jueves, diciembre 31, 2020

Geoffrey Hill / En memoria de Jane Fraser
























Cuando la nieve como un rebaño yacía en el recinto
Y los vientos iban mendigando en cada puerta,
Y las lejanas colinas estaban azules de frío,
Y un helado sudario yacía sobre el páramo,

Ella mantuvo el asedio. Y cada día
La vimos cavilando sobre la muerte
Como un pájaro fuerte sobre su presa.
La habitación se llenó con el aire de la caldera.

Húmedas cortinas pegadas al vidrio
Sellaban el tiempo. Su cuerpo se congeló
Como para congelarnos a todos, encadenando
La creación a un descanso aturdido.

Murió antes de que el mundo pudiera moverse.
En marzo, el hielo desató el arroyo
Y el agua erizó el cabello del sol.
Los conos muertos sobre el aliso temblaron.

Geoffrey Hill (Bromsgrove, Reino Unido, 1932-Cambridge, Reino Unido, 2016), New and Collected Poems, 1952-1992., Buenos Aires Poetry, 30 de diciembre de 2020
Traducción de Juan Arabia



In Memory of Jane Fraser

When snow like sheep lay in the fold
And winds went begging at each door,
And the far hills were blue with cold,
And a cold shroud lay on the moor,

She kept the siege. And every day
We watched her brooding over death
Like a strong bird above its prey.
The room filled with the kettle’s breath.

Damp curtains glued against the pane
Sealed time away. Her body froze
As if to freeze us all, and chain
Creation to a stunned repose.

She died before the world could stir.
In March the ice unloosed the brook
And water ruffled the sun’s hair.
Dead cones upon the alder shook.
---

miércoles, diciembre 30, 2020

Liliana Ponce / Las aguas dulces
















Volviendo a soñar crucé las aguas dulces
que avanzaban sobre orillas arenosas
-aguas turbias apenas hamacadas,
apenas tibias.

Volviendo a soñar crucé las aguas
y el límite de horizonte gris que se alejaba.
Busqué mi cuerpo partido:
los brazos movían objetos extraños,
amorfos objetos marinos
-aparición de semejanzas
al otro lado de la premonición.

Y regresé del sueño
hasta los portales de la vigilia
y el plenilunio.

Liliana Ponce (Buenos Aires, 1950)  

Mi jardín salvaje
Universidad Eafit, 
Medellín, 2020










martes, diciembre 29, 2020

Fabio Pusterla / Superposiciones en Berlín
















Sobre el sentido, me preguntaste desde lejos: sobre qué sentido
tendría entonces la cosa.
Te respondo que vi a una chica
posar como para un cubista en una estela
del Denkmal en Berlín, una piedra entre miles
por seis millones de muertes sin sentido; otra estiraba
las piernas flexionando también el tronco y mirando de reojo
por si acaso se le escapaba a los transeúntes
la evidencia de los senos.
Ahí podés escuchar los nombres y las historias.
de todos, si tenés seis años de tiempo, y aún faltarán
los sin nombre, los desaparecidos y la infinita
descendencia negada de las cenizas,
sin historia ni dónde.
A la salida ves a dos persiguiéndose, gritando,
es casi de noche, un mensaje habla del padre de un amigo
que se fue para siempre, el trafico
corre rápido, entre flashes de selfies y risas, no llueve.
No sé decirte el sentido. Lo busqué
mucho tiempo sin encontrarlo. Ahora tal vez me basta
el destello amarillo del ginko biloba,
un resplandor sobre el agua del Spree,
quizás en el lugar exacto donde hubo una ráfaga
y un cuerpo enviado al fondo.
Un solo nombre como una piedra en la mano
que guardo cerrada en mi bolsillo. Un aroma de rosa
salvaje. También
dolor, si es necesario.
Eso también, sí. Me quedo escuchando, respiro.

Fabio Pusterla (Mendrisio, Suiza, 1957), Cenere, o terra, Marcos y Marcos, Milán, 2018 Vía Medium Poesia


Foto: L'Indice

SOVRAPPOSIZIONI A BERLINO

Del senso, mi chiedevi da lontano: di che senso
avrebbe allora la cosa.
Ti rispondo che ho visto una ragazza
mettersi in posa da cubista su una stele
del Denkmal di Berlino, una pietra fra migliaia
per sei milioni di morti senza senso; un’altra si sgranchiva
le gambe flettendo bene anche il tronco e occhieggiando
caso mai fosse sfuggita ai passanti
l’evidenza dei seni.
Lì sotto puoi ascoltare i nomi e le storie
di tutti, se hai sei anni di tempo, e ancora mancheranno
i senza nome, i dispersi e l’infinita
discendenza negata della cenere,
senza storia né dove.
All’uscita vedi due che si rincorrono, gridano,
è quasi sera, un messaggio dice del padre di un amico
che è partito per sempre, il traffico
scorre veloce, tra lampi di selfie e risate, non piove.
Non so dirti del senso. L’ho cercato
a lungo senza trovarlo. Ora forse mi basta
il lampo giallo del ginko biloba,
un bagliore sull’acqua della Sprea
forse nel punto esatto di una raffica
e di un corpo sprofondato laggiù.
Un solo nome come un sasso nella mano
che tengo chiusa in tasca. Un sentore di rosa
selvatica. Anche
il dolore, se fosse necessario.
Anche quello, sì. Resto in ascolto, respiro.

