martes, enero 31, 2012

Elizabeth Jennings / Una sola carne














Una sola carne

Y ahora yacen separados, cada uno en su cama,
él con su libro, la luz que lo acompaña hasta
  el amanecer,
ella, como una niña, durmiendo con placidez,
  soñando su infancia;
y todos los hombres en otro sitio, atentos,
como si esperaran una revelación:
el libro no leído que él sostiene,
los estáticos ojos de ella bajo las sombras.
A la intemperie, como los desechos anegados de una
  pasión olvidada,
ambos se tienden lánguidos e impasibles.
  Difícilmente volverán a tocarse
y si lo hacen es apenas como una confesión
de sentimientos que ya no tienen, o que poseen
  en demasía.
La castidad los reclama, un porvenir
para el cual la totalidad de sus vidas fue sólo
  una preparación.
Extrañamente solos, aunque también extrañamente
  próximos,
el silencio es apenas una hebra
que sostienen sin tejer, y el tiempo,
liviano como una pluma, los acaricia con dulzura.
¿No lo han advertido?
Estoy hablando de mi padre y de mi madre,
cuyo fuego, ese que antaño me engendró, hoy yace enfriado.

Elizabeth Jennings (Boston, Inglaterra, 1926 - Oxford, Inglaterra, 2001), Armando Roa, Covers, 36 poetas en lengua inglesa, Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2010


One Flesh

Lying apart now, each in a separate bed, 
He with a book, keeping the light on late, 
She like a girl dreaming of childhood, 
All men elsewhere - it is as if they wait 
Some new event: the book he holds unread, 
Her eyes fixed on the shadows overhead. 

Tossed up like flotsam from a former passion, 
How cool they lie. They hardly ever touch, 
Or if they do, it is like a confession 
Of having little feeling - or too much. 
Chastity faces them, a destination 
For which their whole lives were a preparation. 

Strangely apart, yet strangely close together, 
Silence between them like a thread to hold 
And not wind in. And time itself's a feather 
Touching them gently. Do they know they're old, 
These two who are my father and my mother 
Whose fire from which I came, has now grown cold?

---
Foto: Elizabeth Jennings My Poetic Side

lunes, enero 30, 2012

Germán Arens / En una nave comandada...




En una nave comandada por Enrique
unos pocos hombres abandonamos la Tierra

(...)

La madrugada del 4 de marzo
Ñancufil dejó un mensaje de voz en mi celular...
diciendo que en dos días
Enrique viajaría con destino incierto.
La vida humana corría serios peligros de extinción.
Había una única posibilidad de impedirlo.
Si quería ser de la partida
debería comunicarme con ellos ni bien me despertara.

No lo pensé dos veces.

El carnicero González, Don Luis Rancaño,
el Cigarra grande, el payador Alderete,
el investigador Pablo Rebich, Barilatis
y el poeta Fabián Benassi
recibieron el mismo mensaje.

Razón que me llevó a escribir sobre ellos...
en estas memorias de mis últimos días en la Tierra.

(...)

Fabián, cuenta que un tal Harold Camping
predijo el fin del mundo
para el 21 de mayo del año 2011.
Dos días después,
Camping agregaría que el fin de los tiempos
llegaría algo más tarde de lo predicho.
-No cambio la fecha...
los humanos debemos ser más espirituales
en relación a esto, diría Camping.

Pablo,
agrega que para el 27 de septiembre de este año,
estuvo pronosticada una explosión solar.
Ese día en Sierra de la Ventana,
precisamente en el cerro Tres Picos,
se suicidaron 27 personas
que integraban parte de una comunidad
llamada Seres de Luz.

Germán Arens (Bahía Blanca, 1967), En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra, editorial Vox, Bahía Blanca, 2011

Ilustración: The Gas Factory at Courcelles, 1884, Ernest Jean Delahaye

domingo, enero 29, 2012

Attilio Bertolucci / Dos poemas



A Pasolini
(en respuesta)

¿Sobrevivencia, nuestra tierra? Pero son largos
estos crepúsculos, como de verano que nunca

llega la hora de la lámpara encedida, de aquellas
mariposas nocturnas irracionales que se estrellan,

atraídas y rechazadas por el claror que es vida
(pero era también vida el día que muere).

Sólo nos sea dado, en un tiempo incierto
de tránsito, recordar, recordar para nosotros

y para todos, la paciencia de los años
que los relámpagos de amor hirieron - y se apagaron.


Eliot a los doce años
(en una fotografía)

Hoy un viento cálido recorre la tierra,
no árido ni seco como será más tarde;
arrastrando hojas de cobre con un sonido
que imita el infierno, prepara el purgatorio

y su somnolencia otoñal. Esto
es marzo con el sol que te hace
estrechar los ojos hondos, oscuras violetas
sobre las que se fruncen los cabellos desordenados

cuanto permite, o exige, la etiqueta de la
Nueva Inglaterra exiliada en las riveras
meridionales: y tú jamás de frente
querrías combatirla. Vencerla -

si hoy la amarga boca adolescente tal
propósito y empeño significa, mientras
contra la pared de ladrillos el fotógrafo
finge tu ejecución y las rodillas

languidecen culpablemente en la tibieza
de la estación y de la edad - y vencida
abandonarla vacía sobre las orillas del tiempo,
reluciente, querrá decir vivir y escribir

hasta el enero inclemente, el invierno de los huesos.

Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, 1911-Roma, 2000), "Viaggio d'inverno", 1971, Opere, Mondadori, Milán, 1997
Versiones de J. Aulicino


A Pasolini
(in risposta)

Sopravvivenza, la nostra terra? Ma durano a lungo
questi crepuscoli, come d'estate che mai, mai

viene l'ora della lampada accesa, di quelle
falene irragionevoli che vi sbattono contro,

attrate e respinte del chiarore che è vita
(eppure vita era anche il giorno che muore).

Soltanto ci sia dato, in tun tempo incerto
di trapasso, ricordare, ricordare per noi

e per tutti, la pazienza degli anni
che i lampi dell'amore ferirono - e si spensero. 



Eliot a dodici anni
(da una fotografia)

Oggi un vento caldo corre la terra,
non arido non secco come sarà più tardi,
trascinando foglie di rame in un suono
che imita l'inferno prepara il purgatorio

e su sonnolenza autunnale. Questo
è marzo con il sole che ti fa
stringere gli occhi fondi, brune violette
su cui s'aggrondano i capelli scomposti

quanto permete, o esige, l'etichetta della
Nuova Inghilterra esule su rive
meriodinali: e tu mai di petto
vorrai combatterla. Vincerla -

se oggi l'amara bocca adolescente tale
proposito e impegno significa mentre
contro il muro di mattoni il fotografo
finge la tua esecuzione e i ginocchi

illanguidiscono colpevolmente al tepore
della stagione e dell'età - e vinta
abbandonarla vuota sulle rive del tempo,
e lucente, vorrà dire vivere e scrivere

sino al gennaio inclemente, all'inverno delle ossa.
---

sábado, enero 28, 2012

Attilio Bertolucci / Restauración de un techo




Restauración de un techo

Este regreso nuestro, y estadía, aquí en setiembre avanzado,
con sol que quema y mariposas amarillas en el aire,
flores perdidamente coloridas desbordando la red metálica
de los huertos en su última maduración y despojamiento, esta

contratación tuya de finos artesanos ancianos, en desguace,
para hacerles aguzar la vista, extremar los músculos en la
restauración difícil del techo de pizarra, acróbatas
tranquilos, las canas mojadas de azul, músicos

intermitentes a los que hacen eco los valles, tanto
es el silencio de las horas pasado el meridiano -
pero persevera el oro en los ojos enamorados aún,
de modo que la obra sea cumplida en el tiempo previsto

y alejado el horror de lo oscuro se acumule
en los senderos para impedir las fugas, aunque sin esperanza,
ya que los puentes están todos en ruinas
bajo estrellas benignas e inflexibles -

y mi dócil aceptación de una tan confiada
laboriosidad, de una tan activa utilización
de los márgenes diurnos en los confines de la noche, no serían tal vez...
Pero no es, no es la contradicción de la poesía
en progreso, su denegación llameante
dura, y prolonga el verano mientras prepara
el otoño, y con él lluvias, enfermedades, recuperaciones,
con humos en cielos que clarean en los agujeros del oeste.

Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, 1911-Roma, 2000), "Viaggio d'inverno", 1971, Opere, Mondadori, Milán, 1997
Versión de J. Aulicino


Restauro di un tetto

Questo nostro ritorno, e soggiorno, qui a settembre avanzato
con un sole che scotta e farfalle gialle nell'aria
fiori perdutamente colorati traboccanti dalla rete metallica
degli orti in ultima maturità e spoliazione, questo

tuo assoldare fini artigiani anziani, in disarmo,
e farli aguzzare la vista stremare i muscoli nel
restauro difficile del tetto d'ardesia, acrobati
quieti la canizie bagnata d'azzurro, musici

intermittenti che le valli echeggiano tanto
è il silenzio delle ore travalicato il meriggio -
ma trattienine l'oro negli occhi innamorati ancora
così che l'opera sia compiuta nel tempo previsto

e tenuto lontano l'orrore del buio ammassantesi
nei vittoli a impedire le fughe anche senza speranza
poi che i ponti sono tutti in rovina
sotto stelle benigne e irremovibili -

e la mia docile accettazione d'una così fidente
laboriosità, d'un così attivo utilizzo
dei margini diurni ai confini della notte non sarebbe forse...
Ma non è, non è la contraddizione della poesia
in progresso, il suo diniego fiammante
dura, e prolunga l'estate, insieme prepara
l'autunno e dunque piogge, malatie, riprese,
con fumi in cieli schiarentisi nei pertugi dell'ovest.
---
Ilustración: Casa con scala, c.1860, Raffaello Sernesi

viernes, enero 27, 2012

Gerardo Gambolini / Acoyte y Rivadavia



Viciados vanamente por la belleza esteparia
regurgitando las cruces de la campiña devota
los cielos vikingos, la bruma calvinista
intoxicados de libros y de insomnio, de
puras categorías
una mañana de primavera
en que la gente se ve en gracia

cruzando la calle, hablando con el portero
una hermosa mañana de primavera
en que estamos a gusto con las cosas
y la ciudad parece otra y diferente, iluminada
no logramos, no tenemos la medida, la gimnasia,
no sabemos celebrar,
tomar un café sin leer la borra.

Gerardo Gambolini (Buenos Aires, 1955), Ruedas, inédito

---
Ilustración: Naturaleza muerta frente a una ventana abierta: Place Ravignan, 1915, Juan Gris

jueves, enero 26, 2012

Attilio Bertolucci / Para una clínica demolida













Para una clínica demolida

Aquí donde un poeta ha llorado y delirado un mes
de su vida - un abril
de nubes,
de buen cielo sereno
acechado por grietas -
golpean las persianas abandonadas.

¿Dónde han llevado
sus drogas y plegarias,
Hijas de la Sabiduría, hijas
de la paciencia,
buenas cocineras y alegres
distribuidoras de sopas y de vino
para el gran hambre de la tarda mañana?

Aquí, otro día, ya
demolidos aquellos queridos cuartos,
ya más avanzado el año, y la fábrica
nueva ya alta, sonora
de una obra que calla
sólo cuando el mediodía divide sol y sombra,
pan y tortilla, al albañil he preguntado inútilmente:

"¿Adónde emigraron
aquellas viejas y jóvenes hermanas
que con agujas, con ampollas
derrotaban el mal, precisas
como manecillas sobre el cuadrante para usarlas
sin error, alternándolas
con plegarias cristianas?"

Que sepa dónde están, que yo sepa
que no se fueron
de la ciudad que genera en exceso
la voluptuosidad y el dolor, que yo
las sepa, en esta hora
que precede la noche y el invierno,
aún sabias y pacientes en expulsar

por mí, por todos, de la tierra el infierno.

Attilio Bertolucci (San Lazzaro, Parma, 1911-Roma, 2000), "Viaggio d'inverno", 1971, Opere, Mondadori, Milán, 1997
Versión de J. Aulicino


Per una clinica demolita

Qui dove un poeta ha pianto e delirato un mese
della sua vita -un aprile
di nuvole,
di bel cielo sereno
insidiato da crepe-
sbattono le persiane abbandonate.

Dove avete portato
le vostre droghe e preghiere,
Figlie della Sapienza, figlie
della pazienza, tanto
buone cuciniere e allegre
dispensiere di minestre e di vino
per la gran fame nel tardo mattino?

Qui un altro giorno, già
demolite quelle stanze care,
già più avanzato l'anno e la fabbrica
nuova ormai alta, sonora
d'un cantiere che tace
solo se il mezzogiorno spacca in luce e ombra
pane e frittata, al muratore ho chiesto inultimente:

"Dove sono emigrate
quelle vecchie e giovani suore
che con aghi, con fiale
sconfiggevano il male, precise
como lancette sual quadrante a usarle
senza errore, alternandole
con preghiere cristiane?"

Che io sappia dovo sono, che io sappia
ce no sono partite
della città che genera in eccesso
la voluttà e il dolore, che io
le sappia, in quest'ora
che precede la notte e l'inverno,
ancora sagge e pazienti nel fugare

per me, per tutti noi, sulla terra l'inferno.
---
Foto: Attilio Bertolucci, Roma, 1991 Edoardo Fornaciari/Getty Images

miércoles, enero 25, 2012

William Carlos Williams / Paterson, 1





El 'Prefacio' de Paterson, aquí

Libro 1

Los delineamientos de los Gigantes 

I

Paterson descansa en el valle debajo de las cataratas Passaic
sus aguas agotadas delineando su espalda. Situado
a su derecha, la cabeza cerca del tronar
de las aguas ¡llenando sus sueños! Eternamente dormido,
sus sueños caminan por la ciudad donde permanece
ignorado. Las mariposas se posan en su oreja de piedra.
Inmortal, ni se mueve ni despierta y rara vez
es visto, aunque respira y las sutilezas de sus maquinaciones
obtienen su sustancia del ruido del río que fluye
dando vida a mil autómatas. Quienes como
ignoran sus fuentes y las bases de sus
decepciones, salen de sus cuerpos, mayormente sin rumbo,
encerrados y olvidados en sus deseos— sin emoción.

—Dilo, no hay ideas sino en las cosas—
nada más que las fachadas blancas de las casas
y los árboles cilíndricos
doblados, divididos por accidente y preconceptos—
partidos, combados, arrugados, moteados, manchados—
secretos— ¡hacia el cuerpo de la luz!

Desde arriba, más alto que los capiteles, más alto
incluso que las torres de oficina, desde campos cenagosos
abandonados en grises filones de pasto muerto,
zumaque negro, maleza marchita,
barro y matorrales mezclados con hojas muertas—
el río fluye sobre la ciudad
y se abre camino desde el borde del barranco
bajo un golpe de rocío y brumas de arcoíris—

(¿Qué lenguaje común descifrar?
.     .    registrado en líneas rectas
desde aquella saliente del canto de una
roca).

Un hombre como una ciudad y una mujer como una flor
—enamorados. Dos mujeres. Tres mujeres.
Innumerables mujeres, cada una como una flor.

Pero
solo un hombre—como una ciudad.

    Con respecto a los poemas que te he dejado; ¿serías tan amable de devolvérmelos a mi nueva dirección? Y no te tomes el trabajo de comentarlos si te resulta incómodo— porque lo que motivó mi llamado y mi visita fue la situación humana y no la literaria. 
Además, me reconozco más como mujer que como poeta; y me estoy  menos  concernido por los editores que por… la vida…
Pero ellos iniciaron una investigación… y mis puertas están cerradas para siempre (espero que para siempre) a todos los trabajadores sociales, los bienhechores profesionales y gente por el estilo.

