lunes, noviembre 30, 2015

Walt Whitman / Los durmientes, 6













Ahora, lo que mi madre me contó un día mientras cenábamos juntos,
De cuando ya era casi una chica grande viviendo con sus padres en la vieja granja.
Una india fue un día a la hora del desayuno a la vieja granja,

En la espalda llevaba un atado de juncos para hacer asientos de sillas,
Su pelo, lacio, brillante, grueso, negro, abundante, a medias envolvía su cara,
Su paso era libre y elástico, y su voz sonaba exquisita cuando hablaba.

Mi madre miraba con deleite y asombro a la extraña,
Miraba la frescura de su cara altiva y sus rellenos y flexibles miembros,
Cuanto más la miraba más la amaba,
Nunca antes había visto tan maravillosa hermosura y pureza,
La hizo sentarse en un banco junto a la jamba de la chimenea, cocinó para ella,
No tenía trabajo para darle, pero le dio su homenaje y su cariño.

La india se quedó toda la mañana y hacia la mitad de la tarde se fue,
Oh, mi madre no quería que ella se fuera,
Toda la semana pensó en ella, la esperó muchos meses,
La recordó durante muchos inviernos y muchos veranos,

Pero la india nunca regresó ni volvió a oírse de ella.

Walt Whitman (West Hills, Estados Unidos, 1819 - Camden, Estados Unidos, 1892), Leaves of Grass, 1891-1892, The Walt Whitman Archive
Versión de Griselda García


The sleepers

6
Now what my mother told me one day as we sat at dinner together,
Of when she was a nearly grown girl living home with her parents on the old homestead.
A red squaw came one breakfast-time to the old homestead.

On her back she carried a bundle of rushes for rush-bottoming chairs,
Her hair, straight, shiny, coarse, black, profuse, half-envelop'd her face,
Her step was free and elastic, and her voice sounded exquisitely as she spoke.

My mother look'd in delight and amazement at the stranger,
She look'd at the freshness of her tall-borne face and full and pliant limbs,
The more she look'd upon her she loved her,
Never before had she seen such wonderful beauty and purity,
She made her sit on a bench by the jamb of the fireplace, she cook'd food for her,
She had no work to give her, but she gave her remembrance and fondness.

The red squaw staid all the forenoon, and toward the middle of the afternoon she went away,
O my mother was loth to have her go away,
All the week she thought of her, she watch'd for her many a month,
She remember'd her many a winter and many a summer,
But the red squaw never came nor was heard of there again.

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domingo, noviembre 29, 2015

John Ashbery / Un poema del desasosiego














Los hombres comprenden a su debido tiempo el río de la vida,
deconstruyéndolo  a medida que se ensancha y sus ciudades se vuelven
oscuras y más densas, siempre más lejanas.

Y, por supuesto, esa remota densidad  nos
sienta bien, como corderos y tréboles lo harían
si las cosas hubieran sido construidas para ordenarse de otro modo.

Pero como no me entiendo a mí mismo, sino solo segmentos
de mí mismo que no se entienden entre sí, no hay
razón para que usted quiera, de ninguna manera podría

incluso si los dos lo quisiéramos. ¿Siquiera existen esas torres?
Debemos verlo de ese modo, siguiendo esas líneas
para que el pensamiento se eleve, como almenas de madera terciada.

John Ashbery (Rochester, Estados Unidos, 1927), "Can You Hear, Bird", 1995; Notes from the Air, Selected Later Poems, Harper Collins Publishers, New York, 2007
Versión de Silvia Camerotto De Sibilas y Pitias


A Poem of Unrest

Men duly understand the river of life,
misconstructing it, as it widens and its cities grow
dark and denser, always farther away.

And of course that remote denseness suits
us, as lambs and clover might have
if things had been built to order differently.

But since I don’t unsderstand myself, only segments
of myself that mistunderstand each other, there’s no
reason for you to want to, no way you could

even if we both wanted it. Do those towers even exist?
We must look at it that way, along those lines
so the thought can erect itself, like plywood battlements.

sábado, noviembre 28, 2015

Philippe Soupault / Hacia la noche












Es tarde
en la sombra y en el viento
un grito asciende con la noche
No espero a nadie
a nadie
ni siquiera a un recuerdo
Hace ya tiempo que pasó la hora
pero ese grito que lleva el viento
y empuja hacia adelante
viene de un lugar que está más allá
por encima del sueño
No espero a nadie
pero aquí está la noche
coronada por el fuego
de los ojos de todos los muertos
silenciosos
Y todo lo que debía desaparecer
todo lo perdido
hay que volver a encontrarlo
por encima del sueño
hacia la noche.

                         Poésies complètes

Philippe Soupault (Chaville, Francia, 1897-París, 1990), Antología de la poesía surrealista, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2006 (primera edición, Fabril Editora, Buenos Aires, 1961), selección y traducción de Aldo Pellegrini
Envío de Jonio González

Foto: Berenice Abbott, c.1920

viernes, noviembre 27, 2015

Lucio Madariaga / Silencio y después














La mujer del vestíbulo en la calle
del ruido
          ríe
desafiante
          confiándose a la noche
como si poco importara el dolor

¡Ay si supiera!

Lo que suele tener ese aroma
dulce
    a tanta vida


Una fracción de segundo arrítmica
inmensa y solitaria
es todo lo que nos hace falta
para comenzar
de nuevo.

Hay algo desgarrador en el silencio:

me resulta auténtico.

Lucio L. Madariaga (Buenos Aires, 1985)

Materia oscura,
La Pulga Renga,
Rosario, 2015








Foto: Lucio Madariaga en FB

jueves, noviembre 26, 2015

Gabriela Kízer / En una vida














En una vida
deben escribirse pocos poemas de amor.
Sólo cuando el corazón anuncia algún presentimiento difícil,
cuando ya no sabemos si en medio de un mal sueño
seremos despertados por un beso
o pasaremos de largo hacia un sueño peor,
sólo ante un minuto que oscila
es dado escribir algo breve y conciso,
que no salga muy fácil.
Por lo demás
sólo rezamos cuando creemos que estamos a punto de morir,
pero creer ya es algo.

