Elegía por el casquete polar ártico
No sé nada de espiritualidad.
palabra hueca, como es hueco el centro del bambú
cuando lo sopla un tipo con túnica violeta mientras vigila China
detrás de las montañas.
Y no tengo las respuestas
precisamente porque no me hago las preguntas. Dios no existe.
No hay forma de que crea,
Yo ya dije: no sé nada.
Apenas escribo estas palabras
sabiendo de antemano que el fracaso
es la mejor opción para esta especie
que a menudo se piensa superior
mientras el humo
se eleva desde siempre y todavía hay gente que niega las cámaras de gas,
la bomba que pusieron en la iglesia,
el mercader del templo,
las pieles derretidas con fósforo y napalm.
Después están las focas,
la foto de la sangre sobre el hielo,
lo que queda del hielo.
Y aquella otra con doscientos
osos polares comiendo una ballena.
Repito: dios no existe. Su alabanza
cuando se acaba el mundo, me parece,
es mera estupidez.
Un correo
Hoy recibí un correo desde México
con treinta y seis segundos de un arroyo
que estaba en Oregon.
Alguien filmó con su teléfono
el agua que corría rodeada por la nieve y cristalina
sobre la tierra oscura de ese invierno.
Noticias desde el norte, supe,
donde siempre habrá un arroyo robándole a la piedra
un tiempo que no acaba y se repite,
un tiempo prolongado en agua fresca, transparente,
del todo inalcanzable.
Nada más tenía en el correo.
No sé qué responder.
[inéditos]
Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)
Buenos Aires Poetry - Ediciones LOM - El Poeta Ocasional - UNL
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