William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto


The Delineaments of the Giants I
I Paterson lies in the valley under the Passaic Falls/ its spent waters forming the outline of his back. He/ lies on his right side, head near the thunder/ of the waters filling his dreams! Eternally asleep,/ his dreams walk about the city where he persists/ incognito. Butterflies settle on his stone ear./ Immortal he neither moves nor rouses and is seldom/ seen, though he breathes and the subtleties of his machinations/ drawing their substance from the noise of the pouring river/ animate a thousand automatons. Who because they/ neither know their sources nor the sills of their/ disappointments walk outside their bodies aimlessly for the most part,/ locked and forgot in their desires—unroused. // —Say it, no ideas but in things— /nothing but the blank faces of the houses /and cylindrical trees/ bent, forked by preconception and accident—/ split, furrowed, creased, mottled, stained—/ secret—into the body of the light!// From above, higher than the spires, higher/ even than the office towers, from oozy fields/ abandoned to grey beds of dead grass,/ black sumac, withered weed-stalks,/ mud and thickets cluttered  with dead leaves—/ the river comes pouring in above the city/ and crashes from the edge of the gorge/ in a recoil of spray and rainbow mists—// (What common language to unravel?/.   .   combed into straight lines/ from that rafter of a rock’s/ lip.)// A man like a city and a woman like a flower/ —who are in love. Two women. Three women./ Innumerable women, each like a flower.// But/ only one man —like a city.// In regard to the poems I left with you; will you be so kind as to return them to me at my new address? And without bothering to comment upon them if you should find that embarrassing — for it was the human situation and not the literary one that motivated my phone call and visit./ Besides, I know myself to be more the woman than the poet; and to concern myself less with the publishers of poetry than with… living…/ But they set up an investigation… and my doors are bolted forever (I hope forever) against all public welfare workers, professional do-gooders and the like.

Ilustración: The Oxbow, 1836, Thomas Cole



martes, enero 24, 2012

Giacomo Leopardi / Las remembranzas






Las remembranzas
de Leopardi

Versión y notas de Angel Faretta

(Primera parte)

Fugaces estrellas de la Osa Mayor no creí
Volver otra vez a diario a contemplarlas
Sobre el jardín paterno centelleantes
Y rumiar con ustedes desde las ventanas
De este albergue en que habité de joven
Cuando de mis alegrías supe el final.
En un tiempo cuántas imágenes y locuras
Me indujeron a pensar el aspecto vuestro
Y vuestras luces compañeras cuando
Silencioso y sentado en verde barbecho
Gran parte de las tardes solía pasar
Mirando el cielo y oyendo el canto
De la rana remota en la campaña
La luciérnaga erraba entre los setos
Y los canteros y al viento susurraban
Las sendas perfumadas y los cipreses
Allá en el bosque y bajo el patrio techo
Se oían voces alternas y las tranquilas
Tareas domésticas. Y qué pensar inmenso,
Qué dulces sueños me inspiró la vista
De aquel mar lejano, esos montes azules
Que desde acá entreveo y cruzar un día
Yo pensaba. Arcanos mundos, arcana
Felicidad fingiendo en el vivir mío
Ignaro de mi hado y cuántas veces
Ésta, mi vida dolorosa e inerte
Mi voluntad con muerte habría trocado.

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837)

Le ricordanze

Vaghe stelle dell’Orsa, io non credea
Tornare ancor per uso a contemplarvi
Sul paterno giardino scintillanti,
E ragionar con voi dalle finestre
Di questo albergo ove abitai fanciullo,
E delle gioie mie vidi la fine.
Quante immagini un tempo, e quante fole
Creommi nel pensier l’aspetto vostro
E delle luci a voi compagne! allora
Che, tacito, seduto in verde zolla,
Delle sere io solea passar gran parte
Mirando il cielo, ed ascoltando il canto
Della rana rimota alla campagna!
E la lucciola errava appo le siepi
E in su l’aiuole, susurrando al vento
I viali odorati, ed i cipressi
Là nella selva; e sotto al patrio tetto
Sonavan voci alterne, e le tranquille
Opre de’ servi. E che pensieri immensi,
Che dolci sogni mi spirò la vista
Di quel lontano mar, quei monti azzurri,
Che di qua scopro, e che varcare un giorno
Io mi pensava, arcani mondi, arcana
Felicità fingendo al viver mio!
Ignaro del mio fato, e quante volte
Questa mia vita dolorosa e nuda
Volentier con la morte avrei cangiato.


Fugaces estrellas de la Osa Mayor: el incipit de este poema fue empleado por Luchino Visconti como título de su film de 1965, conocido en otros lugares como Sandra -nombre de la protagonista- y entre nosotros con el legendariamente estúpido título de Atavismo impúdico -“por el asunto ese del incesto”, como dijo legendariamente una jefa de prensa de aquel tiempo.
La primera palabra, vaghe, ya es desvelo de traductores. No para el traductor de la edición de Aguilar -hombre feliz a su manera- Miguel Romero Martínez- que directameente la eliminó.
Otros u otras –como Loreto Bousquets- la vierten por “vagas”, y hasta, otros, por “dulces”. En realidad puede ser una cosa y la otra como también un deleite, un gusto. Pero en cuanto a cosa pasajera, anhelo inalcanzable. Por cierto el Hoepli tanto en su edición de 1917, en la reedición de 1948, como en la actual, no la contiene. Sí a vaghezza, con lo cual todo parece complicarse. Así significa “impresión”, “vaguedad”, y también “placer”, “gozo”, “deseo”, “anhelo”.
Vaghe podría ser una invención del propio Leopardi, aunque éste detestaba los neologismos. Es posible entonces que sea una apocopación del poeta, a la que el idioma italiano se presta con total plasticidad, de allí que sea el mejor idioma para el canto.
Claro que vaghe-vaghezza expresa un deseo fugaz, un anhelo por lo lejano, tal vez en consonancia con el término sehnsucht casi contemporáneo de los románticos alemanes, con los cuales -sin embargo- Leopardi no tiene muchos otros contactos.
 Por eso optamos por “fugaces” Porque “vagas” además, entre nosotros, referiría más bien al moverse sin sentido, pero aquí es el poeta en sus ricordanze quien les da sentido a su paso. En consonancia -de ser cierta- con la respuesta dada según se cuenta por Hegel a su amigo Heine. “No son las estrellas, Heinrich, es lo que nosotros ponemos en ellas”.

Sobre el jardín paterno: estamos en 1829. En la primavera más exactamente. Leopardi ha vuelto nuevamente a la casa paterna en Recanati, pequeña ciudad ubicada en la región de Le Marche, que forma parte nuevamente de los Estados Pontificios tras el congreso de Viena y las guerras napoleónicas que asolaron la ciudad tras llegar a Italia con la promesa de unidad territorial bajo un solo dominio...
También es el cíclico regreso del poeta a vivir con su padre, el conde Monaldo. Éste ha sido objeto de todo tipo de reconstrucciones líricas por parte del poeta, haciéndoselo así un precipitado de provincialismo, limitación de mollera y de imaginación. Siendo por el contrario el conde un hombre cultísimo cuya vasta biblioteca sirviera a Leopardi desde niño a formarse una vasta cultura y conocimiento de idiomas. Pero -como tantos otros luego- Leopardi necesitará de un lar natal del que huir y extrañar, así como de una figura paterna algo terrible, titánica y hasta jupiteriana, contra las que edificar sus pugnas y polémicas para construir lo que Kafka llamará en el siglo veinte “tentativas de fuga de la esfera paterna”.

