resuelto a escuchar,
esperando que se le dé pie.
Cuídense de él, amigos,
por si a sus instancias la charla
toma un giro equivocado,
la lengua suelta
con perversidad espeta
una verdad a medias,
la diversión se afea,
y los chistes duelen.

No los subestimes; con sólo
romper el poema
o cerrar la boca
no derrotarás a ninguno de los dos:
encontrarte a solas,
confinado en tu dormitorio
fabricando allí,
por lascivia o autopreocupación
algún quejoso e intratable
diablillo propio,
eso es también triunfo de ellos.

El contraataque correcto es aburrirlos;
dejar correr la tediosa pluma
por la tediosa correspondencia,
menear la afilada lengua
en chapuceado italiano, pedirle al peluquero
socialista que adivine
o al monárquico pescador que nos diga
cuándo cambiará el viento,
engañando al infierno
con la obviedad humana.

1949

W. H. Auden (York, 1907-Viena, 1973), , W.H. Auden: Los Estados Unidos, y después. Poesía selecta, 1939-1973, Ediciones Activo Puente, Buenos Aires, 2009
Traducción de Rolando Costa Picazo


Cattivo tempo
Sirocco brings the minor devils: / A slamming of doors/ At four in the morning/ Announces they are back, / Grown insolent and fat / On cheesy literature / And corny dramas, / Nibbar, demon / Of ga-ga and bètise, / Tubervillus, demon / Of gossip and spite. // Nibbar to the writting-room / Plausibly to whisper / The nearly fine, / The almost true; / Beware of him, poet, / Lest, reading over / Your shoulder, he find / What makes him glad, / The manner arch, / The meaning blurred, / The poem bad. // Tubervillus to the dining-room / Intently to listen, / Waiting his cue; / Beware of him, friends, / Lest the talk at his promoting / Take the wrong turning. / The umbated tongue / In mischief blurt / The half-home truth, / The fun turn ugly, / The jokes hurt. // Do not underrate them; merely / To tear up the poem. / To shut the mouth / Will defeat neither: / To have got you alone / Self-confined to your bedroom / Manufacturing there / From lewdness or self-care / Some whining unmanaged / Imp of your own, / That too is their trumph. // The proper riposte is to bore them; / To scurry the dull pen / Through dull correspondence, / To wag the sharp tongue / In pigeon Italian, / Asking the socialist / Barber to guess / Or the monarchist fisherman to tell / When the wind change, / Outwitting hell / With human obviousness. 


1949
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Foto: W. H. Auden en Fire Island, Nueva York, Estados Unidos  Jerry Cooke/  Corbis/ Getty Images/ The Guardian

viernes, marzo 07, 2025

Bianca Tarozzi / A las ocho, una voz...



A las ocho una voz en el teléfono
me dice: “Se ha ido”. Y yo
sin decir una palabra, sin responder nada
excepto "sí", acompaño a la nena
a la guardería. En el momento de colgar 
en la baja hilera de perchas
la pequeña campera colorida
me detengo y le digo  a la portera
que no tiene nada que ver,
que está ahí por casualidad,:
“Hoy murió mi madre.”
Ella responde algo que no oigo.
pero el rostro permanece apagado, indiferente,
y vuelvo, sola, a mi silencio.
Ahora esa cara,
cuando la veo me recuerda el día.
que no recuerdo excepto por esa cara:
una cara apagada, distante y redonda –
extraña, como se había vuelto el mundo.

Prima e doppo, 2000

Bianca Tarozzi (Bolonia, Italia, 1941) Vía Biancamaria Frabotta /Facebook
Versión de Jorge Aulicino


Alle otto al telefono una voce
mi dice: “Non c’è più” E io
senza fiatare, senza replicare
altro che “sì”, accompagno la bambina 
all’asilo. Al momento di attaccare
alla fila dei bassi attaccapanni 
la minuscola giacca colorata 
mi fermo, e all’inserviente 
che non c’entra per niente,
che è lì per caso, dico:
“Oggi è morta mia madre”.
Lei risponde qualcosa che non sento 
ma il viso resta spento, indifferente, 
e io ritorno, sola, al mio silenzio. 
Ora quel viso,
quando lo vedo, mi ricorda il giorno 
che non ricordo salvo per quel viso: 
un viso spento, lontano, rotondo –
estraneo, come si era fatto il mondo. 
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Foto: Dino Ignani

jueves, marzo 06, 2025

Lola Ridge / El violinista



En un pequeño café húngaro
hombres y mujeres beben
vino amarillo en copas altas.
A través de la lechosa niebla del humo,
el violinista, esmirriado, rubio,
se inclina sobre su violín
como sobre el pecho de una mujer.
El rojo cabello se enciende hasta arder
en la manga de su chaqueta negra
donde su blanca y delgada mano
tiembla y se zambulle,
como una astilla de luz de luna
cuando el viento ha roto el agua.

The Ghetto and Other Poems,1918

Lola Ridge (Dublín, 1873-Nueva York, Estados Unidos 1941) To the Many: Collected Early Works, Little Island Press, Auckland, 2018
Versión de Jonio González



The fiddler

In a little Hungarian cafe
Men and women are drinking
Yellow wine in tall goblets.
Through the milky haze of the smoke,
The fiddler, under-sized, blond,
Leans to his violin
As to the breast of a woman.
Red hair kindles to fire
On the black of his coat-sleeve,
Where his white thin hand
Trembles and dives,
Like a sliver of moonlight,
When wind has broken the water.
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miércoles, marzo 05, 2025

René Char / dos poemas





Los soles canoros 

Las desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que invernan en el hospital y conservan la embriaguez de
las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La parietaria de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna alrededor de los sudorosos embalsamadores del trabajo.

                                                                    L'action de la justice est éteinte [1931]


A la salud de la serpiente


I

Yo canto el calor con rostro de recién nacido, el calor
desesperado.

I I

Le toca al pan romper al hombre, le toca ser la belleza
del amanecer.

IV
En la ronda de la golondrina una tormenta se forma, un
jardín se diseña.

V

Siempre habrá una gota de agua que dure más que el sol
sin que el ascendiente del sol sufra por eso.

VII

Lo que viene al mundo para no trastornar nada, no
merece ni consideración ni paciencia.

XI

Tú harás del alma que no existe, un hombre mejor que
ella.

XX

No te encorves smo para amar. Aun muerto, sigues
amando.

XXIV

Si habitamos un relámpago, allí está el corazón de lo
eterno.

XXV 
La poesía es de todas las aguas claras la que menos se
demora ante los reflejos de sus puentes.
Poesía, vida futura en el interior del hombre que ha
ganado en calidad.
                                            Le poème pulvérisé [947]


René Char (L'Isle-sur-Sorgue, Francia, 1907-París, 1988), Antología de la poesía surrealista de lengua francesa, Fabril Editora, Buenoe Aires, 1961; Argonauta, Buenos Aires, 2006
Versiones de Aldo Pellegrini 

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Foto: René Char en L'Isle-sur-la-Sorgue, France, 1983 Serge Assier/Gamma-Rapho/ Getty Images