lunes, diciembre 28, 2020

Cesare Pavese / Manía de soledad



Como un poco de cena sentado en la clara ventana.
En la habitación ya está oscuro y se ve el cielo.
Afuera, los caminos tranquilos conducen,
después de un trecho, al campo abierto.
Como y miro el cielo -quién sabe cuántas mujeres
están comiendo a esta hora-, mi cuerpo está tranquilo;
el trabajo aturde mi cuerpo y a cada mujer.

Afuera, después de la cena, vendrán las estrellas a tocar,
sobre la ancha llanura, la tierra. Las estrellas están vivas,
pero no valen estas cerezas que como solo.
Veo el cielo, pero sé que entre los techos herrumbrosos
ya brilla alguna luz y que, abajo, hay un susurro.
Un gran sorbo y mi cuerpo saborea la vida
de las plantas y de los ríos, y se siente unido a todo.
Basta un poco de silencio y cada cosa se detiene
en su lugar real, así como está detenido mi cuerpo.

Cada cosa está aislada delante de mis sentidos
que la aceptan sin turbarse: un roce de silencio.
Cada cosa en la oscuridad la puedo saber
como sé que mi sangre corre en las venas.
La llanura es un gran fluir de agua entre la hierba,
una cena de todas las cosas. Cada planta y cada piedra
vive inmóvil. Escucho a mis alimentos nutrir las venas
de cada cosa que vive sobre esta llanura.

No importa la noche. El cuadrado del cielo
me susurra todos los rumores, y una estrella menuda
se debate en el vacío, alejada del alimento,
de las casas, distinta. No se basta a sí misma
y necesita demasiadas compañeras. Aquí en lo oscuro, solo,
mi cuerpo está tranquilo y se siente patrón.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950), "Lavorare stanca" (1936, 1943), Trabajar cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino

Imagen: Letteratura Tattile s/d

Otra Iglesia Es Imposible - Fondazione Cesare Pavese - Grisielda García Editoria - Ediciones del Dock - Editorial Cartografías - Op.Cit. - Dardanelos - De Sibilas y Pitias - Eterna Cadencia - Nosotros - Indie Hoy

Mania di solitudine
Mangio un poco di cena seduto alla chiara finestra. / Nella stanza è già buio e si guarda il cielo. / A uscir fuori, le vie tranquille conducono / dopo un poco, in aperta campagna. / Mangio e guardo nel cielo - chi sa quante donne / stan mangiando a quest'ora - il mio corpo è tranquillo;/ il lavoro stordisce il mio corpo e ogni donna. // Fuori, dopo la cena, verranno le stelle a toccare / sulla larga pianura la terra. Le stelle son vive,/ ma non valgono queste ciliege, che mangio da solo./ Vedo il cielo, ma so che fra i tetti di ruggine / qualche lume già brilla e che, sotto, si fanno rumori./ Un gran sorso e il mio corpo assapora la vita / delle piante e dei fiumi e si sente staccato da tutto. / Basta un po' di silenzio e ogni cosa si ferma / nel suo luogo reale, così com'è fermo il mio corpo. // Ogni cosa è isolata davanti ai miei sensi,/ che l'accettano senza scomporsi: un brusío di silenzio. / Ogni cosa, nel buio, la posso sapere / come so che il mio sangue trascorre le vene. / La pianura è un gran scorrere d'acque tra l'erbe, / una cena di tutte le cose. Ogni pianta e ogni sasso / vive immobile. Ascolto i miei cibi nutrirmi le vene / di ogni cosa che vive su questa pianura. // Non importa la notte. Il quadrato di cielo / mi susurra di tutti i fragori, e una stella minuta / si dibatte nel vuoto, lontano dai cibi, / dalle case, diversa. Non basta a se stessa, / e ha bisogno di troppe compagne. Qui al buio, da solo, / il mio corpo è tranquillo e si sente padrone. --- 
Poesie, Mondadori, 1969

domingo, diciembre 27, 2020

Mijaíl Lérmontov / La tierra y el cielo




¿Cómo no amar más la tierra que el cielo?
    La felicidad del cielo es oscura,
y aunque la terrestre es cien veces más pequeña,
    sabemos cómo es.

