Fin de semana largo para Dafne
Para Beatriz Bixio
I
Viernes
La noche se apodera del árbol donde vivo,
y como un fuego frío se lleva
el viento y la sombra.
No prendo la luz para leer porque
atraería a los turistas y se vendrían
en grupos hasta acá para ver
este laurel viejo iluminado;
es fin de semana largo y después
quedarían las botellas de agua mineral,
las cintas rojas, patentes de motos,
alianzas de plástico y florcitas de tela
listas para el santuario.
¿Huiría en esa luz de leer,
en esa luz ambarina que casi
no deja ver el dorso de corteza?
Debo haberlo hecho quizás
sin darme cuenta. ¿Qué saben de mí
los traductores? Quisiera saber
lo que ellos saben: de dónde sacó
Pound datos de mi estatura. Son ramas,
no mis huesos. Vamos con libros
a todas partes. Son ramas,
y las más bajas,
las que crecen más cerca
del suelo tienen pocas hojas porque
las vecinas del barrio
las cortan para hacer té o guisar
a la española. Vamos con libros
a todas partes, sí. Hoy es el día
de Venus pero tengo sueño,
no voy a salir,
paso la noche en casa.
Coda
2
El mosquito adherido a la pantalla
recorre su reflejo:
es apenas un garabato oscuro
y con énfasis de pulso
tizna el brillo fluorescente
de la computadora,
surca una red de párpados.
Sobre las teclas iguales
silba sin compañía,
y su talento de larva
suena inmodesto para ser
-como el nuestro- más de bicho
de cieno que otra cosa
María Calviño (Córdoba, Argentina, 1961)
segunda edición,
Bardos,
Córdoba, Argentina, 2022
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Foto: María Calviño por Julio César Audisio. Gentileza de la autora
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