¿Renegaría de la hora que respira?
Aquella persona extraña de inocultable parecido familiar
en el modo con que arrastra sus pasos hacia la ruina
de la vieja estación ferroviaria
que acaba de hacer un parate en el camino
de ponerse en puntas de pie para tomar el pequeño fruto de un
árbol
llevárselo a la boca
sentir el asedio desapacible de su sabor.
Acobardado
Aunque se deje estar, endereza el paso rumbo a la huerta. Cada
mañana. Quiere perderse en la maleza. Fumarse un pucho. Que no
lo jodan. Puede espantar alguna abeja o pisar con saña un
zapallito. Que ni se acuerda cuándo lo sembró. Sigue saliendo.
A veces puntea un poco. Encuentra alguna isoca. Qué graciosos
son los teros cuando se vienen al humo. Está haciendo tiempo.
Llueve o truene. Para dejar de repetirse hay que estirar la pata.
Diego Colomba (San Nicolás, Argentina, 1972)
El largo aliento,
Alción,
Córdoba, Argentina, 2016
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