Recordamos las ilusiones y las desgracias del pasado,
    la atracción por el misterio hierve en nosotros;
la incertidumbre de la esperanza terrestre nos alarma,
    y nos hace reír la brevedad de la tristeza.

El alma del presente le teme
    a la lejanía oscura que desconoce;
 deseamos probar la gloria del cielo,
    pero nos angustia separarnos de este mundo.

Todo lo que poseemos es más complaciente,
    aunque también buscamos lo otro,
y a la hora de partir vemos con claridad:
    todo se emparentó con el alma.

Mijaíl Lérmontov (Moscú, 1814-Piatigorsk, Rusia, 1841), Animales en Bruto, 7 de diciembre de 2011
Traducción de Natalia Litvinova


Imagen: Retrato de Mijaíl Lérmontov por Alexander Ivanovich Klyunder, 1838 (detalle) Wikimedia Commons/Instituto de Literatura Rusa de San Petersburgo 

sábado, diciembre 26, 2020

Piedad Bonett / Los hombres tristes no bailan en pareja















Los hombres tristes ahuyentan a los pájaros.
Hasta sus frentes pensativas bajan
las nubes
y se rompen en fina lluvia opaca.
Las flores agonizan
en los jardines de los hombres tristes.
Sus precipicios tientan a la muerte.
En cambio,
las mujeres que en una mujer hay
nacen a un tiempo todas
ante los ojos tristes de los tristes.
La mujer-cántaro abre otra vez su vientre
y le ofrece su leche redentora.
La mujer-niña besa fervorosa
sus manos paternales de viudo desolado.
La de andar silencioso por la casa
lustra sus horas negras y remienda
los agujeros todos de su pecho.
Otra hay que al triste presta sus dos manos
como si fueran alas.
Pero los hombres tristes son sordos a sus músicas.
No hay pues mujer más sola,
más tristemente sola,
que la que quiere amar a un hombre triste.

Piedad Bonnett (Amalfi, Colombia, 1951)

La pequeña batalla de los días
Llantén, 
Buenos Aires, 2019










Foto: Arcadia

Descargas: Nadie en casa, Piedad Bonett, Universidad Externado de Colombia, 2006 PDF

viernes, diciembre 25, 2020

Federico García Lorca / De "Así que pasen cinco años"



ARLEQUÍN.

El Sueño va sobre el Tiempo
flotando como un velero.
Nadie puede abrir semillas
en el corazón del Sueño.

(Se pone una careta de alegrísima expresión.)

¡Ay, cómo canta el alba! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

(Se quita la careta.)

El Tiempo va sobre el Sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo.

(Se pone una careta de expresión dormida.)

¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué espesura de anémonas levanta!

(Se la quita.)

Sobre la misma columna,
abrazados Sueño y Tiempo,
cruza el gemido del niño,
la lengua rota del viejo.

(Con una careta.)

¡Ay cómo canta el alba! ¡Cómo canta!

(Con la otra careta.)

¡Qué espesura de anémonas levanta!

Y si el Sueño finge muros
en la llanura del Tiempo,
el Tiempo le hace creer
que nace en aquel momento.

¡Ay, cómo canta la noche! ¡Cómo canta!
¡Qué témpanos de hielo azul levanta!

Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, España, 1898-Granada, España, 1936), "Así que pasen cinco años", Acto III [1931], Así que pasen cinco años, Diván del Tamarit, Odas, Poemas póstumos, Editorial Losada, Buenos Aires, 1944


Foto: Federico García Lorca, Madrid, 1934 La Vanguardia

jueves, diciembre 24, 2020

Luís Vaz de Camões / Cambian los tiempos, cambian voluntades

Cambian los tiempos, cambian voluntades.
Cambian los seres, cambia la confianza;
Todo el mundo está hecho de mudanza
Y toma siempre nuevas cualidades.

Continuamente vemos novedades,
Diferentes en todo a la esperanza:
Del mal queda dolida remembranza.
Del bien, cuando lo hubo, las saudades.

El tiempo cubre con su verde manto
El piso. Antes lo fue de nieve fría.
Y en mí convierte en lloro el dulce canto.

Y fuera este mudar de cada día,
Otro cambio hace de mayor espanto:
Que nada cambia ya como solía.

Luís Vaz de Camões (Lisboa, c.1524-1580), Versos e alguma prosa, Fundação Calouste Gulbenkian-Moraes Editores, Lisboa, 1977
Versión de Jorge Aulicino



Mudam-se os tempos, mudam-se as vontades,
Muda-se o ser, muda-se a confiança:
Todo o mundo é composto de mudança,
Tomando sempre novas qualidades.

Continuamente vemos novidades,
Diferentes em tudo da esperança:
Do mal ficam as mágoas na lembrança,
E do bem (se algum houve) as saudades.