Barbecho: “zolla” en el original. “Terrón”, “labrantío”. Opto por “barbecho” además porque éste viene de latín vervactum, derivada a su vez de vervarege, que es el arar la tierra en primavera. Que es precisamente lo que busca expresar aquí Leopardi con su añoranza de un tiempo juvenil que se corresponde con la primavera y con el estar abierto, “en barbecho”.

Mi voluntad con muerte: en el original volentier, “de manera voluntaria”, “con gusto”, que el italiano emplea todavía hoy para aceptar una invitación a beber otra copa de vino –por ejemplo. Elijo “mi voluntad”, además de razones de medida para reproducir en parte el original, porque el autor fue de los primeros en conocer en Italia y fuera de Alemania en general la obra de Schopenhauer, de la cual -como en este poema- muchas veces su lírica es un reflejo casi permanente.
Por eso es que aquí esta voluntad que hubiera cambiado una vida desdichada y vacía por la muerte, no es más que otra representación de aquella Wille omnívora del filósofo alemán.
Es decir le ricordanze a las que se entrega el yo lírico, el circular habitar ahora en la casa paterna y en el lar natal -el paese italiano y el pago nuestro- es también impuesto mediante una representación por la propia Voluntad que podría haber trocado esa vida inerte en muerte.
El otro autor que influyera, aunque de manera secreta -como habría de suceder por más de un siglo en casi toda Europa- fue Sade.
En Sade encontrará Leopardi una filosofía de un biologismo desesperado, la de una physis malvada que le servirá para trazar el arco completo de su propia visión particular. Siendo esta traducción muchas veces la esencia de la poesía.

Ilustración: Pintura en un muro de la Villa de Livia (detalle), Roma, siglo I a.C

lunes, enero 23, 2012

Sor Juana Inés de la Cruz / Con el dolor de la mortal herida...



De una reflexión cuerda con que
mitiga el dolor de una pasión

Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.

Toda en su mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muerte a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,

no sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?

 Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel de Nepanta, 1651-Ciudad de México, 1695),Versos profanos, Mondadori, Madrid, 1998

 Ilustración: Edipo e la Sfinge, 1968, Giorgio de Chirico

Silvina Ocampo / Epístola a Giorgio de Chirico




Epístola a Giorgio de Chirico

Giorgio de Chirico, yo fui su alumna.
Recuerdo el perfil griego y la manzana
y el cielo de París en la ventana
donde soñó el espacio y la columna.

Mientras pintaba yo impetuosamente,
en el silencio, atenta, su mirada,
me asustaba en su cara aprisionada;
Giorgio de Chirico, era usted paciente.

Y recuerdo, en sus cuadros, con un yeso,
pescados cuya sangre no manchaba:
usted para asombrarme la tocaba.
Yo me reí. Perdóneme por eso.

En el ámbito trágico del mar
de sus cuadros, el viento azul se calla,
y en el relámpago se ve en la playa
dos caballos con furia triangular.

Del carro de mudanzas con espejos,
de los muebles que pueblan el desierto,
del ventanal, con sombras, entreabierto,
sobre el místico ardor de los reflejos,

de aquellos habitantes de mi sueño,
de aquellos gladiadores en la arena,
de la niña del arco en la serena
calle patética, es usted el dueño.

Europa está sangrando; así es la guerra
con los follajes de las explosiones
que ha destruido los tiernos corazones,
los hijos, los hogares y la tierra.

Pero el mundo en sus cuadros, admirable,
que buscó el edificio y la moldura
y desdeñó del árbol la dulzura,
permanece en el tiempo, irrevocable.

Las alas del papel, los muros rojos,
la oscura catedral, el cisne triste,
lo que aún no pintó, para mí existe
con imágenes suyas en mis ojos.

El negro, el ocre y el azul -misterio
del aire en sus cuadros- me ha seguido
con fulgor en la vida. Ha prometido
la realidad buscar su cautiverio.

La centáurea es más densa, más abierta;
las estaciones oyen más secretos,
levantando los brazos, altos, quietos;
hay rumores de mar en cada puerta.

Giorgio de Chirico en un sueño arcano
a un muerto habló en las sombras del laurel:
"Oh Piranesi, el bello capitel
conmueve más, sin flores, que un verano.

No invocaré las hojas ni las ramas,
para pintar paisajes duraderos;
no invocaré los hombres verdaderos:
quiero del edificio el muro en llamas,

el hombre como un leño sobre el suelo,
las arañas de sombra estremecida,
la máscara, la espuma definida,
la atormentada formación del cielo".

Poemas de amor desesperado, 1949

Silvina Ocampo (Buenos Aires, 1903-1993), "Diez poemas de la década de 1940 seleccionados por Jorge Aulicino", Otro río que pasa, un siglo de poesía argentina contemporánea, Bajo la Luna, Buenos Aires, 2010

Ilustración: Autoritratto, 1922, Giorgio de Chirico

domingo, enero 22, 2012

Alda Merini / Leyenda




Leyenda

Podían esperar a tener un hijo,
pero es así. La palabra de nieve
se articula en una barraca
y se hunde de pronto en carnes que voces
tienen y gemidos. Encontrarán la luna
alta, los hijos; las cambiantes estaciones
y algún pariente lejano
que dice ser su abuelo.
Los hijos conocen el rostro que ven primero
y creen que es el alba de su discurso
y que deben hablar con una sola rima
sienten viajar en torno otros horizontes
no saben que el mundo está lleno de cantos mejores,
conocen el rostro de sus madres
y lo truecan en la sola música.

Alda Merini (Milán 1931-2009), Superba è la notte, Giulio Einaudi Editore, Turín, 2000
Versión de J. Aulicino


Leggenda

Potevano aspettare avere un figlio,
ma è cosí. La parola di neve
si articola dentro una baracca
e sprofonda improvvisa nelle carni che voci
hanno e gemiti. Essi troveranno la luna
alta, i figli, le mutate stagioni
e qualche parente alla lontana
che dicono essere il loro nonno.
I figli conoscono il viso che vedono primo
e credono che sia l'alba del loro discorso
e che debbono parlare con una sola rima
sentono viaggiare intorno altri orizzonti
non sanno che il mondo è pieno di canti migliori,
conoscono il volto delle loro madri
e lo scambiano per la sola musica.

---
Ilustración: Risveglio, 1929, Anselmo Bucci

sábado, enero 21, 2012

Sor Juana Inés de la Cruz / Feliciano me adora y le aborrezco...





Continúa el asunto y aun le 
expresa con más viva elegancia

Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:

a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;

si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido:
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

Juana de Asbaje y Ramírez de Cantillana, Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel de Nepanta, 1651-Ciudad de México, 1695), Versos profanos, Mondadori, Madrid, 1998

Ilustración: Pianto d'amore (Ettore e Andromaca), 1974, Giorgio de Chirico

viernes, enero 20, 2012

Raúl Zurita / Sabía Ud. algo de las verdes áreas regidas?





Sabía Ud. algo de las verdes áreas regidas?

Sabía Ud. algo de las verdes áreas regidas por los
vaqueros y las blancas áreas no regidas que las vacas
huyendo dejan compactas   cerradas detrás de ellas?


  I. Esa área verde regida se intersecta con la
     primera área blanca no regida

 II. Ese cruce de áreas verdes y blancas se intersecta
     con la segunda área blanca no regida

III. Las áreas verdes regidas y las blancas áreas no
     regidas se siguen intersectando hasta acabarse las
     áreas blancas no regidas


Sabía Ud. que ya sin áreas que se intersecten comienzan
a cruzarse todos los símbolos entre sí y que es Ud.
ahora el área blanca que las vacas huyendo dejan a
merced del área más allá de Ud.  verde  regida por los
mismos vaqueros locos?


Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950), Purgatorio, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2007

Foto: Zurita Vanguardia, México, 12.9.2011

jueves, enero 19, 2012

Franco Fortini / La realidad



La realidad

La ciudad de la que estoy hablando no existe,
es una idea de la razón y de la voluntad.
En la esperanza de ser comprendido
la llamo con un nombre desconocido.
Sus avenidas se abren al vacío.
Sus fondines están abiertos hasta tarde.

Hasta los nombres de los amigos son ficcionales.
¿Quién de ellos vive, quién está muerto? Probablemente
son escarabajos de lapislázuli
en el museo o voces de repertorio,
fotografías, papel, aguinaldos por exámenes.
O, con el llanto en la garganta, duermen a la tarde.

Sí, estuve en Gela una vez.
Hasta en Roubaix, otra vez.
He vivido unos meses en Roma.
Todo esto significa bien poco.
Confirmo que en mi mente fatigada
el idealismo triunfa, es impresionante.

Las dactilógrafas ponen la funda sobre la máquina.
Los gatos se ocupan de sus cosas.
En el garaje limpian carburadores. Esta
es la realidad. Si dejas caer un diario,
da vueltas y alcanza las hortensias.
No quieres abandonar la sintaxis.
La ficción es la última esperanza.
Alguien llama por teléfono, tiene el ansia en la voz.

La historia -vuelves a explicarle- es toda la realidad.
Y no es cierto.
Hablas para darte coraje.
Tienes dificultad para leer.
Los ruidos familiares
avisan que llega la cena
y por suerte serás liberado.
En el Cine Cristal una película de guerra,
en la televisión, un debate animado.

El deber de Schiller es resistir.
Dante se obstina sobre una rima difícil.
He aquí por qué los amigos ha devenido nombres.
He aquí por qué en los sueños solo ves caras de muertos.
He aquí por qué puedes decir "Turín" pero no existe
ninguna ciudad con ese nombre
y si existiese, no te importa.
Hablas en plural solo para advertirles
a los hijos que no tropiecen en los escalones. Todo es
tremendo, pero no todavía irremediable.

1984


Franco Fortini (Florencia, 1917–Milán, 1994), "L'ospite ingrato", Versi scelti, 1939-1989, Einaudi Editore, Turín, 1990
Versión de J. Aulicino


La realtà

La città di cui sto parlando non esiste,
è una idea della ragione e della volontà.
Nella speranza di essere compreso
la chiamo con un nome sconosciuto.
I suoi viali aprono nel vuoto.
Le sue posteríe sono aperte fino a tardi.

Anche i nomi degli amici sono finzione.
Chi è vivo, di loro, chi è morto? Probabilmente
sono scarabei di lapislazzulo
nei musei o voci di repertori,
fotografie, carta, propine di esami.
O, col pianto in gola, dormono nel pomeriggio.

Sí, sono stato a Gela una volta.
Un'altra volta persino a Roubaix.
Sono vissuto alcuni mesi a Roma.
Tutto questo significa ben poco.
Accogliersi che nella mia mente affaticata
l'idealismo trionfa, è impressionante.

Le dattilografe mettono la copertina sulla contabile.
I gatti si occupano dei fatti loro.
Nel garage puliscono carburatori. Questa
è la realtà. Se lasci cadere un giornale
esso volteggia e raggiunge le ortensie.
Non vuoi abbandonare la sintasi.
La finzione è l'ultima speranza.
Qualcuno telefona, hai l'ansia nella voce.

La storia -torni a spiegargli- è tutta la realtà.
E invece non è vero.
Parli per farti coraggio.
Hai difficoltà a leggere.
I rumori familiari
avvertono che viene la cena
e così sarai liberato.
Al Cinema Cristallo una pellicola di guerra,
alla televisone un dibattito animato.

Il dovere di Schiller è di resistere.
Dante si ostina su di una rima difficile.
Ecco perché gli amici sono divenuti nomi.
Ecco perché nei sogni vedi solo cari di morti.
Ecco perché puoi dire "Torino" man non esiste
nessuna città con questo nome
e anche esistesse non te importa.
Parli al plurale solo per ammonire
i figli a non inciampare nei gradini. Tutto è
tremendo man non ancora irrimediabile.

1984
---
Ilustración: Tramonto d'autunno, 1904, Guglielmo Amedeo Lori

miércoles, enero 18, 2012

Carlos Germán Belli / La parca glotona

















La parca glotona

La bocaza de lobo de la parca,
de par en par abierta a cada rato,
que hasta se engulle con voracidad
como un huevo escalfado justamente
todo el globo terráqueo apetitoso,
en la sideral cena postrimera;
y sanseacabó así
la niña de los ojos del Señor,
que desde ahora está
en el alimenticio bolo fúnebre
cual vianda más insignificante.

Y Luzbel a la parca cuida siempre,
dándole mejores alimentos
reparadores para que esmerada
afine el paladar y ya no sea
de figura esquelética como antes,
que parecía que jamás ni breve
miga hubiera comido,
y en cambio sí que se la ve rolliza
como el espejo fiel
del destino de una voraz glotona,
(¡claro está! merced a su custodio ángel).

En los alrededores hela allí
atropelladamente sin medida
cómo se banquetea entre tinieblas
de segundo a segundo muy puntual,
en el curso del milenario tiempo,
que derecho a su vientre pasan raudos
hombre, animal y planta,
por cuyas quintaesencias ella goza
de una salud de hierro,
y así por reinos naturales
la muerte se convierte en pura vida.

                          (17 de diciembre de 2001,
                          fecha del quincuagésimo cuarto aniversario
                          del fallecimiento de mi padre)

Carlos Germán Belli (Lima, 1927), "La miscelánea íntima", En el restante tiempo terrenal, antología personal, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2004

Foto: En Lima

martes, enero 17, 2012

Emily Dickinson / Oí zumbar una mosca























465

Oí zumbar una mosca - al morir
la quietud del cuarto
era como la quietud del aire -
entre los sobresaltos de la tormenta -

los ojos que me rodeaban - se habían vaciado -
las respiraciones se unían firmes
para la última ceremonia - en que el Rey
aparecería - en el cuarto -

yo había legado mis recuerdos - legado
todo lo que podía transferir de mí
fue en ese momento cuando se interpuso una mosca -

con azul zumbaba - indecisa tropezaba -
entre la luz - y yo -
y luego las ventanas declinaron - y luego
no pude ver para ver -

c.1862

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 1830 - 1886), Poemas, selección y traducción de Silvina Ocampo, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2011


[465]

I heard a Fly buzz - when I died -
The Stillness in the Room
Was like the Stillness in the Air -
Between the Heaves of Storm -

The Eyes around - had wrung them dry -
And Breaths were gathering firm
For that last Onset - when the King
Be witnessed - in the Room -

I willed my Keepsakes - Signed away
What portion of me be
Assignable - and then it was
There interposed a Fly -

With Blue - uncertain stumbling Buzz -
Between the light - and me -
And then the Windows failed - and then
I could not see to see -

c.1862

Transcripción basada en la edición Thomas H. Johnson de The Complete Poems of Emily Dickinson, Harvard, 1955
---
Ilustración: Interior, 1909, Vilhelm Hammershoi

lunes, enero 16, 2012

Sebastián Salazar Bondy / Confidencia en alta voz





Confidencia en alta voz

Pertenezco a una raza sentimental,
a una patria fatigada por sus penas,
a una tierra cuyas flores culminan al anochecer,
pero amo mis desventuras,
tengo mi orgullo, doy vivas a la vida bajo este cielo mortal
y soy como una nave que avanza hacia una isla de fuego.

Pertenezco a muchas gentes y soy libre,
me levanto como el alba desde las últimas tinieblas,
doy luz a un vasto campo de silencio y oros,
sol nuevo, nueva dicha, aparición imperiosa
que cae horas después en un lecho de pesadillas.
Escribo, como ven, y corro por las calles,
protesto y arrastro los grillos del descontento
que a veces son alas en los pies,
plumas al viento que surcan un azul oscuro,
pero puedo quedarme quieto, puedo renunciar,
puedo tener como cualquiera un miedo terrible,
porque cometo errores y el aire me falta
como me faltan el pecado, el pan, la risa, tantas cosas.