Gabriela Kízer, (Caracas, 1964), Guayabo, Ediciones Arte Dos Gráfico/Ediciones Esta Tierra de Gracia, Bogotá, 2002
Envío de Jonio González

miércoles, noviembre 25, 2015

Yamil Dora / mi abuelo vivía en Homs











34

mi abuelo vivía en Homs
Siria
cinco litros de sangre vinieron en barco
vengo de ahí
de las calles de Homs que caminaban
mi abuelo
mi abuela
nunca me sentí menos que otro hombre
ni más que otro hombre
siempre me sentí menos que un niño
un hombre que muere en Homs
puedo ser yo
un niño que muere
mi hijo
un anciano
mi abuelo
de Homs a Casilda
hay mucho que andar
mi abuelo
se llamaba Wasfi
mi mamá me puso Yamil
para que no me olvide
para que todos sepan
del lugar donde vengo

Yamil Dora (Casilda, Argentina, 1971)




Un hombre encima del mar,
Ediciones Del Dock,
Buenos Aires, 2015










martes, noviembre 24, 2015

Laura López Morales / Dos poemas

















Mi madre
toda ella se fue del guadal un día

de la escasez dice

para que yo
con idéntica escasez
viva entre los árboles.


*


Anotan los días del agua
y los días del trueno
pero no ven los caballos
en las laderas del sur

cuando la noche entra en los corrales
de nada sirve contar las faltas

las desperdigadas minucias

todo está aquí
junto al caliente asedio del miedo.

Laura López Morales (Villa Dolores, Argentina, 1976)



Las desperdigadas minucias,
Barnacle,
Buenos Aires, 2015









lunes, noviembre 23, 2015

Luis María Sobrón / No busques el verbo









No busques el verbo
de los encantamientos
y tampoco a tigres
fugados del bestiario.
Compara el cielo con el mar
y admira los pródigos trigales;
llora por las brasas de los justos
en el fulgor de la hoguera.
Llama las cosas por sus nombres
como a los girasoles,
soles del campo,
como a Judas,
hipócrita elegido,
como a la esperanza,
loba que no llora,
como a los dioses ebrios,
paganos traidores.
Descansa del jadeo,
para que el mensaje de las aves
rememore la luminosidad del universo,
y evoque el recuerdo
despojado de terror y espanto.

Luis María Sobrón (Nogoyá, Argentina, 1931-Mar del Plata, Argentina, 2010), La memoria encendida, Vinciguerra, Buenos Aires, 2002



domingo, noviembre 22, 2015

Wislawa Szymborska / Asombro













Por qué tan en una sola persona.
En ésta y no en otra. Y qué hago aquí.
En un día que es martes. En una casa y no en un nido.
En una piel y no en una vaina. Con un rostro y no una hoja.
Por qué sólo una vez en persona.
Precisamente en la tierra. Junto a una pequeña estrella.
Tras tantas eras de ausencia.
Por todos los tiempos y todas las algas.
Por celentéreos y firmamentos.
Exactamente ahora. Hasta la carne y el hueso.
Sola en mí y conmigo. ¿Por qué
no a un lado o a cien millas,
no ayer o hace cien años,
me siento y miro hacia un rincón oscuro,
así como de pronto levanta la cabeza y mira
un gruñente que llamamos perro?

                                       [Gerardo Beltrán]

Wislawa Szymborska (Kórnik, Polonia, 1923-Cracovia, Polonia, 2012), "Si acaso" [1972], Poesía no completa, edición y traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2014

sábado, noviembre 21, 2015

Kenneth Rexroth / De "Un bestiario"




ARENQUE

El arenque es prolífico.
Hay muchísimos arenques.
Algunos arenques se comen crudos.
Muchos son secados y encurtidos.
Pero la mayoría se usan como abono.
Fíjate si puedes aplicar esto
a tus lecciones de historia.


CIERVO

Los ciervos son mansos y gráciles
y tienen unos ojos hermosos.
No hieren a nadie más que a sí mismos,
los machos, y sólo por amor.
Los hombres han inventado varios
miles de maneras de matarlos.


HOMBRE

Algún día, si sois afortunados,
todos tendréis uno.
Ponedlo a prueba antes de elegirlo.
Algunos están hechos de habas de soja.
Dadle mucha comida y dejadlo dormir.
Tratadlo amablemente y siempre hará
exactamente lo que queráis.


LEÓN

El león es llamado el rey
de los animales. En la actualidad hay
casi tantos leones
en jaulas como fuera de ellas.
Si te ofrecen una corona, rehúsala.


LOBO

Nunca creas todo lo que oyes.
Los lobos no son tan malos como las ovejas.
Yo he sido un lobo toda mi vida
y tengo dos hijas encantadoras
que mostrar, mientras que podría
contarte historias asquerosas
de ovejas que recibieron su merecido.


OSO

Cuando el mundo es blanco a causa de la nieve
el oso duerme en su oscuridad.
Cuando la gente está dormida
el oso llega con sus brillantes ojos
y le roba el tocino y los huevos.
Puede seguir a las abejas a campo traviesa
en busca de su miel.
Las abejas pican, pero él nunca
les presta atención.
En los zoos los dóciles osos mendigan pasteles.
Dos filosofías de vida:
Para ti la miel es mejor
que los pasteles; pero los trucos del zoo son graciosos
y hacen reír a todos.


YO

Cuídalo. Es todo lo que hay.
Nunca conseguirás otro.


Kenneth Rexroth (South Bend, Estados Unidos, 1905-Montecito, Estados Unidos, 1982), Natural Numbers: New and Selected Poems, New Directions, Nueva York, 1963
Versiones de Jonio González

Foto: Kenneth Rexroth, Allen Ginsberrg y Lawrence Ferlinghetti, durante una conferencia en City Ligh, Dakota del Norte, en 1974 D. Sorenson/Indiana History Blog


HERRING

The herring is prolific. 
There are plenty of herrings. 
Some herrings are eaten raw. 
Many are dried and pickled. 
But most are used for manure. 
See if you can apply this 
To your history lessons. 


DEER

Deer are gentle and graceful 
And they have beautiful eyes. 
They hurt no one but themselves, 
The males, and only for love. 
Men have invented several 
Thousand ways of killing them. 


