viernes, septiembre 02, 2011

Donald Davie / Lógica hipocondríaca






Lógica hipocondríaca

Padecer apendicitis es su peor
obsesión, corrosiva desde el comienzo,
aunque imprevista. Para quienes, como él,
educados por una curiosa debilidad para sentir
el más insignificante de los dolores, ¿podemos esperar que
sean precavidos de una apendectomía?
Así las cosas, él piensa que el dolor
es más real cuanto más ilusorio.

Así se defienden los hombres que han sostenido
que una verdad es más verdadera cuanto más remota.
O, en términos poéticos, confiar
en el aire cuanto más enrarecido.
Este es, por ejemplo, el defecto de Shelley,
que temía la elefantiasis
y cuyos poemas infectaban a sus lectores,
quienes a su vez, desde la incertidumbre, los suponían verdaderos.

Confinados a una calle baldía
como fugitivos que escapan de sus propios pies,
algunos que son íntegros todavía pueden comprender
que la enfermedad es cuanto merecemos,
o, más aún, desprecian una vida sin sufrimientos,
cuando ningún aullido se deja oír debajo del cuchillo.
Así, cuando rastreamos estos impulsos,
sabemos que corresponden a los hipocondríacos.

De manera que los poetas pueden sorprendernos
con aquello que no siendo verdadero puede serlo.
Y condenados a un estado moral
sólo podemos pensar en escapar;
y si la escenografía es extraña
su prototipo no puede estar aquí,
salvo en una mente asustadiza
que puede ser desconcertada pero no enceguecida.

Donald Davie (Barnsley, Yorkshire, 1922- Exeter, 1995), Covers, 36 poetas en lengua inglesa, traducción de Armando Roa, Uqbar Editores, Santiago de Chile, 2010


Hypochondriac Logic 
Appendicitis is his worst / Obsession, mordant from the first / And unannounced. For who but he, a / By curious failing schooled to see / The tiniest pain, can hope to be / Forewarned of appendectomy? / So thinking, he thinks pain to be / More real as more illusory. // So argue all men who have thought / A truth more true as more remote, / Or in poetic worlds confide / The more their air is rarefied. / This the Shelleyan failing is, / Who feared elephantiasis, / Whose poems infect his readers too, / Who, since they're vague, suppose them true. // But lagging down a crippled street / Like fugitives from their own feet, / Some who are whole can yet observe / Disease is what we all deserve, / Or else disdain a painless life / While any squeal beneath the knife. / So, if you trace the impulse back, / The best are hypochondriac. // So poets may astonish you / With what is not, but should be, true, / And shackle on a moral shape / You only thought you could escape; / So if their scenery is queer, / Its prototype may not be here, / Unless inside a frightened mind, / Which mav be dazzled, but not blind. 

Foto: Donald Davie Bilkent News

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