Al dormirme, e incluso durante el sueño,
escucho, con toda claridad, voces pronunciando
frases completas, triviales y comunes
que nada tienen que ver con mis asuntos.
Querida Madre, ¿nos queda tiempo
para ser felices? Mis dudas son inmensas.
Mi cuenta bancaria está en manos de un tribunal.
No sé nada. Y nada puedo saber.
He perdido la capacidad de hacer un esfuerzo.
Siempre estás armada para apedrearme, siempre:
es la verdad. Esto es así desde la infancia.
Por primera vez en mi larga vida
me siento un poco feliz. El libro, casi terminado,
parece bueno. Perdurará como un monumento
a mis obsesiones, a mi odio y mi disgusto.
Las deudas y las preocupaciones persisten y me debilitan.
Satanás se desliza detrás de mí, diciendo dulcemente:
"¡Descansa por un día! Hoy puedes jugar y descansar.
Esta noche trabajarás". Cuando llega la noche,
mi mente, aterrorizada por los atrasos,
aburrida por la tristeza, paralizada por la impotencia,
promete: "Mañana: lo haré mañana".
Mañana se presenta la misma comedia
con la misma resolución, la misma debilidad.
Estoy cansado de esta vida de habitaciones decoradas.
Estoy cansado de los resfríos y los dolores de cabeza:
tú conoces mi extraña vida. Todos los días trae
su cuota de ira. Pero apenas conoces
la vida de un poeta, querida Madre: debo escribir poemas,
la más fatigosa de las ocupaciones.
Estoy triste esta mañana. No me reproches.
Escribo desde un café cerca de la oficina de correos,
entre el chasquido de las bolas de billar, el ruido de los platos,
el latido de mi corazón. Me han pedido que escriba
"Una Historia de la Caricatura". Me han pedido que escriba
"Una Historia de la Escultura". ¿Debería escribir una historia
de las caricaturas de las esculturas que tengo de ti en el corazón?
Aunque te cueste creerlo,
o te cause una agonía infinita,
y dudes de que la suma sea la adecuada,
por favor envíame dinero al menos para tres semanas.
Delmore Schwartz (Nueva York, Estados Unidos, 1913-1966), Selected Poems (1938-1958): Summer Knowledge, New Directions Publishing Corporation, 1967
Baudelaire
When I fall asleep, and even during sleep,
I hear, quite distinctly, voices speaking
Whole phrases, commonplace and trivial,
Having no relation to my affairs.
Dear Mother, is any time left to us
In which to be happy? My debts are immense.
My bank account is subject to the court’s judgment.
I know nothing. I cannot know anything.
I have lost the ability to make an effort.
But now as before my love for you increases.
You are always armed to stone me, always:
It is true. It dates from childhood.
For the first time in my long life
I am almost happy. The book, almost finished,
Almost seems good. It will endure, a monument
To my obsessions, my hatred, my disgust.
Debts and inquietude persist and weaken me.
Satan glides before me, saying sweetly:
“Rest for a day! You can rest and play today.
Tonight you will work.” When night comes,
My mind, terrified by the arrears,
Bored by sadness, paralyzed by impotence,
Promises: “Tomorrow: I will tomorrow.”
Tomorrow the same comedy enacts itself
With the same resolution, the same weakness.
I am sick of this life of furnished rooms.
I am sick of having colds and headaches:
You know my strange life. Every day brings
Its quota of wrath. You little know
A poet’s life, dear Mother: I must write poems,
The most fatiguing of occupations.
I am sad this morning. Do not reproach me.
I write from a café near the post office,
Amid the click of billiard balls, the clatter of dishes,
The pounding of my heart. I have been asked to write
“A History of Caricature.” I have been asked to write
“A History of Sculpture.” Shall I write a history
Of the caricatures of the sculptures of you in my heart?
Although it costs you countless agony,
Although you cannot believe it necessary,
And doubt that the sum is accurate,
Please send me money enough for at least three weeks.