O tempo cobre o chão de verde manto,
Que já coberto foi de neve fria,
E em mim converte em choro o doce canto.

E afora este mudar-se cada dia,
Outra mudança faz de mor espanto,
Que não se muda já como soía.
---
Ilustración: Uno de los llamados "retratos de Goa". Luis de Camões vivió en ese estado occidental de la India catorce años como soldado convicto, condenado al servicio militar en el extranjero. Este retrato anónimo está fechado después de la muerte del poeta. La imagen lo muestra tuerto, como otros retratos. Se cree que había perdido el ojo en una escaramuza en Ceuta. Getty Images/DeAgostini/Biblioteca Nacional de Lisboa

miércoles, diciembre 23, 2020

Ibaragi Noriko / Días de sufrimiento días de tristeza


















Días de sufrimiento
días de tristeza
fortalecen a pocos hombres
probablemente sólo cinco milímetros

Pero sólo cuando se atraviesa algo
dentro del corazón tan congelado
que aún es difícil respirar
se dan cuenta

que eso fue suficiente tiempo para mantenerse
Si poco a poco se fortalecen y se van
tal vez llegarán a entender
los dolores de los hombres

y las heridas como granadas
pero aunque entiendan no importará
pero
(es mejor que no entender)

les vence el sufrimiento
son machucados por la tristeza
y no quieren
transformarse en un cactus severo
No tienen otra opción más que aceptar
las espinas pequeñas ocasionales

y también la enfermedad
porque en la alegría
y la felicidad
no existen los elementos de la autorreflexión

Ibaragi Noriko (Osaka, Japón, 1926-2006), Emma Gunst, 11 de junio de 2016
Traducción de Edward Murillo


Foto: Collage de Riko Ibaraki, 2015 Abekino Design 



苦しみの日々 哀しみの日々 茨木のり子

苦しみの日々
哀しみの日々
それはひとを少しは深くするだろう
わずか五ミリぐらいではあろうけれど

さなかには心臓も凍結
息をするのさえ難しいほどだが
なんとか通り抜けたとき 初めて気付く
あれはみずからを養うに足る時間であったと

少しずつ 少しずつ深くなってゆけば
やがては解るようになるだろう
人の痛みも 柘榴のような傷口も
わかったとてどうなるものでもないけれど
    (わからないよりはいいだろう)

苦しみに負けて
哀しみにひしがれて
とげとげのサボテンと化してしまうのは
ごめんである

受け止めるしかない
折々の小さな刺や 病でさえも
はしゃぎや 浮かれのなかには
自己省察の要素は皆無なのだから

martes, diciembre 22, 2020

Robert Bly / El ruso






















«Los rusos tenían pocos médicos en el frente.
El trabajo de mi padre era el siguiente: una vez terminada
la batalla, caminaba entre los heridos.
se sentaba y preguntaba: "¿Quieres morir
por tu cuenta, o que yo acabe con esto?"
La mayoría decía: "No me deje." Los dos se fumaban
un cigarrillo. Él sacaba su pequeña libreta
—no teníamos placa de identificación, ¿sabes?— y escribía el nombre
del hombre, el de su esposa, sus hijos, su dirección y qué
quería decirles. Cuando el cigarrillo se acababa,
el soldado volvía la cabeza hacia un costado. Mi padre
remató a cuatrocientos hombres de esa forma durante la guerra.
Jamás se volvió loco. Eran su gente.
Vino a Toronto. Se pasaría los veranos
en el jardín con una manguera, regando
el césped con ella. Se tardaba mucho tiempo. Le hablaba
a la luna, al viento. "Puedo oírte crecer",
le decía a la hierba. "Venimos y nos vamos.
Tú y yo no somos diferentes el uno del otro. Todos formamos
parte de algo. Tenemos un hogar." Cuando yo tenía trece años,
dije: "Papá, ¿sabes que han inventado aspersores?"
Siguió regando el césped.
"Ésta es mi vida. Si no lo entiendes, cierra la boca."»

Robert Bly (Lac qui Parle, Minnesota, Estados Unidos, 1925), Morning Poems, HarperCollins, Nueva York, 1997
Versión de Jonio González



The Russian

«The Russians had few doctors on the front line.
My father's job was this: after the battle
Was over, he'd walk among the men hit,
Sit down and ask: "Would you like to die on your
Own in a few hours, or should I finish it?"
Most said, "Don't leave me." The two would have
A cigarette. He'd take out his small notebook—
We had no dogtags, you know— and write the man's
Name down, his wife's, his children, his address, and what
He wanted to say. When the cigarette was done,
The soldier would turn his head to the side. My father
Finished off four hundred men that way during the war.
He never went crazy. They were his people.
He came to Toronto. My father in the summers
Would stand on the lawn with a hose, watering
The grass that way. It took a long time. He'd talk
To the moon, to the wind. "I can hear you growing" -
He'd say to the grass. "We come and go.
We're not different from each other. We are all
Part of something. We have a home." When I was thirteen
I said, "Dad, do you know they've invented sprinklers
Now?" He went on watering the grass.
"This is my life. Just shut up if you don't understand it."»