El tiempo es implacable como un número creciente
y comprendo que se suma en mi frente, en mis manos,
en mis hombros, como un fardo,
y pertenezco al tiempo, a los documentos, a mi raza y mi país,
y cuando lo digo en el papel, cuando lo confieso,
tengo ganas de que todos lo sepan y lloren conmigo.

Sebastián Salazar Bondy (Lima, 1924-1965), Confidencia en alta voz, Ediciones Vida y Palabra, Lima, 1960

Ilustración: Personaje con sombrero, c.1942, Wilfredo Lam

domingo, enero 15, 2012

Francisco Bitar / Un domingo



Un domingo de porrón
extinguiéndose de a poco
minuto a minuto en el cuerpo.

Las nubes están listas para el uso
Las nubes se pueden contar
Las nubes son ideas
que llegan desde las casas altas
y se pierden por el lado del río
para aparecer camino de la costa
en su orden original.

Cuando el día haya pasado
quedará la sensación
de haber cerrado de la misma forma
todas las noches del verano:
rodeando un incendio
para llegar a la casa.

No hay remate.

Francisco Bitar (Santa Fe, 1981), La muerte de una estrella, Ediciones Stanton, Buenos Aires, 2011


Foto: Infobae

act. 2023

sábado, enero 14, 2012

Emily Dickinson / El cerebro es más amplio que el cielo

























632

El cerebro - es más amplio que el cielo -
colócalos juntos-
contendrá uno al otro
holgadamente - y tú - también
el cerebro es más hondo que el mar -
retenlos -  azul contra azul -
absorberá el uno al otro -
como la esponja - al balde -
el cerebro es el mismo peso de Dios -
pésalos libra por libra -
se diferenciarán - si se pueden diferenciar -
como la sílaba del sonido -

c. 1862

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 1830 - 1886), Poemas, selección y traducción de Silvina Ocampo, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2011


[632]

The Brain - is wider than the Sky -
For - put them side by side -
The one the other will contain
With ease - and You - beside

The Brain is deeper than the sea -
For - hold them - Blue to Blue -
The one the other will absorb -
As Sponges - Buckets - do -

The Brain is just the weight of God -
For - Heft them - Pound for Pound -
And they will differ - if they do -
As Syllable from Sound -

c. 1862

Transcripción basada en la edición Thomas H. Johnson de The Complete Poems of Emily Dickinson, Harvard, 1955
---
Ilustración: El triunfo de Baco (detalle: cabeza de Dioniso), siglo XVII, José de Ribera, el Españoleto

viernes, enero 13, 2012

Francis Ponge / Los placeres de la puerta






Los placeres de la puerta

  Los reyes no tocan las puertas.

  No conocen esa felicidad: empujar hacia adelante con suavidad o violencia uno de esos grandes tableros familiares, volverse hacía él para ponerlo otra vez en su lugar: tener en nuestros brazos una puerta.

  ...La felicidad de empuñar por su nudo de porcelana el vientre de uno de esos altos obstáculos de una sola pieza; ese rápido cuerpo a cuerpo mediante el cual, detenido el andar por un instante, la mirada se extiende y el cuerpo entero se acomoda a su nueva habitación.

  Con una mano amistosa la retiene aún, antes de volver a empujarla con decisión y encerrarse: de lo que el ruido del pestillo potente pero bien aceitado le ofrece agradable confirmación.

Francis Ponge (Montpellier, 1899-Le Bars-sur-Loup, 1988), Raúl Gustavo Aguirre, Poetas franceses contemporáneos, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, 1974


Les plaisirs de la porte

  Les rois ne touchent pas aux portes.

  Ils ne connaissent pas ce bonheur: pousser devant soi avec douceur ou rudesse l'un de ces grands panneaux familiers, se retourner vers lui pour le remettre en place, -tenir dans ses bras une porte.

  Le bonheur d'empoigner au ventre par son noeud de porcelaine l'un de ces hauts obstacles d'une pièce; ce corps à corps rapide par lequel un instant la marche retenue, l'oeil s'ouvre et le corps tout entier s'accommode à son nouvel appartement.

  D'une main amicale il la retient encore, avant de la repousser décidément et s'enclore,-ce dont le déclic du ressort puissant mais bien huilé agréablement l'assure.


Ilustración: Caroline en la ventana, 1822, Caspar David Friedrich

jueves, enero 12, 2012

Katherine Garrison Chapin / Los recién casados en el tren





Los recién casados en el tren

Están sentados del otro lado del pasillo,
el pequeño judío con aspecto dominguero,
la pálida muchacha de labios pintados
                   y ojos sombreados.

Él no puede contener su enorme gozo,
sus manos se extienden para acariciarle la mano,
y se esfuerza, trata de hacerla sonreír
                    y comprender.

Ella parece tener un solo pensamiento
acerca de sí misma; su vestido, su cabello,
dobla, alisa y toca
                    con estudiado cuidado.

Pero hay temor detrás de su sonrisa,
algo en ella se estremece y falla;
lo observa entre sus pestañas
                    y se lustra las uñas.


Katherine Garrison Chapin (Waterford, Connecticut, 1890-Devon, Pennsylvania, 1977), Alberto Girri, Versiones, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974

Ilustración: Portada de poemas nuevos y selectos de Garrison Chapin, Universidad de Minessota, 1959

miércoles, enero 11, 2012

Richard Gwyn / Levantar a la Virgen




Levantar a la virgen

El trabajo de ella consiste en mantener limpia la iglesia, arreglar las flores, cambiar las velas. Al mediodía le cocina al cura. Pero su principal preocupación es el bienestar de las estatuas de alabastro, especialmente la virgen. La semana pasada, me dijo, tuvieron que levantar la estatua de la virgen, correrla un rato. “No puede imaginarse lo que pesaba”, dice sonriente, como hablándome de un niño atrevido pero querido. El viento se ha detenido. Todo está en calma. Camino con el cura hasta el bar del pueblo. Después, en la plaza, los niños se agolpan a mi alrededor, jugando y charlando, como si me hubiesen conocido de toda la vida. Soy un extraño que ha llegado a este lugar minúsculo y que pronto se irá. La mujer de la iglesia, el cura, el cielo, los niños, la placita con su árbol y dos hamacas. Una conspiración de sustantivos. Pero el efecto es el de un flujo entre una cosa y la siguiente, en un viaje que ha perdido todos los puntos de referencia y sólo ofrece la salvación de la continuidad. Levantar ese modelo de la virgen de proporciones reales se destaca como un desafío a todo lo que es inalterable en un pueblo de llanura. Ella era tan pesada. No pueden imaginarse.

Richard Gwyn (Gales, 1956), Walking on Bones, Parthian Books, Cardiff, 2000
Traducción de Jorge Fondebrider

Lifting the Virgin

Her job is to keep the church clean, arrange the flowers, change the candles. At midday she cooks a meal for the priest. But her main concern is the well-being of the alabaster statues, especially the virgin. Last week, she tells me, they had to lift the statue of the virgin, move her awhile. “You can’t imagine how much she weighed,” she smiles, as though discussing a defiant but beloved child. The wind has stopped. Everything is quiet. I walk with the priest to the village bar. Afterwards, in the square, the children gather round, playing and chatting, as though they had known me all their lives. I am a stranger, who has walked into this tiny place and soon will wander on. The woman in the church, the priest, the sky, the children, the little square with its tree and two swings. A conspiracy of nouns. But the effect is of a flow between one thing and the next, on a journey that has lost all points of reference and offers only the salvation of continuity. Lifting this lifesize model of the virgin stands out like a challenge to all that is unchanging in a village on a plain. She was so heavy. You can’t imagine.