MAN

Someday, if you are lucky, 
You'll each have one for your own. 
Try it before you pick it. 
Some kinds are made of soybeans. 
Give it lots to eat and sleep. 
Treat it nicely and it will 
Always do just what you want. 


LION

The lion is called the king 
Of beasts. Nowadays there are 
Almost as many lions 
In cages as out of them. 
If offered a crown, refuse. 


WOLF

Never believe all you hear. 
Wolves are not as bad as lambs. 
I've been a wolf all my life, 
And have two lovely daughters 
To show for it, while I could 
Tell you sickening tales of 
Lambs who got their just deserts. 


BEAR

When the world is white with snow, 
The bear sleeps in his darkness. 
When the people are asleep, 
The bear comes with glowing eyes 
And steals their bacon and eggs. 
He can follow the bees from 
Point to point for their honey. 
The bees sting but he never 
Pays them any attention. 
Tame bears in zoos beg for buns. 
Two philosophies of life: 
Honey is better for you 
Than buns; but zoo tricks are cute 
And make everybody laugh. 




Take care of this. It's all there is. 
You will never get another. 

viernes, noviembre 20, 2015

Velimir Jlébnikov / Yo no sé si la tierra gira





















Yo no sé si la tierra gira o no,
Depende, si la palabra cabe en el renglón.
No sé si mis antepasados fueron o no simios,
Así como no sé si se me antoja lo dulce o lo ácido.
Pero yo sé que quiero arder y quiero que el sol
Se una en un estremecimiento con la mano.
Y quiero que el rayo de una estrella bese mis ojos,
Como besan los hermosos ojos de los venados.
Quiero que cuando yo palpite un temblor total invada el universo.
Y quiero creer que hay algo que permanecerá
Cuando el tiempo cambie, por ejemplo, la trenza de la mujer que amo.
Yo quiero sacar del paréntesis del factor común, que me da unidad,
El sol, el cielo, el polvo perlado.

Velimir Jlébnikov (Malie Derbety, Rusia, 1885-Santalovo, Rusia, 1922), Letras Libres nº 22, Ciudad de México-Madrid, octubre de 2000
Traducción de Jorge Bustamante García
Envío de Jonio González

Dibujo de Vladimiro Maiacovski, 1916 Wikimedia Commons

jueves, noviembre 19, 2015

Wislawa Szymborska / El número pi














Digno de admiración el número pi
tres punto uno cuatro uno.
Todas sus demás cifras también son iniciales,
cinco nueve dos porque nunca se termina.
No se deja abarcar seis cinco tres cinco con la mirada,
ocho nueve con un cálculo,
siete nueve con la imaginación
o incluso tres dos tres ocho con una broma es decir una comparación
cuatro seis con nada
dos seis cuatro tres en el mundo.
La serpiente más larga de la tierra se interrumpe después de algunos metros.
Lo mismo pasa, aunque un poco después, con las serpientes de los cuentos.
El cortejo de cifras de que se forma pi
no se detiene en el borde de la página,
es capaz de continuar por la mesa, por el aire,
la pared, una hoja, un nido, las nubes, y así hasta el cielo,
y por toda esa expansión e insondabilidad celestiales.
¡Ay qué corta, ratonescamente corta es la trenza del cometa!
¡Qué débil el rayo de la estrella, que en cualquier espacio se curva!
Y aquí dos tres quince trescientos diecinueve
mi número de teléfono tu talla de camisa
año mil novecientos setenta y tres sexto piso
el número de habitantes sesenta y cinco centavos
centímetros de cadera dos dedos código charada,
en la que a dónde irá veloz y fatigada
y se ruega mantener la calma
y también la tierra pasará, pasará el cielo,
pero no el número pi, eso ni hablar,
seguirá con un buen cinco,
con un ocho de primera,
con un siete no final,
apurando, ay, apurando a la holgazana eternidad
para que continúe.
                                                                                     [Gerardo Beltrán]

Wislawa Szymborska (Kórnik, Polonia, 1923-Cracovia, Polonia, 2012), "El gran número" [1976], Poesía no completa, edición y traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2014

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Foto: s/d

miércoles, noviembre 18, 2015

Marcelo D. Díaz / Gobi














La autobiografía de los afectos desencontrados
es parecida a un territorio
donde las oportunidades se minimizan o multiplican
dependiendo de la dimensión de tu voz.
Quién diría que en una región
en la que persisten los huesos
de criaturas gigantes de millones de años
no pueda existir un sentimiento más profundo
que el de una piedra. En los últimos glaciales
antílopes poblaron grandes extensiones.
Ahora casi no existen. Mañana es tu último día
en el árido vacío continental.
La arena es una hélice girando sin cesar
del tamaño de un motor nocturno.
No esperes la luz de la bengala o un mapa de estrellas
en un desierto es cosa común
que una venda como de sombras
se convierta en una tumba
para animales que sólo saben extinguirse.

Marcelo Díaz (Villa Mercedes, Argentina, 1981)


Bosque chico,
Club Hem,
La Plata, 2015









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Foto: Marcelo Díaz en Facebook

martes, noviembre 17, 2015

Gustaf Munch-Petersen / El milagro especial









Todas las noches estaba cansado,
y todos los días hacía lo que le decían -
y sin armar escándalo
llegó a los treinta años -
y bastante solo -

y una noche no tenía sueño,
y aquella noche pensó
que algo
podría ocurrirle a él -
especialmente-

y temprano por la mañana
robó cinco libras
y agarró una buena borrachera
con una mujer a la que conocía -
el día, la noche y el día siguiente

y tarde aquella noche
lo detuvieron-
en silencio, sin escándalo -
y después de un tiempo volvió -
pero ¡oh-!

todas las noches dormía
y por el día hacía lo que le decían -
y junto con la mujer a la que conocía
llegó sin escándalo a los
sesenta años-
cuando se hablaba de la vida,
sonreía-

Gustaf Munch-Petersen (Copenhague, 1912-Aragón, España, 1938), Poesía nórdica, Ediciones de la Torre, Madrid, 1995
Traducción de Francisco J. Uriz
Envío de Jonio González

domingo, noviembre 15, 2015

Stevie Smith / Por la noche










En mis sueños siempre estoy diciendo adiós y partiendo,
Adónde y por qué, ni lo sé ni me importa.
Y la partida es dulce y la despedida más dulce todavía,
y lo más dulce de todo es la noche y el viento que sopla.