lunes, diciembre 21, 2020

André Breton / El marqués de Sade
















El marqués de Sade ha regresado al interior del volcán en erupción
De donde había venido
Con sus hermosas manos ornadas todavía
Sus ojos de muchacha
Y esa razón en flor de sálvese quien pueda
Que sólo estuvo en él
Pero desde el salón fosforescente con lámparas de vísceras
No ha dejado de dar órdenes misteriosas
Que abren una brecha en la noche moral
Por esa brecha veo
Las grandes sombras crujientes de la vieja corteza minada
Que se disuelve
Para dejar que te ame
Como el primer hombre amó a la primera mujer
Con toda libertad
Esta libertad
Por la que el fuego se hizo hombre
Por la que el Marqués de Sade desafió a los siglos con sus grandes árboles abstractos
De acróbatas trágicos
Montados en el hilo de la Virgen del deseo.
                                                                      L'Air de l'Eau, 1934

André Breton (Tinchebray, Francia, 1896-París, 1966), Poetas franceses contemporáneos, selección, versiones y notas de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974


Foto: +Cultura s/d

Le marquis de Sade

Le marquis de Sade a regagné l'intérieur du volcan en éruption
D'où il était venu
Avec sas belles mains encore frangées
Ses yeux de jeune fille
Et cette raison à fleur de sauve-qui-peut qui ne fut
Qu'à a lui
Mais du salon phosphorescent à lamps de viscères
Il n'a cessé de jeter les ordes mystérieux
Qui ouvrent une brèche dans le nuit morale
C'est per cette brèche que je vois
Les grandes ombres craquantes le vieille écorce minée
Se dissoudre
Pour me permettre de t'aimer
Comme le premier homme aima la première femme
En toute liberté
Cette liberté
Pour laquelle le feu même s'est fait homme
Por laquelle le marquis de Sade défia les siècles de sas grands arbres abstraits
D'acrobates tragiques
Cramponnés au fil de la Vierge du désir.

domingo, diciembre 20, 2020

René Ménard / La bien amada

























La tarde no ha cerrado sus párpados de arcilla.
Aunque lejana, aunque desarmada, tú velas
Todo este cielo extraño se sostiene en tu rostro
Tú pronuncias en mí las palabras más simples
Los hombres, los caminos, las casas y los campos,
Y retienes en ti lo que importa a mis ojos
Con el único paso que hace amar a la tierra
Trazas este poema de pasos donde el río
Se inscribe, y el potrillo, el manzano devueltos,
El azar, mas que el suave plumón justificado
Cuando fielmente para nuestra vida lo tejes
Aun en el horizonte la presencia de un árbol
Muestra válidamente el cielo y sus raíces
Beben negrura... Pero de sus hojas diría
Que ellas son los cabellos perfumados que llevas
Por debajo del cielo y encima de la tierra.

                                         Architecte de la Solitude, 1970

René Ménard (París, 1908-Fontainebleau, Francia, 1980), Poetas franceses contemporáneos, selección, versiones y notas de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974


Imgen: Portada del cuaderno de poesía que confeccionaban prisioneros del Campo de Soest, Alemania, en 1942, entre ellos Ménard. Con el sello de la censura interna Wikimedia Commons

Nota: no se encontraron fotos ni retratos de René Ménard en la Web.

sábado, diciembre 19, 2020

Carina Sedevich / De "Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder"

               

                                       
















                                                        Kárhozat o La condena

El hombre conoce el filo del cuchillo que le raspa la cara
por el sonido espeso y gris. Cae la lluvia sobre el bar
y la mujer que canta dentro tiene el pelo húmedo.
Cada película del húngaro es una caja de música.
Los diálogos son innecesarios, pero en un momento
alguien dice: “todas las historias son de desintegración”.
El protagonista vacía la copa de un trago y yo me ahogo.


                                                              Mogari no mori

Sobre el pueblo de Naomi Kawase ondulan las ramas
más altas de los bosques de bambú. El plano cenital
genera una imagen simple, pero el sonido es complejo
como el del mar. Físico, granular, continuo. La vista
de angostos pasillos de los campos de té precisa en
cambio risas, cuerpos. La casa de los viejos requiere
un fūrin, con su brisa discreta y su papel manila.


