Cuando regresaba de la noche...
Que en los desiertos del corazón
broten las fuentes curativas.
W. H. Auden
Cuando regresaba de la noche
oscura en que el alma se conoce y
acompaña,
junté lo que tenía para decirles
y armé una pequeña casa con un patio lleno de árboles
donde poder reunirnos a tomar algo
y después salir a caminar y respirar el aire frío.
En las madrugadas de aquella larga vuelta
descansé a la intemperie, y me dije:
los exhaustos sacan fuerza
de recipientes que parecen vacíos
y es mejor entregarse a recorrer
los espacios que nos alejan de todo
hasta ser liviano como un cuenco
donde cualquiera pueda acercarse
a oír cómo se va llenando.
Porque, amigos, es menos lo que yo tengo
para decir
de lo que ustedes hacen
por escuchar.
Por eso vuelvo
a esa casa sola,
a ese patio y sus árboles
como si por primera vez llegara
al extremo de mi alma.
Tomás Maver (Buenos Aires, 1985), Yo, la incesante nieve, Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2009
Foto: Tomás Maver en Hacienda Glamorosa
Qué poema tan sensitivo. Qué escritura más diáfana.Pavada de ficción te mandaste, Tomás, muchas gracias.
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