Haikus para un domingo encapotado
II
Andar descalzo
paseando ensimismado
tiene sentido.
Estaciones
Primavera
Hay dos caras
diametralmente opuestas
en setiembre.
Una que se construye hacia la luz,
donde brota el verdor de la enramada.
Otra que la provocan siete vientos
que empujan a gorriones desplumados
hacia el cuadrado gris de las veredas.
Puedo mirar el cielo en primavera,
pero en puntas de pie.
Verano
Hay un verano que no vuelve nunca
aunque siempre regrese otro verano.
Otoño
Idas las moscas vuelvo al recurrente
sueño en que la hojarasca incontrolable,
lejos de las escobas y las quemas
sepulta a la ciudad en su beige(eza).
Indignado va el cielo ensangrentando
desde marzo hasta junio nubarrones.
Invierno
Solo la cama guarda la segura
dulce inmovilidad del paraíso.
El resto de la casa, la ciudad,
todo es mentira cuando lluvia, viento,
hacen temblar las manos y las ramas.
Una tonada triste bajo las frazadas.
Eso es lo cierto: duerme, espera, hiberna.
Haroldo
Ayer asamos carne y esperamos
a Haroldo Conti entrar desde el silencio.
Él se hizo ver mientras nos repasamos
los últimos dos días en el río.
Le pregunté los nombres de los árboles
y dijo nombre, altura y residencia.
Le pregunté los nombres de los pájaros
y mirando las brasas los nombraba.
Nos preguntó si alguno vio su cuerpo
y no tuvimos nada para darle.
Horacio Cavallo (Montevideo, 1977), Descendencia, Ediciones del Estómago Agujereado, Montevideo, 2012
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Foto: Horacio Cavallo por Fernando Sosa
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