                                                      The Duino Elegies

Se escucha un grillo, perdido, y ese canto de agosto
del benteveo, todavía frío. Camino
hacia el ciprés ceniciento en el fondo del parque
igual que todas las mañanas. Según Rilke, ese
árbol que podemos contemplar, de nuevo, cada
día, nos resguarda del comienzo del horror.

Carina Sedevich (Santa Fe, Argentina, 1972)

Cuando la muerte sorprendió a Fassbinde
r,
Tanta Ceniza Editora,
Neuquén, 2020










viernes, diciembre 18, 2020

Cesare Pavese / Mujeres apasionadas




Las muchachas en el crepúsculo descienden al agua,
cuando el mar se desvanece, vasto. En el bosque
cada hoja se estremece mientras emergen cautas
sobre la arena y se sientan en la orilla. La espuma
hace su juego inquieto a lo largo del agua remota.

Las muchachas tienen miedo de las algas enterradas
bajo las ondas, que aferran las piernas y la espalda:
todo lo que esté desnudo, del cuerpo. Suben rápidas a la orilla
y se llaman por el nombre, mirando alrededor.
También las sombras en el fondo del mar, en la oscuridad
son enormes y se las ve moverse inciertas,
como atraídas por los cuerpos que pasan. El bosque
es un refugio tranquilo en el sol poniente,
más que la arena, pero les place a las oscuras muchachas
estar sentadas al aire libre, sobre sus sábanas recogidas.

Están todas acurrucadas, apretando la sábana
entre las piernas, y contemplan el mar sereno
como un prado en el crepúsculo. ¿Se atrevería alguna
ahora a tenderse desnuda en un prado? Desde el mar
saltarían las algas, que rozan los pies,
y agarran y envuelven el cuerpo tembloroso.
Hay ojos en el mar, que se entrevén a veces.

Aquella desconocida extranjera que nadaba de noche,
sola y desnuda en la oscuridad cuando cambia la luna,
desapareció una noche, y no regresa nunca.
Era grande y debió ser blanca, resplandeciente,
para que los ojos, desde el fondo del mar, la alcanzaran.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908- Turín, Italia, 1950), Trabajar Cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Ediciones del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino


Ilustración: Max Ramezzana/Corriere della Sera, 18 de marzo de 2019

Donne appasionate

Le ragazze al crepuscolo scendeno in acqua,
quando il mare svanisce, disteso. Nel bosco
ogni foglia trasale, mentre emergono caute
sulla sabbia e si siedano a riva. La schiuma
fa i suoi giochi inquieti, lungo l'acqua remota.

Le ragazze han paura delle alghe sepolte
sotto le onde, che afferrano le gambe e le spalle:
quant'è nudo, del corpo. Rimontano rapide a riva
e si chiamano a nome, guardandosi in torno.
Anche le ombre sul fondo del mare, nel buio,
sono enormi e si vedono muovere incerte,
come attratte dai corpo che passano. Il bosco
è un refugio tranquilo, nel sole calante,
più che il greto, ma piace alle scure ragazze
star sedute all'aperto, nel lenzuolo raccolto.

Stano tutte accosciate, serrando il lenzuolo
alle gambe, e contemplano il mare disteso
como un prato al crepuscolo. Oserebbe qualcuna
ora stendersi nuda in un prato? Dal mare
balzerebbero le alghe, che sfiorano i piedi,
e ghermire e ravvolgere il corpo tremante.
Ci sono occhi nel mare, che traspaiano a volte.

Quell'ignota straniera, che nuotava di notte
sola e nuda, nel buio quando muta la luna,
è scomparsa una notte e non torna mai più.
Era grande e doveva esser bianca abbagliante
perché glio occhi, dal fondo del mare, giungessero a lei.

Poesie, Mondadori, 1969

jueves, diciembre 17, 2020

José María Antolín / Ultima Cena

















Y todos somos elegidos
En nuestra esclavitud emocional—

Y los nidos construidos del mundo
Son pensados como sólo uno.

Protocolos: — Adversarios de la danza,

Y de éste un mundo joven
Después de todo, atado a nuestra capacidad
           somática de respiración;

Como un lagarto sobre los escombros del Detroit
        del nuevo milenio, financieramente
        desintegrado
                   [Desde muy lejos—
En Iglesia de un solo miembro/
                              él, maestre de
      cultura emergente, con la primera
Hinchazón de su garganta de ladrillo rojo
      irritada centro de barrios demolidos
Emite la más profunda marca inmobiliaria,
      la gran habitación, para este nuevo
      mundo
Todavía sin progenie.