En mis sueños ellos siempre están agitando la mano y diciendo adiós,
y me dan la copa del estribo y  mientras bebo sonrío,
me alegra que el viaje esté decidido, me alegra el irme,
me alegra, me alegra que mis amigos no sepan lo que pienso.

Stevie Smith (Kingston upon Hull, Inglaterra, 1902-Ashburton, Inglaterra, 1971), The New Selected Poems of Stevie Smith, New Directions, Nueva York, 1988.
Versión de Jonio González

Foto: Stevie Smith en 1971 BBC/The Guardian


IN THE NIGHT

In my dreams I am always saying goodbye and riding away, 
Whither and why I know not nor do I care. 
And the parting is sweet and the parting over is sweeter, 
And sweetest of all is the night and the rushing air. 

In my dreams they are always waving their hands and saying goodbye, 
And they give me the stirrup cup and I smile as I drink, 
I am glad the journey is set, I am glad I am going, 
I am glad, I am glad, that my friends don't know what I think. 

sábado, noviembre 14, 2015

Tiffany Atkinson / Sobre llorar










sin que sea tristeza exactamente,
que como tú sabes tiene gruesa
insondable piel como cualquier mamífero
y que permanece, sobre todo, cerca de donde lo dejaste;
mientras que las lágrimas en sí son anfibias,
volubles, lunares, pura espuma,
los ojos llorosos vuelcan doblemente el plato.
Es decir, y completar los habituales formularios, etc.
estoy inundada, y con tal exhibición de básculas
e iridiscencia. No preguntes –uno podría
pesar también el arcoíris –y además,
no lo sé. No obstante
te entrego esta cosa que desborda,
mi dios, a nuestra edad, este cuenco de barro
con minerales y todas nuestras aguas en común.
De esto estamos hechos en verdad. Bebe.

    [Traducción de Silvia Camerotto]

Tiffany Atkinson (Berlín, 1972), "So many moving parts" (2014)



La rabdomante,
traducciones de Inés Garland y Silvia Camerroto,
CONACULTA-Cooperativa La Joplin,
Ciudad de México, 2015









On crying

being not sadness exactly,
which as you know has slow,
deep flesh like any large mammal
and mostly lies close where you left it;
while tears in themselves are amphibious,
fickle, lunar, flash-in-the-pan,
the watery double upsetting the dish.
To wit, and filling out the usual forms, etc
I am awash, and such a show of scales
and iridescence. Don’t ask – one might
just as well weigh rainbow – and besides,
I don’t know. Nonetheless
I hold the brimming thing to you,
good grief, at our age, this clay bowl
of minerals and all our common waters.
This is what we’re really made of. Drink.


Foto: Tiffany Atkinson en FB

viernes, noviembre 13, 2015

Hans Magnus Enzensberger / menú















en esta tarde ociosa
por la puerta entreabierta
de mi cocina veo
un jarro de leche un picador de cebollas
un platillo del gato.
sobre la mesa un telegrama.
no lo he leído.

en un museo de amsterdam
en un antiguo cuadro vi
por la puerta entreabierta de la cocina
un jarro de leche una cesta de pan
un platillo del gato.
sobre la mesa había una carta.
no la leí.

en una datcha junto al río moscú
hace algunas semanas vi
por la puerta entreabierta de la cocina
una cesta de pan un picador de cebollas
un platillo del gato.
sobre la mesa había un periódico.
no lo leí.

por la puerta entreabierta de la cocina
veo derramada la leche
guerras de treinta años
lágrimas en el picador de cebollas
cohetes anticohetes
cestas de pan
lucha de clases

y debajo a la izquierda
veo un platillo del gato.

1964

Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929 - Munich, Alemania, 2022), Poesías para los que no leen poesía, traducción de Heberto Padilla, Barral Editores, Barcelona, 1972

Foto: Peer Steinbrück/DAI

küchenzettel

an einem müßigen nachmittag, heute
seh ich in meinem haus
durch die offene küchentür
eine milchkanne ein zwiebelbrett
einen katzenteller.
auf dem tisch liegt ein telegramm.
ich habe es nicht gelesen.

in einem museum zu amsterdam
sah ich auf einem alten bild
durch die offene küchentür
eine milchkanne einen brotkorb
einen katzenteller.
auf dem tisch lag ein brief.
ich habe ihn nicht gesehen.

in einem sommerhaus an der moskwa
sah ich vor wenigen wochen
durch die offene küchentür
einen brotkorb ein zwiebelbrett
einen katzenteller.
auf dem tisch lag die zeitung.
ich habe sie nicht gelesen.

durch die offene küchentür
seh ich vergossene milch
dreißigjährige kriege
tränen auf zwiebelbrettern
anti-raketen-raketen
brotkörbe
klassenkämpfe.

links unten ganz in der ecke
seh ich einen katzenteller.

1964
---
act. 2022

jueves, noviembre 12, 2015

Linda Pastan / Reflexiones junto a la estufa














He acumulado los fuegos
de mi cuerpo
en una hoguera pequeña pero permanente
aquí, en la cocina,
donde la masa tiene vida propia
y respira bajo su trapo húmedo
como una niña que duerme;
donde la niña de verdad juega bajo la mesa,
simulando que el mantel es una tienda de campaña,
ensayando adioses; donde un pájaro
débil y marrón, deslumbrado por la luz,
se ha lanzado hacia el cristal de la ventana
y yace aturdido en el suelo: nunca ha sido sencillo,
ni siquiera para los pájaros,
este asunto de los nidos.
Los ojos inocentes no ven nada, dice Auden.
repitiendo lo que la víbora le dijo a Eva,
lo que Eva le dijo a Adán, cansada de jardines,
deseando vivir plenamente.
Pero la pasión ocurre como un accidente,
podría dejar la masa rebasar los bordes
del cuenco sin preocuparme de golpearla para que baje,
sin preocuparme de la niña que espera bajo la mesa,
los ojos empañados en suaves lágrimas.
Crecemos de tan fortuitas maneras.
Hoy me siento más prudente que el pájaro.
Sé que la ventana me mantiene encerrada,
que cuando la abra
los perfumes del jardín me inquietarán.
Y he acumulado los fuegos de mi cuerpo
en una pequeña y doméstica hoguera para otros,
para calentar sus manos durante un rato.

