El marqués de Sade ha regresado al interior del volcán en erupción
De donde había venido
Con sus hermosas manos ornadas todavía
Sus ojos de muchacha
Y esa razón en flor de sálvese quien pueda
Que sólo estuvo en él
Pero desde el salón fosforescente con lámparas de vísceras
No ha dejado de dar órdenes misteriosas
Que abren una brecha en la noche moral
Por esa brecha veo
Las grandes sombras crujientes de la vieja corteza minada
Que se disuelve
Para dejar que te ame
Como el primer hombre amó a la primera mujer
Con toda libertad
Esta libertad
Por la que el fuego se hizo hombre
Por la que el Marqués de Sade desafió a los siglos con sus grandes árboles abstractos
De acróbatas trágicos
Montados en el hilo de la Virgen del deseo.
L'Air de l'Eau, 1934
André Breton (Tinchebray, Francia, 1896-París, 1966), Poetas franceses contemporáneos, selección, versiones y notas de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974
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Foto: +Cultura s/d
Le marquis de Sade
Le marquis de Sade a regagné l'intérieur du volcan en éruption
D'où il était venu
Avec sas belles mains encore frangées
Ses yeux de jeune fille
Et cette raison à fleur de sauve-qui-peut qui ne fut
Qu'à a lui
Mais du salon phosphorescent à lamps de viscères
Il n'a cessé de jeter les ordes mystérieux
Qui ouvrent une brèche dans le nuit morale
C'est per cette brèche que je vois
Les grandes ombres craquantes le vieille écorce minée
Se dissoudre
Pour me permettre de t'aimer
Comme le premier homme aima la première femme
En toute liberté
Cette liberté
Pour laquelle le feu même s'est fait homme
Por laquelle le marquis de Sade défia les siècles de sas grands arbres abstraits
D'acrobates tragiques
Cramponnés au fil de la Vierge du désir.
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