Un correo de alguien con menos fuerza… no
      habría sido atendido—
Alguien de camuflaje mayor
Alguien de menos fiebre — no habría vencido su
      suelo

Y en el nombre del Ahora digo:

Oh hasta tú muñeca inuit, eres incompetente
      compañera — (para tareas de felicidad).
Cómo alcanzaré a salir de tu madriguera

De hielo e idolatría, la piel de caribú falsa, y
      hueso tintado como ojo—
Mis confesivas frases a esa marioneta, inquebrantable
      profesión de fe
Ofrecida al fuego transformador de la obra de
      arte, fuego blanco o turbio.
Los segundos del día en los pensamientos
Son semillas
            que ayudan a distinguir
Cómo pierden el velo los ríos,

Cómo a nuestra empatía se desnudan,
Buscando
El cansino acceso estructural
A nosotros — para allí enraizarse, allí la
      mercancía, el microscópico molino
      triturador
Del trigo de Dios
Con su ancestral Noviazgo en lo Oscuro—
Allí donde sólo los juguetes sencillos sobreviven.

Las cosas no piensan —pero son anfitrionas;

Y las cáscaras del grano divino
Son únicos visibles, flotantes navíos
Sobre el flujo del devenir, reconocidos en mil
      aguas y desangramientos
Y en monstruo de resina o plásticos
En apariencia quieto.

(¿Quién manager de esta zona oscura?) — (un
     año magro
De vetas paralelas,
Higienizado por santa linfa, quién) — (el correo
De alguien con menos fuerza sería inaudible)
      — (aunque orquesta iluminada
Permanece calva en sus metales y maderas)
      — (sólo inquilinos roedores roen
cables, islas,
El director sustituto a su 26 años es el más
      bello hombre, Bernstein, jamás nacido,
      isla de escucha,
Su hermoso cabello intacto mantendrá al
      principal en cama. Cuando la radio
      ya transmite su debut
Y otras ondas entran hasta los tálamos — nada
vuelve hacia atrás o será corregido
Sólo inversamente paz de vino anciano entrando a
      odres nuevos)—

Las cosas no piensan — pero son anfitrionas
      poderosas, como espacios
Las situaciones La dramática traición, suave
      u honda
            convierte en ficción
Nuestro pensar y el lugar de la silla humana.

Y los cordones umbilicales de las cosas sólo
      a posteriori
Hermanan el cuerpo; no antes.
                          La contemplación del
      óleo, o la obra maestra de porcelana
      china antimotriz
Inician el proceso de injerto imparable, las
      cosas, los nombres no piensan — pero
      huéspedes tenaces
Son, que se abrevan de nuestra corriente, vivos
      o muertos, estemos conscientes,
      ebrios, orando.

Igual que el sueño de poseer
Un centímetro cuadrado de pintura del altar
      de Mathias Grünnewald—
Guardado en el bolsillo del pecho, cuando
      luces apagadas
Lo convertirían en una brasa
Dentro de mi sien despierta,
Y mi cuerpo, montón de barro en el llano
      sobre la reliquia.

El dinero lo cambia casi todo—
Aunque es sabido que, a la hora de esfuerzos
      físicos extremos

De transformación, precisamente los actores
      no son como el resto de vivientes—

También montón de barro
El paréntesis de voz en el más ancho ecosistema;

Tantas invisibilidades a la mesa de la Última
      Cena,
En la casa el segundo piso — escasamente
      iluminado,
Primer piso inundado por un río.

José María Antolín (Valladolid, España, 1968), Elegías del Río Brazos, Diputación de Valladolid, Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2018


miércoles, diciembre 16, 2020

Cesare Pavese / Mito




Llegará el día en que el joven dios será un hombre,
sin pena, con la muerta sonrisa del hombre
que ha comprendido. También el sol pasa remoto,
enrojeciendo las playas. Llegará el día en que el dios
no sabrá ya dónde estaban las playas de aquel tiempo.

Uno se despierta una mañana en que está muerto el verano
y en los ojos se acumulan todavía resplandores,
como ayer, y en los oídos, los fragores del sol
hecho sangre. Ha cambiado el color del mundo.
La montaña no toca más el cielo; las nubes
no se amontonan más como frutos; el agua
no transparenta más un guijarro. El cuerpo de un hombre
pensativo se dobla donde un dios respiraba.

El gran sol acabó, y el olor a tierra,
y la calle libre, coloreada de gente
que ignoraba la muerte. No se muere en verano.
Si alguno desaparecía, estaba el joven dios,
que vivía por todos e ignoraba la muerte.
Sobre él, la tristeza era una sombra de nube.
Su paso asombraba la tierra.

Ahora pesa
el cansancio sobre todos los miembros del hombre,
sin pena: el calmo cansancio del alba
que abre a un día de lluvia. Las playas oscurecidas
no conocen al joven, que en un tiempo bastaba
con que las mirase. Ni el mar del aire revive
ante su aliento. Se tuercen los labios del hombre
resignado, al sonreír delante de la tierra.