Linda Pastan (Nueva York, 1932), Carnival Evening, W.W. Norton, Nueva York, 1998
Versión de Jonio González

Foto: Oliver Pastan/Poetry US


Meditation By The Stove

I have banked the fires
of my body
into a small but steady blaze
here in the kitchen
where the dough has a life of its own,
breathing under its damp cloth
like a sleeping child;
where the real child plays under the table,
pretending the tablecloth is a tent,
practicing departures; where a dim
brown bird dazzled by light
has flown into the windowpane
and lies stunned on the pavement--
it was never simple, even for birds,
this business of nests.
The innocent eye sees nothing, Auden says,
repeating what the snake told Eve,
what Eve told Adam, tired of gardens,
wanting the fully lived life.
But passion happens like an accident
I could let the dough spill over the rim
of the bowl, neglecting to punch it down,
neglecting the child who waits under the table,
the mild tears already smudging her eyes.
We grow in such haphazard ways.
Today I feel wiser than the bird.
I know the window shuts me in,
that when I open it
the garden smells will make me restless.
And I have banked the fires of my body
into a small domestic flame for others
to warm their hands on for a while.

miércoles, noviembre 11, 2015

William Wordsworth / Era un Fantasma...















Era un Fantasma de las delicias
la primera vez que brilló ante mis ojos;
una bella Aparición para adorno
de un momento. Eran sus ojos
estrellas del crepúsculo
y un anochecer su pelo fosco;
pero todas las otras cosas eran en ella
tiempo de primavera y amanecer feliz,
una forma danzante, una alegre imagen
que encantaba, sorprendía y me acechaba.

De cerca era un Espíritu, sí,
¡pero también una mujer!
Sus movimientos familiares,
ligeros y libres,
los pasos de una soltura virginal.
Había en su rostro dulces notas,
promesas tan dulces...
Una criatura era, no tal vez brillante; o bien
hecha para la humana naturaleza diaria,
para transitorios pesares, simples artimañas,
ruego, culpa, amor, besos, lágrimas y sonrisas.

Y ahora veo con mirada serena
el exacto pulso de la máquina:
un ser respirando solícito aliento,
un viajero entre la vida y la muerte,
la razón firme, la voluntad templada,
resistencia, previsión, fuerza, habilidad.
Una Mujer perfecta, noblemente diseñada
para advertir, confortar, conducir.
Y aun así un Espíritu brillando
con una especie de luz angelical.

William Wordsworth (Cockermouth, Inglaterra, 1770-Rydal, Inglaterra, 1850), The Golden Treasury, Francis T. Palgrave ed., 1875, Bartleby Com
Versión libre de Jorge Aulicino


CLXXIV. She was a Phantom of delight

SHE was a Phantom of delight  
When first she gleam'd upon my sight;  
A lovely Apparition, sent  
To be a moment's ornament:  
Her eyes as stars of twilight fair;         
Like twilight's, too, her dusky hair;  
But all things else about her drawn  
From May-time and the cheerful dawn;  
A dancing shape, an image gay,  
To haunt, to startle, and waylay.  
  
I saw her upon nearer view,  
A Spirit, yet a Woman too!  
Her household motions light and free,  
And steps of virgin liberty;  
A countenance in which did meet   
Sweet records, promises as sweet;  
A creature not too bright or good  
For human nature's daily food,  
For transient sorrows, simple wiles,  
Praise, blame, love, kisses, tears, and smiles.  
  
And now I see with eye serene  
The very pulse of the machine;  
A being breathing thoughtful breath,  
A traveller between life and death:  
The reason firm, the temperate will,  
Endurance, foresight, strength, and skill;  
A perfect Woman, nobly plann'd  
To warn, to comfort, and command;  
And yet a Spirit still, and bright  
With something of an angel light.   

martes, noviembre 10, 2015

Olegario Víctor Andrade / El nido de cóndores















I
En la negra tiniebla se destaca,
Como un brazo extendido hacia el vacío
Para imponer silencio a sus rumores,
Un peñasco sombrío.

Blanca venda de nieve lo circunda,
De nieve que gotea
Como la negra sangre de una herida
Abierta en la pelea.

¡Todo es silencio en torno! Hasta las nubes
Van pasando calladas,
Como tropas de espectros que dispersan
Las ráfagas heladas.

¡Todo es silencio en torno! Pero hay algo
En el peñasco mismo,
Que se mueve y palpita cual si fuera
El corazón enfermo del abismo.

Es un nido de cóndores, colgado
De su cuello gigante,
Que el viento de las cumbres balancea
Como un pendón flotante.

Es un nido de cóndores andinos,
En cuyo negro seno
Parece que fermentan las borrascas,
Y que dormita el trueno.

Aquella negra masa se estremece
Con inquietud extraña:
Es que sueña con algo que lo agita
El viejo morador de la montaña.

No sueña con el valle, ni la sierra,
De encantadoras galas;
Ni menos con la espuma del torrente
Que humedeció sus alas.

No sueña con el pico inaccesible
Que en la noche se inflama
Despeñando por riscos y quebradas
Sus témpanos de llama.

No sueña con la nube voladora
Que pasó en la mañana
Arrastrando en los campos del espacio
Su túnica de grana.

Muchas nubes pasaron a su vista,
Holló muchos volcanes,
Su plumaje mojaron y rizaron
Torrentes y huracanes.

Es algo más querido lo que causa
Su agitación extraña:
Un recuerdo que bulle en la cabeza
Del viejo morador de la montaña.

En la tarde anterior, cuando volvía
Vencedor inclemente,
Trayendo los despojos palpitantes
En la garra potente,

Bajaban dos viajeros presurosos
La rápida ladera:
Un niño, y un anciano de alta talla
Y blanca cabellera.