Ilustración: La Inmaculada, 1635, Francisco de Zurbarán

martes, enero 10, 2012

Basilia Papastamatíu / Involuntario don


















Involuntario don

y aunque pugnen los ojos por quedarse fuera
el gran abrazo de la tiniebla viene
                                                           R.D.

1

El miedo que guía sus pasos les impide retroceder
Incapaces de reconocerse y de escuchar el eco de sus
propias voces
asombrados de estar todavía aquí
incrédulos, indóciles, fuera de sí, con palabras ajenas
y una cierta ironía
se preguntan:
este es el recinto de la patria?

2

Con una desafiante dureza en sus miradas
y el empecinamiento de los inconformes
añoran la calma del desierto, su luz cegante

pero estamos tan lejos de dios!

3

Esta es la hora solemne
de los que no vendieron su conciencia
de las cuentas no pedidas ni saldadas
no hubo ni crimen ni error
               nadie mandó ni obligó ni compró ni vendió
pendientes de sus deudas y limpios de confesión
tardarán un tiempo aún en morirse
devotos, escuchaban las regias palabras
como único consuelo

Vienen de la misma cuna y su indestructible amistad
les alegra el alma
juntos beben con igual deleite el vino que invita al
beso, a amarse hasta el hartazgo, a la sensualidad sin
fin (que cura todas las heridas, que anula todo
pensamiento)

4

Sobrevivimos a nuestra naturaleza endeble
a nuestro himno, a nuestra historia
atrapados en las entrañas del mundo, ni siquiera
intentamos salir
devorados-devorando hasta la saciedad
nada es más agobiante, nada más amargo que el
involuntario don de nuestra corpórea existencia

5

no actuamos sin embargo por pesadumbre ni
      por desesperación
serenos, complacientes
                 en este país de espinas
cedemos paso a la derrota
como impulsados por un gran, irrefrenable, deseo de
      morir

(el intenso resplandor que ahora emerge del abismo
nos envolverá y nos enlazará para siempre con la
eternidad)

                   oh amor
                   oh noche solemne
                   única cuna
                   regias palabras
                   ajenas palabras
                   no humanas... no terrenas...


Basilia Papastamatíu (Buenos Aires, 1940, residente en La Habana desde 1969), Cuando ya el paisaje es otro, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 2011
---
Foto: Papasmatíu (izquierda), junto con la poeta Legna Rodríguez, La Habana, 2011 yarabeycuba  

lunes, enero 09, 2012

Ramos Sucre / De "El cielo de esmalte", 2




La huella

Una luz febril recorría los cielos la noche del viernes santo.

Yo distinguía los perfiles de una ciudad oculta en la sombra y el símbolo de una escala de sones volátiles en el silencio penitente.

Yo me había asomado a la ventana después de consignar en un escrito los azares de una pasión ideal. Yo volvía el discurso al caso Dante, a sus cuitas de amor en la cámara del sobresalto y la amargura.

Yo sufría del arrojo de mi pensamiento. Una forma aviesa imitaba al objeto de mis devaneos y sugería con el ademán la vista de un suplicio.

El temporal, nacido en montes lívidos, fugaba delante de sí el tumulto de las tinieblas y esparcía las voces de una multitud precita. Yo dije entre alabanzas el nombre soberano, cifra de mis anhelos, y el fantasma lacónico se delizó en mi presencia, dejando en su vez un reguero de polvo.

José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 1890-Ginebra, 1930) "El cielo de esmalte", 1929; Obra poética, Colección Archivos, n° 52, Barcelona, 2001
---
Ilustración: L'éventail, c.1919, Marie Laurencin

domingo, enero 08, 2012

Wallace Stevens / De "Notes Towards a Supreme Fiction", 8




La primera parte de este poema, aquí


Debe dar placer

VII
Impone órdenes mientras piensa en ellas,
como el zorro y la serpiente. Es cosa de valientes.
A continuación construye capitolios y en sus pasillos,
más blancos que la cera, sonoros, tal como es la fama,
coloca estatuas de hombres sensatos,
que superaron al búho más culto, los más eruditos
elefantes. Pero imponer
no es descubrir. Descubrir un orden como si fuera
una estación, para descubrir el verano y reconocerlo,
descubrir el invierno y reconocerlo bien, encontrar,
no imponer, no haber razonado en absoluto,
llegar de la nada al clima principal,
es posible, posible, posible. Debe
ser posible. Debe ser que con el tiempo
la realidad vendrá de sus capitalizaciones rudimentarias
pareciendo, al principio, una bestia escupida, distinta,
entibiada  por una leche desesperada. Para encontrar la realidad,
para ser despojado de toda ficción excepto una,
la ficción de un absoluto — Ángel,
mantente en silencio en tu nube luminosa y escucha
la melodía luminosa del sonido adecuado.

VIII
¿En qué debo creer? Si el ángel en su nube,
contemplando sereno el abismo violento,
tañe sus cuerdas para tocar la gloria suprema,
salta hacia abajo a través de revelaciones nocturnas  y
con sus alas desplegadas, no necesita sino un espacio profundo,
olvida el centro dorado, el destino dorado,
crece cobijado en la marcha inmóvil de su vuelo,
¿Debo imaginar a este ángel menos satisfecho?
¿Son suyas las alas, el embrujado aire lapislázuli?
¿Es él o soy yo quien experimenta esto?
Seré yo entonces quien continúa diciendo que hay una hora
plena de felicidad expresable, en la que no tengo
necesidad, soy feliz, olvido la mano dorada de la necesidad,
estoy satisfecho, sin la majestuosidad consoladora,
y si hay una hora hay un día,
hay un mes, un año, hay un tiempo
en que la majestuosidad es un espejo del yo:
No tengo pero yo soy y como soy, soy.
¿Con qué llenamos esta regiones externas sino
con reflexiones, las escapadas de la muerte,
Cenicienta realizándose a sí misma bajo el techo?

IX
Silba en voz alta, reyezuelo debilucho. Puedo
hacer todo lo que hacen los ángeles. Me divierto como ellos,
como los hombres también, como hombres a la luz aislada,
ángeles gozosos. Silba, corneta forzada,
que llamas para encontrar pareja, cerca del nido,
corneta de gallos, silba y toca y detente de golpe,
petirrojo, detente en tus preludios, practica
meras repeticiones. Estas cosas implican al menos
una ocupación, un ejercicio, un trabajo,
algo con finalidad en sí y, por tanto, bueno:
una de las vastas repeticiones con finalidad
en sí mismas, y por lo tanto buenas, girar
 y girar y girar, simplemente girar,
hasta que solo girar es un bien último,
el modo en que el vino llega a la mesa en una madera.
Y nos divertimos como hombres, el modo en que una hoja
sobre la mesa gira su giro constante,
para que la miremos con placer, la vemos
girando en su excéntrica medida. Tal vez
el hombre-héroe no es el monstruo excepcional,
pero él de la repetición es el máximo maestro.

X
Gorda niña, terrestre, mi verano, mi noche,
¿Por qué te encuentro indiferente, te veo allí
en un contorno en movimiento, un cambio no terminado aun?
Eres familiar y sin embargo eres una aberración.
Educado, señora, solo estoy bajo
un árbol, esta sensación casual requiere
que te nombre simplemente, sin gasto de palabras.
Controla tus evasiones, aférrate a ti misma.
Aun así, cuando pienso en ti fuerte o cansada,
inclinada sobre el trabajo, ansiosa, satisfecha, sola,
sigues siendo más que una figura natural. Te
conviertes en el fantasma de pies delicados, la distorsión
irracional, sin embargo fragante, sin embargo querida.
Eso es: a mayor distorsión racional
la ficción que surge del sentimiento. Sí, eso.
Lo comprenderán un día en la Sorbona.
Regresaremos de la conferencia al anochecer,
contentos de que lo irracional sea racional,
hasta que tocado por el sentimiento, en una calle dorada,
te llame por tu nombre, mi verde, mi Mundo fluyente.
Habrás terminado de girar excepto en el cristal.