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908- Turín, Italia, 1950), Trabajar Cansa. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Griselda García Editora, Ediciones del Dock, Cartografías, Buenos Aires, 2018
Versión de Jorge Aulicino




Mito

Verrà il giorno che il giovane dio sarà un uomo,
senza pena, col morto sorriso dell'uomo
che ha compreso. Anche il sole trascorre remoto
arrossando le spiagge. Verrà il giorno che il dio
non saprà più dov'erano le spiagge d'un tempo.

Ci si sveglia un mattino che è morta l'estate,
e negli occhi tumultuano ancora splendori
come ieri, e all'orecchio i fragori del sole
fatto sangue. È mutato il colore del mondo.
La montagna non tocca piú il cielo; le nubi
non s'ammassano piú come frutti; nell'acqua
non traspare più un ciottolo. Il corpo di un uomo
pensieroso si piega, dove un dio respirava.

Il gran sole è finito, e l'odore di terra,
e la libera strada, colorata di gente
che ignorava la morte. Non si muore d'estate.
Se qualcuno spariva, c'era il giovane dio
che viveva per tutti e ignorava la morte.
Su di lui la tristezza era un'ombra di nube.
Il suo passo stupiva la terra.

Ora pesa
la stanchezza su tutte le membra dell'uomo,
senza pena, la calma stanchezza dell'alba
che apre un giorno di pioggia. Le spiagge oscurate
non conoscono il giovane, che un tempo bastava
le guardasse. Né il mare dell'aria rivive
al respiro. Si piegano le labbra dell'uomo
rassegnate, a sorridere davanti alla terra.

Poesie, Mondadori, 1969

martes, diciembre 15, 2020

Javier Cófreces / El camino

            
 













            a jorge aulicino

Un camino de ida
Te depositó aquí
Una marcha sin reversa
Te instaló en la ruta
Y apostaste por esa chance
Un horizonte te cegó
Y a la vez
Fue tu lazarillo.

[inédito]

Javier Cófreces (Buenos Aires, 1957)


lunes, diciembre 14, 2020

Patrice de la Tour du Pin / El venir al mundo
















Árboles complacientes, sabed
Que en esta hora antes del alba
Mi claridad se yergue:
Porque mi tierra echo a volar,
Ya no la puedo transportar.
Contra mi corazón la abrazo,
Y ella corre el peligro de estallar
Como el cardo salvaje.
Espectadores únicos veréis
Una tan grave ceremonia;
Los aires engañosos acallad,
No soy un hechicero
Que quiere desafiar a lo divino.
¡Oh! largo tiempo, largo tiempo antes
De que surgiera mi deseo
De confiar a los vientos este mundo,
Yo daba con vosotros en los montes;
Vi vuestros ínfimos orígenes
Y ellos nunca me han hecho sonreír;
Porque arrojáis vuestras semillas
Y dulcemente arraigan
Vuestros amores a casi vuestra sombra,
Yo mi destino adiviné.
Dejadme entonces que en este mundo lance
Lejos allá entre divinos mundos.
Es una estrella nueva,
¡Un astro más en el amor!
Yo lo miro alejarse,
No muy seguro aún de su camino,
Y regreso a mis bosques:
Y ya no son los mismos árboles,
Los mismos ojos que me miran,
Ni el tiempo, ni el dolor de mí... 

                           Une Somme de Poésie, 1946

Patrice de la Tour du Pin (París, 1911-1975), Poetas franceses contemporáneos, selección, versiones y notas de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974


Foto: Patrice de la Tour du Pin, 1975 Société des Amis de Patrice de la Tour du Pin

La mise aun monde

Arbres complaisants, sachez
Que cette heure d'avant l'aurore
Est du lever de ma clarté:
Car je mets ma terre à l'essor,
Ne pouvant plus la transporter.
Je la tiens serrée sur mon coeur,
Elle risque trop d'éclater
Comme font les chardons sauvages.
Vous verrez les seuls spectateurs
D'une cérémonie si grave,
Etouffez les brises narquoises,
Je ne suis pas un magicien
Qui veut défier le divin,
Longtemps ah! bien longtemps avant
Que ne tressaille mon envie
De confier ce monde aux vents,
Je vous connaissais en taillis;
J'ai vu vos infimes naissances,
Et jamais je n'en au souri;
Comment vous jetiez vos semences
Et comment vos amours ont pris
Très doucement, presque à votre ombre:
J'y ai deviné mon destin. 
Laissez-moi donc lancer ce monde
Parmi tous les mondes divins.
Il est une nouvelle étoile,
Un astre de plus dan l'amour!
Je le regarde qui s'éloigne,
Il vacille sur son parcours,
Et je redescends dans mes bois:
Ce ne sont plus mêmes arbres,
Les mêmes yeux qui me regardent, 
Ni le temps, ni le mal du moi...