Jueves 23 de julio
Desde una orilla
Que hube visto alguna vez el que entonces fui me saluda es otra su
congoja pienso mientras apuro una memoria en el jardín.
En el aire de la tarde una inquietud
suspendida vacila
Luego el ventarrón del miedo arrasa el silencio.
Jueves 20 de agosto
En Limassol
una playa muda
me acogía el tiento.
En la memoria
desde una mar helada
el vapor confuso
de un tren
entre la muerte agazapado
ascendía inevitable.
Ni una seña desde los jardines
todo quedo, detenido, silente
la glicinia, el baobab
el zumbar de los coleópteros
mi aliento.
Sería que otra vez
perseguía mi sangre
la desquiciada sombra
del averno.
Desde un yermo páramo
la inminente dispersión de mis huesos.
Miércoles 27 de agosto
En Lisboa una luna negra
alumbraba el casco de un naufragio
en el recuerdo un mar distante
que hube visto en mi primer desvelo
balbuceaba en verbo roto
“quid praeterita quid saeculum belli.”
Entre las almenas del Koule-Kafé
la bahía develaba un mar ignoto
promesas de una quebradura
amarrada a la sangre
la certeza de una vida entre cascajos.
Luego el viento descerrajó una pena
las marejadas de los otros años
las piedras que rayaron la retina combando el tiempo.
En Kurion sobre el rastro de los persas
entre sombras fenicias
y el ulular de los aqueos
los acantilados y el asbesto
en medio de la noche
me trajeron esta patria rota.
Pedro Ignacio Vicuña (Santiago de Chile, 1956), Diario del retorno, inédito
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