Hablaban en voz alta, y el anciano
Con acento vibrante:
"Vendrá, exclamaba, el héroe
predilecto de esta cumbre gigante."

El cóndor, al oírlo, batió el vuelo;
Lanzó ronco graznido,
Y fue a posar el ala fatigada
Sobre el desierto nido.

Inquieto, tembloroso, como herido
De fúnebre congoja.
Pasó la noche, y sorprendiólo el alba
Con su pupila roja.

II
Enjambre de recuerdos punzadores
Pasaban en tropel por su memoria,
Recuerdos de otro tiempo de esplendores,

De otro tiempo de gloria,
En que era breve espacio a su ardimiento
La anchurosa región del vago viento.

Blanco el cuello y el ala reluciente,
Iba en pos de la niebla fugitiva,
Dando caza a las nubes en Oriente;

O con mirada altiva
En la garra pujante se apoyaba
Cual se apoya un titán sobre su clava.

Una mañana -¡inolvidable día!-,
Ya iba a soltar el vuelo soberano
Para surcar la inmensidad sombría

Y descender al llano,
A celebrar con ansia convulsiva
Su sangriento festín de carne viva,

Cuando sintió un rumor nunca escuchado
En las hondas gargantas de Occidente:
El rumor del torrente desatado,

La cólera rugiente,
Del volcán que en horrible paroxismo
Se revuelca en el fondo del abismo.

Choque de armas y cánticos de guerra
Resonaron después. Relincho agudo
Lanzó el corcel de la argentina tierra

Desde el peñasco mudo;
Y vibraron los bélicos clarines,
Del Ande gigantesco en los confines.

Crecida muchedumbre se agolpaba
Cual las ondas del mar en sus linderos;
Infantes y jinetes avanzaban

Desnudos los aceros,
¡Y atónita al sentirlos la montaña,
Bajó la frente, y desgarró su entraña!

¿Dónde van? ¿dónde van? ¡Dios los empuja!
Amor de patria y libertad los guía;
Donde más fuerte la tormenta ruja,

Donde la onda bravía
Más ruda azote el piélago profundo,
¡Van a morir o libertar un mundo!

III
Pensativo a su frente, cual si fuera
En muda discusión con el destino,
Iba el héroe inmortal que en la ribera
Del gran río argentino
¡Al león hispano asió de la melena
Y lo arrastró por la sangrienta arena!

El cóndor lo miró, voló del Ande
A la cresta más alta, repitiendo
Con estridente grito: "¡Este es el grande!"
Y San Martín oyendo,
Cual si fuera el presagio de la historia,
Dijo a su vez: "¡Mirad! ¡Ésa es mi gloria!"

IV
Siempre batiendo el ala silbadora.
Cabalgando en las nubes y en los vientos,
Lo halló la noche y sorprendió la aurora;
¡Y a sus roncos acentos,
Tembló de espanto el español sereno
En los umbrales del hogar ajeno!

Un día... se detuvo; había sentido
El estridor de la feroz pelea;
Viento de tempestad llevó a su oído
Rugidos de marea;
¡Y descendió a la cumbre de una sierra,
La corva garra abierta, en son de guerra!

¡Porfiada era la lid! Por las laderas
Bajaban los bizarros batallones,
¡Y penachos, espadas y cimeras,
Cureñas y cañones,
Como heridos de un vértigo tremendo
En la cima fatal iban cayendo!

¡Porfiada era la lid! En la humareda,
La enseña de los libres ondeaba
Acariciada por la brisa leda
Que sus pliegues hinchaba:
¡Y al fin, entre relámpagos de gloria
Vino a alzarla en sus brazos la victoria!

Lanzó el cóndor un grito de alegría,
Grito inmenso de júbilo salvaje;
¡Y desplegando en la extensión vacía
Su vistoso plumaje,
Fue esparciendo por sierras y por llanos
Jirones de estandartes castellanos!

V
¡Desde entonces, jinete del vacío,
Cabalgando en nublados y huracanes,
En la cumbre, en el páramo sombrío,
Tras hielos y volcanes,
Fue siguiendo los vívidos fulgores
De la bandera azul de sus amores!

¡La vio al borde del mar, que se empinaba
Para verla pasar, y que en la lira
De bronce de sus olas entonaba,
Como un grito de ira,
El himno con que rompe las cadenas
De su cárcel de rocas y de arenas!

¡La vio en Maipú, en Junín y hasta en aquella
Noche de maldición, noche de duelo,
En que desapareció como una estrella
Tras las nubes del cielo;
Y al compás de sus lúgubres graznidos
Fue sembrando el espanto en los dormidos!

¡Siempre tras ella, siempre! Hasta que un día
La luz de un nuevo sol alumbró al mundo;
¡El sol de la libertad que aparecía
Tras nublado profundo,
Y envuelto en su magnífica vislumbre
Tornó soberbio a la nativa cumbre!

VI
¡Cuántos recuerdos despertó el viajero
En el calvo señor de la montaña!
¡Por eso se agitaba entre su nido
Con inquietud extraña;
Y al beso de la luz del sol naciente
Volvió otra vez a sacudir las alas
Y a perderse en las nubes del Oriente!

¿A dónde va? ¿Qué vértigo lo lleva?
¿Qué engañosa ilusión nubla sus ojos?
¡Va a esperar del Atlántico en la orilla
Los sagrados despojos
De aquel gran vencedor de vencedores,
A cuyo solo nombre se postraban
Tiranos y opresores!

Va a posarse en la cresta de una roca,
Batida por las ondas y los vientos,
¡Allá, donde se queja la ribera
Con amargo lamento,
Porque sintió pasar planta extranjera
Y no sintió tronar el escarmiento!

¡Y allá estará! Cuando la nave asome
Portadora del héroe y de la gloria,
Cuando el mar patagón alce a su paso
Los himnos de victoria.
Volverá a saludarlo como un día
En la cumbre del Ande,
Para decir al mundo: ¡Éste es el grande!