Coda
Soldado, hay una guerra entre la mente
y el cielo, entre el pensamiento y el día y la noche. Es
por eso que el poeta siempre está en el sol,
emparcha la luna a sus cadencias virgilianas
en su habitación, de arriba a abajo,
de arriba a abajo. Es una guerra que nunca termina.
Sin embargo, depende de la tuya. Las dos son una.
Son un plural, una derecha y una izquierda, un par,
dos paralelas que se encuentran solo en
la  reunión de sus sombras, o
en un libro en una barraca, una carta de Malasia.
Pero tu guerra termina. Y después de ella regresas
con seis carnes y doce vinos de doce o sin ellos
para caminar otra habitación. . . Señor y camarada,
el soldado es pobre sin los versos del poeta,
sus insignificantes currículos, los sonidos que se pegan,
modulando inevitablemente en la sangre.
Y guerra por guerra, cada una tiene su estilo ardiente.
Con qué facilidad el héroe ficcional se vuelve real;
Con qué alegría muere el soldado —si debe— con las palabras adecuadas,
o vive alimentándose de la palabra fiel.

Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879 - Hartford, Connecticut, 1955), Notes Towards a Supreme Fiction, 1942
Versión de Silvia Camerotto

de Notes Towards a Supreme Fiction, 1942 

VII He imposes orders as he thinks of them, /As the fox and snake do. It is a brave affair. /Next he builds capitols and in their corridors, /Whiter than wax, sonorous, fame as it is, /He establishes statues of reasonable men, /Who surpassed the most literate owl, the most erudite /Of elephants. But to impose is not /To discover. To discover an order as of /A season, to discover summer and know it, /To discover winter and know it well, to find, /Not to impose, not to have reasoned at all, /Out of nothing to have come on major weather, /It is possible, possible, possible. It must /Be possible. It must be that in time /The real will from its rude compoundings come, /Seeming, at first, a beast disgorged, unlike, /Warmed by a desperate milk. To find the real, /To be stripped of every fiction except one, /The fiction of an absolute–Angel, /Be silent in your luminous cloud and hear /The luminous melody of proper sound.  //VIII What am I to believe? If the angel in his cloud, /Serenely gazing at the violent abyss, /Plucks on his strings to pluck abysmal glory, /Leaps downward through evening’s revelations, and /On his spredden wings, needs nothing but deep space, /Forgets the gold centre, the golden destiny, /Grows warm in the motionless motion of his flight, /Am I that imagine this angel less satisfied? /Are the wings his, the lapis-haunted air? /Is it he or is it I that experience this? /Is it I then that keep saying there is an hour /Filled with expressible bliss, in which I have /No need, am happy, forget need’s golden hand, /Am satisfied without solacing majesty, /And if there is an hour there is a day, /There is a month, a year, there is a time /In which majesty is a mirror of the self: /I have not but I am and as I am, I am. /These external regions, what do we fill them with /Except reflections, the escapades of death, /Cinderella fulfilling herself beneath the roof?  //IX Whistle aloud, too weedy wren. I can /Do all that angels can. I enjoy like them, /Like men besides, like men in light secluded, /Enjoying angels. Whistle, forced bugler, /That bugles for the mate, nearby the nest, /Cock bugler, whistle and bugle and stop just short, /Red robin, stop in your preludes, practicing /Mere repetitions. These things at least comprise /An occupation, an exercise, a work, /A thing final in itself and, therefore, good: /One of the vast repetitions final in /Themselves, and therefore good, the going round /And round and round, the merely going round, /Until merely going round is a final good, /The way wine comes at a table in a wood. /And we enjoy like men, the way a leaf /Above the table spins its constant spin, /So that we look at it with pleasure, look /At it spinning its eccentric measure. Perhaps, /The man-hero is not the exceptional monster, /But he that of repetition is most master.  //X Fat girl, terrestrial, my summer, my night, /How is it I find you in difference, see you there /In a moving contour, a change not quite completed? /You are familiar yet an aberration. /Civil, madam, I am but underneath /A tree, this unprovoked sensation requires /That I should name you flatly, waste no words. /Check your evasions, hold you to yourself. /Even so when I think of you as strong or tired, /Bent over work, anxious, content, alone, /You remain the more than natural figure. You /Become the soft-footed phantom, the irrational /Distortion, however fragrant, however dear. /That’s it: the more than rational distortion, /The fiction that results from feeling. Yes, that. /They will get it straight one day at the Sorbonne. /We shall return at twilight from the lecture, /Pleased that the irrational is rational, /Until flicked by feeling, in a gildered street, /I call you by name, my green, my fluent mundo. /You will have stopped revolving except in crystal.  //Coda Soldier, there is a war between the mind /And sky, between thought and day and night. It is /For that the poet is always in the sun, /Patches the moon together in his room /To his Virgilian cadences, up down, /Up down. It is a war that never ends. /Yet it depends on yours. The two are one. /They are a plural, a right and left, a pair, /Two parallels that meet if only in /The meeting of their shadows, or that meet /In a book in a barrack, a letter from Malay. /But your war ends. And after it you return /With six meats and twelve wines or else without /To walk another room . . . Monsieur and comrade, /The soldier is poor without the poet’s lines, /His petty syllabi, the sounds that stick, /Inevitably modulating, in the blood. /And war for war, each has its gallant kind. /How simply the fictive hero becomes the real; /How gladly with proper words the soldier dies, /If he must, or lives on the bread of faithful speech. 

Ilustración: A Winged Figure Seated Upon a Rock (A Study for the Stevenson Memorial), 1903, Abbot Handerson Thayer

sábado, enero 07, 2012

Ernest Farrés / No necesariamente en este orden





No necesariamente en este orden

Toda, os explicaré
toda la verdad sobre nosotros.
Somos tan impresionables
que cuando miramos el techo ni siquiera creemos verlo
sostenido por paredes o columnas, sino
que la vista se fija, arrebatada,
en una salpicadura de barro o una costra o una araña.

Somos tan asustadizos
que cuando miramos abajo vemos los kilovatios
consumidos en las clases de gimnasia.
Somos
tan buenos que cuando miramos hacia la izquierda vemos
lo que nos estamos perdiendo y tan crudos que a mano derecha
nos aparece el sol que despunta en las viñas.

Somos tan meditabundos que cuando echamos un vistazo desde las gradas  
de un teatro romano a menudo nos sorprendemos
a nosotros mismos pensando qué suerte ser como somos
en lugar de tikis* de las islas Marquesas.


* Tiki: Es el nombre que se da en las culturas de Polinesia a unas estatuas de gran tamaño con forma humana. (N. del T.)

Ernest Farrés (Igualada, Cataluña, España, 1967), Blitzkrieg, Meteora, Barcelona, 2011
Versión de Jonio González


No necessàriament en aquest mateix ordre

Tota, us explicaré
tota la veritat
sobre nosaltres.
                         Som tan impressionables
que quan mirem al sostre ni tan sols creiem veure’l
sostingut per parets o columnas sinó
que se’ns en va la vista arravatadament
cap a un esquitx de fang o una crosta o una aranya.

Som tan espantadissos
que quan mirem avall veiem el quilowatts
consumits a les classes de gimnàstica.
                                     Som
tan bons que quan mirem a l’esquerra veiem
el que ens estem perdent i tan crus que a mà dreta
ens apareéis el sol que despunta a les vinyes.

Som tan meditabunds
que quan donem cops d’ull des de la graderia
d’un teatre romà en sorprenem sovint
a nosaltres mateixos pensant que quina sort
ser així en lloc de ser tikis de les illes Marqueses.


Página de autor: La República Poètica de l'Ernest Farrés
Foto: Georgina Miret/The National Poetry Series