Olegario Víctor Andrade (Alegrete, Brasil, 1839-Buenos Aires, 1882), Obras Poéticas de Olegario Victor Andrade, Editorial Sopena, Buenos Aires, 1942

Foto: Obras Poéticas, La Plata, 1887

lunes, noviembre 09, 2015

Edward Hirsch / Pobres ángeles















A estas horas el alma vaga ingrávida
por las calles de la ciudad, invisible y muda,
estupefacta ante la humeante mezcla de oros y grises
que al aire rezuma, los sombríos medios tonos

de polvo ocupando ya el cielo nublado
mientras el cuerpo yace desganado a la ventana
indolente y pesado, exhausto para mover un dedo,
hastiado para levantarse o acostarse.

A esta hora el alma es como una ala amarilla
que escapa entre las frondas, una pequeña nube
estática cerniéndose sobre las aceras, apelando
a la noche que se aproxima: "azórame, azórame",

mientras el cuerpo yace displicente a la ventana
escuchando los claros reclamos de los muertos
transparentes como vidrio, clarividentes como cristal...
Algunas noches casi está listo para irse con ellos.

Ah, esta es una tensa, insólita atadura,
un injerto rabioso de lo rápido y lo lento:
cuando el alma vuela, el cuerpo se hunde
y toda la noche -encerrados en el mismo espacio atestado-

se la pasan peleando, amenazándose mutuamente
con dejarse, llenando el aire enmudecido
con un ruido de baja quemazón interna.
¿Cuánto ha de durar este enmadejado matrimonio?

A medianoche el alma sueña con un pequeño fuego
de estrellas ardiendo al otro lado del cielo,
pero el cuerpo se extasía en un triste lustre nocturno,
una oscuridad de ojos vacíos. Pobres ángeles desdichados
enfebrecidos amores antiguos: no os separéis todavía.
Dejad que lo que se alza viva con lo que cae.

Edward Hirsch (Chicago, Estados Unidos, 1950), "Willd Gratitude", 1986



Aligeren la oscuridad,
traducción de Pedro Serrano,
CONACULTA-Cooperativa La Joplin,
Ciudad de México, 2014








Poor Angels

At this hour the soul floats weightlessly
through the city streets, speechless and invisible,
astonished by the smoky blend of grays and golds
seeping out of the air, the dark half-tones

of dusk suddenly filling the urban sky
while the body sits listlessly by the window
sullen and heavy, too exhausted to move,
too weary to stand up or to lie down.

At this hour the soul is like a yellow wing
slipping through the treetops, a little ecstatic
cloud hovering over the sidewalks, calling out
to the approaching night, “Amaze me, amaze me,”

while the body sits glumly by the window
listening to the clear summons of the dead
transparent as glass, clairvoyant as crystal.
Some nights it is almost ready to join them.

Oh, this is a strange, unlikely tethering,
a furious grafting of the quick and the slow:
when the soul flies up, the body sinks down
and all night—locked in the same cramped room—

they go on quarreling, stubbornly threatening
to leave each other, wordlessly filling the air
with the sound of a low internal burning.
How long can this bewildering marriage last?

At midnight the soul dreams of a small fire
of stars flaming on the other side of the sky,
but the body stares into an empty night sheen,
a hollow-eyed darkness. Poor luckless angels,

feverish old loves: don’t separate yet.
Let what rises live with what descends.

© Edward Hirsch

domingo, noviembre 08, 2015

Irene Gruss / Gravedad, en 3D














No hay daño, no hay falla.
Flota hacia mí una burbuja artificial,
creo que se me viene encima esa falta de
gravedad.
No hay gravedad en el espacio, por eso flota una mujer
triste,
se le escapa la tenaza que flota hacia mí como la burbuja y
ahora otro efecto y otro
más
la mujer triste rescata la tenaza,
nada la asombra, ni el sol asomándose en el Ganges, salvo
el silencio en el espacio,
quiere dejarse ir flotando, dejarse morir, en tierra
ella se estrellaba una y otra vez en el simulador, pero no
hay daño, no hay falla, consigue
manejar la nave que flota porque no hay
gravedad,
la mujer triste se salva y vuelve a tierra.

Basada en el film homónimo de Alfonso Cuarón.

Irene Gruss (Buenos Aires, 1950)


Entre la pena y la nada,
Ediciones del Dock,
Buenos aires, 2015









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Foto: Irene Gruss en FB

sábado, noviembre 07, 2015

Pedro Serrano / De "Cuentas claras"














La tarde está escurriendo,
los enojos la escinden,
el agua contamina
la escritura del cisne.

*

Bailan casi al caerse,
tiemblan azules
las limpias lágrimas
de un Alka-Seltzer.

*

A ti te pasan cosas
que no dices
y dices que no pasan
cosas que acaban
al final y pasan
unas con otras,
trastos y tiestos
en la misma fosa.

*

Del dicho
al techo
navegación
lumbar
del entrecejo.

*

Mi paso es el desaliento
de tu paso, de tu espacio,
de tu desmerecimiento.

¿Por qué todo lo que somos
juntos, cuando nos juntamos,
a gritos lo desgarramos?

Miras el cielo y yo sé
que lo que tú miras, es.
Miras, te miro, me ves.

Pedro Serrano (Montreal, Canadá, 1957), Cuentas claras, Universidad del Claustro de Sor Juana -Ediciones sin Nombre, Ciudad de México, 2014

viernes, noviembre 06, 2015

Jacques Vaché / Dos amantes paseaban por la clara alameda




La inmensa ciudad se duerme y la Noche cae.
Con el cuello erguido y el ojo glauco, camina sobre la
punta de los pies y se acerca a grandes pasos.
Primero, un gran silencio se hace a su alrededor;
luego su pueblo ulula y se pone a hormiguear. Y
se oye a intervalos el cavar de las patas
zarposas, el golpeteo de alas pesadas en
la oscuridad, gruesos monstruos cuyo vientre
escamado rasca la tierra; agudos crujidos de
bestias que son degolladas; lenguas jadeantes que
lamen un chorreante líquido. Y la luna, dulce e
inmóvil, baña ese horror del que a veces emerge
un suspiro. Pero las inmundas bestias, los pájaros
de ojos siniestros, los animales de presa de
chasqueantes mandíbulas, los gatos eróticos
y repugnantes que dan saltos en ese fermento vital,
cesan de aparearse y morder. Los dueños de
la Noche, dos amantes, pasan por la clara avenida
del parque, sin decir nada. Y los innumerables ojos
de los monstruos agazapados miran fijamente
el amor errante…
La sombra palidece.
En los ojos del gato, la noche se retira paso a paso…

Jacques Vaché (Lorient, Francia, 1895-Nantes, Francia, 1919), Parad la guerra o me pego un tiro, El Nadir Ediciones, Valencia, 2014
Traducción de René Parra
Envío de Jonio González

Foto: Jacques Vaché en 1915 Wikimedia Commons

jueves, noviembre 05, 2015

Diego Alfaro Palma / Sarajevo

 







         In memoriam Rubén Jacob

Los pianistas perdidos en Sarajevo
y todos aquellos que sucumbieron
como niños
al fondo de una fosa
sabrán más tarde que nunca
que The Boston Evening Transcript
contará algún día su debacle
la vida que perdieron viviendo
en la esquina o en una calle
donde un poeta se asoma
a oír francotiradores
preguntándose
por qué los amigos ya no escriben
o reviviendo la suerte de esa mañana
al no perder las piernas
en la fila para el pan
pero la noche cae
y desearía leer ese vespertino
en algún restaurant frente a la costa
posar la servilleta en las rodillas
encendidas las lámparas de tulipas
el mar revolcándose
espumando contra las rocas.

Diego Alfaro Palma (Limache, Chile, 1984), Tordo, Editorial Cuneta, Santiago de Chile, 2014



miércoles, noviembre 04, 2015

Germán Arens / Cruzo el Brazo Muerto









Cruzo el Brazo Muerto
una hora antes del amanecer.
Aunque hay fuego en mí mente,
siento frío en el cuerpo.
El agua en mis orejas suena como a fuga de aire.
Algo similar ocurre adentro de un auto al pasar las 2500 vueltas.
El sonido no desaparece hasta volver la palanca al punto muerto.
Desde las orillas cientos de desiderianos me miran
con los ojos rojos como tortugas enfermas,
quietos en la costa.
Yo nado, nado y nado.
Podría decirse que hacia un lugar indefinido,
total cuento con la posibilidad de concebir la realidad que se me antoje
y no encuentro beneficio alguno en saber adónde voy.

Germán Arens (Bahía Blanca, Argentina, 1967)



Desiderio,
Ojo de Tormenta, Club Hem
Buenos Aires, 2015









Foto: Germán Arens en FB

martes, noviembre 03, 2015

Darío Rojo / De "El principio estocástico", 2















Planificar bajo incertidumbre

No conozco los hechos, conozco el acto
y a dónde llegan las luces
de sus límites, el arco abovedado
de lo exterior, el salto de una piedra a otra.

Aunque supe desde hace tiempo
que cuando esa masa llegara al piso
todo movimiento desaparecería
al transformar el cielo en el océano
en donde explotó una bomba para ver
cual sería la dirección de los peces.

Hay quien quiere ver un colapso
de la cotidianeidad, hay
quien quiere ver desde el mangrullo
un infinito en los efectos con el objetivo
de establecer un sistema inanimado,
un mecanismo de sugestión rotando
en su período.

No es que quiera decir algo, es que lo dicho
está sucediendo
entre la línea del campo y el arriba,
donde entendimiento se vuelve sustancia:

un esfuerzo de orientación
que ya obtuvo sus honorarios profesionales.

Darío Rojo (Eduardo Castex, Argentina, 1964), El principio estocástico, inédito



lunes, noviembre 02, 2015

Laura García Del Castaño / los demonios del mar













cada día que asistí
a la defunción de un hombre o de un atleta
cada noche que arrojó
mi vida al fuego o al ensayo
la desilusión que me arrastró en su oleaje
los fuegos que estallaron en China
para ahuyentar a los demonios del mar
tan semejantes a la detonación de una mujer cercana
el picaporte gastado
por un antiguo instinto de huir
el chofer que anunció los cinco minutos finales
Chopin, que me acompañó en cada viaje
las hileras de árboles
que advertí sólo de regreso
las tardes que pasé a los seis años
cuidando esos cachorros
o las horas que paso aquí
centinela de lo perdido
han sido por desandar
por no ser domesticada
delirar un salmo
leer en voz alta algún pronóstico

el mate que mi padre dejó cargado esa mañana
su amigo ferroviario
en el trencito del parque Las Heras
la desolación que pude ver en sus ojos
ha sido desandar
ayudar a no rendirse

subir al podio que no premia
nadar tras los demonios del mar
encandilar a los cachorros de la desolación

los minutos finales
de un viaje y los nocturnos
la hilera de árboles
que advertí sólo de regreso
el tren más inofensivo de una vida
en el verano del 86
el ferroviario que miraba
sin llegar  más lejos
su esperanza huyendo
por esas vías cruciales
el picaporte que alguien gastó
por desandar y no ser domesticado
todo ha sido desandar
y no ser domesticado
asisto a la defunción
de un hombre o de un atleta
ensayo la detonación
de una mujer cercana
predico un nuevo gran pronóstico
hago estallar los fuegos del mar
para ahuyentar a los demonios del amor

Laura García Del Castaño (Córdoba, Argentina, 1979)


Los demonios del mar,
Colección La Verdad se Mueve,
Ediciones Del Dock,
Buenos Aires, 2015









Foto: Laura García Del Castaño por Gabi Salomone (detalle)

domingo, noviembre 01, 2015

Moya Cannon / Estorninos















Algunas cosas no pueden ser
  atrapadas en palabras,
los estorninos sobre un río de octubre, por ejemplo:
el modo en que se elevan desde el borde de un
  tejado en una nube
dirigida por un coreógrafo oculto;
el modo en que suben, se agrupan y descienden,
tirando de alguna arteria desconocida del
  corazón humano;
el modo en que la nube se rompe y fusiona
las partes inferiores de las alas recogiendo toda la luz
que quedaba en el cielo del crepúsculo;
el modo en que vuelan y confluyen hacia el
  tejado de un depósito,
un pájaro marrón tras otro.

Moya Cannon (Dunfanaghy, Condado de Donegal, Irlanda, 1956)




Aves de invierno y otros poemas,
traducción de Jorge Fondebrider,
Pre-Textos, Valencia, 2015