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lunes, agosto 01, 2011
Wallace Stevens / De "Notes Toward a Supreme Fiction", 4
Las partes I y II de este poema, aquí
Las partes III a VI, aquí
Debe ser abstracta
VII
Se siente bien así, sin el gigante,
un pensador de la primera idea. Quizás
la verdad depende de un paseo por el lago,
una composición mientras el cuerpo se cansa, un alto
para mirar un ranúnculo, un alto para observar
una definición cada vez más cierta y
una espera dentro de esa certeza; una pausa
entre el vaivén de los pinos que bordean el lago.
Quizá hay momentos de excelencia inherente,
como cuando canta el gallo a la izquierda y todo
está bien, equilibrios incalculables,
alcanzados por una especie de perfección suiza
y una música familiar de la máquina
convocando su Schwärmerei*, no equilibrios
que logramos, sino equilibrios que suceden,
como un hombre y una mujer que se encuentran y se aman de inmediato.
Quizá haya momentos de despertar,
extremos, fortuitos, personales, en los que
más que despiertos, nos sentamos en el borde del sueño,
como en una elevación, y contemplamos
las academias como estructuras entre la niebla.
Déjenme adivinar:
estás tan avergonzado por haber dejado en evidencia que no sabes lo que
son las abstracciones, ni por qué deben ser evitadas por escritorzuelos novatos, como tú,
que estás tratando de encontrar e identificar abstracciones en las obras
de escritores famosos porque piensas graciosamente que estás demostrando algo. Sin eso sin duda encaja en tu patrón.
y
debe ser muy molesto.
*entusiasmo
VIII
¿Podemos construir un castillo-fortaleza-casa,
incluso con la ayuda de Viollet-le-Duc*,
e instalar allí al MacCullough como hombre superior?
La primera idea es algo imaginado.
El gigante pensativo recostado en un espacio violeta
puede ser el MacCullough, logos y lógica,
una conveniente hipótesis de cristal,
incipit y una forma para que diga la palabra
y cada duplicidad latente en la palabra,
lingüista ideal. Pero el MacCullough es MacCullough.
Esto no significa que el hombre superior sea hombre.
Si MacCullough mismo estuviera descansando junto al mar,
inmerso en su oleaje, leyendo bajo el sonido,
acerca del pensador de la primera idea,
él podría habituarse —ya sea por una ola o frase,
o por el poder de la ola, o el habla profunda,
o un nimio ser instalándose en él—,
a mayor aptitud o aprehensión,
como si, al fin, el oleaje nunca se interrumpiera,
como si la lengua, de repente, dijera con sencillez,
cosas que habló trabajosamente.
* Eugène Emmanuel Viollet le Duc, (1814-1879), arquitecto francés, el primer restaurador moderno y encargado de la restauración de Notre Dame de París
IX
La entonación romántica, la clarividencia declamada
forman parte de la apoteosis, adecuada
y de su naturaleza, de ahí el estilo.
Se diferencian del clic-clac de la razón, de sus destellos
instrumentados. Pero la apoteosis
no es el origen del hombre superior. Él llega,
compactado en láminas invencibles, desde la razón
iluminada a la medianoche por el ojo estudioso,
envuelto en el ensueño, el objeto
del murmullo de los pensamientos que la mente evita,
oculto a otros pensamientos, él, que descansa
sobre un pecho por siempre valioso por ese contacto,
para quien cae tiernamente el bien de abril,
cae, cuando los gallos cantan.
Mi señora, canta canciones certeras para esta persona.
Él es y puede ser pero ¡oh! él es, él es
ese niño expósito del infectado pasado, tan brillante,
tan conmovedor por el ademán de su mano.
Sin embargo, no mires sus ojos enrojecidos. No le
des nombres, quítalo de tus imágenes.
su calor es más puro en el corazón.
X
La mayor abstracción es la idea del hombre
y el hombre superior es su exponente, más capaz
en lo abstracto que en su singularidad,
más fecundo como principio que como partícula,
feliz fecundidad, fuerza abundante que florece,
al ser más que una excepción, una parte,
aunque una parte heroica, de lo común?
La abstracción importante es lo común,
lo inanimado, visión difícil. ¿Quién es?
¿Qué rabino, enfurecido por el deseo humano,
qué jefe, caminando solo, llorando
miserable, victorioso,
no ve estas figuras por separado, una a una,
y sin embargo, sólo ve una, en su viejo abrigo,
sus pantalones arrugados, fuera de la ciudad,
buscando lo que fue, donde solía ser?
La mañana sin nubes. Es él. El hombre
con ese viejo abrigo, los pantalones caídos,
le corresponde a él, efebo, hacer, confeccionar
la elegancia final, no consolar
o santificar, simplemente proponer.
Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879 - Hartford, Connecticut, 1955), Notes Towards a Supreme Fiction, 1942
Versión de Silvia Camerotto
VII It feels good as it is without the giant, /A thinker of the first idea. Perhaps /The truth depends on a walk around the lake, /A composing as the body tires, a stop /To see hepatica, a stop to watch /A definition growing certain and /A wait within that certainty, a rest /In the swags of pine-trees bordering the lake. /Perhaps there are times of inherent excellence, /As when the cock crows on the left and all /Is well, incalculable balances, /At which a kind of Swiss perfection comes /And a familiar music of the machine /Sets up its Schwärmerei, not balances /That we achieve, but balances that happen, /As a man and woman meet and love forthwith. /Perhaps there are moments of awakening, /Extreme, fortuitous, personal, in which /We more than awaken, sit on the edge of sleep, /As on an elevation, and behold /The academies like structures in a mist. /Let me guess: /You're so embarrassed that you've demonstrated that you don't know what /abstractions are, nor why they should be avoided by hack novices such as
/yourself, that you're attempting to find and identify abstractions in works /by famous writers because you hilariously think you're making some sort of /point. /It certainly fits your pattern. /and /It must really sting.
VIII Can we compose a castle-fortress-home, /Even with the help of Viollet-le-Duc, /And set the MacCullough there as major man? /The first idea is an imagined thing. /The pensive giant prone in violet space /May be the MacCullough, an expedient, /Logos and logic, crystal hypothesis, /Incipit and a form to speak the word /And every latent double in the word, /Beau linguist. But the MacCullough is MacCullough. /It does not follow that major man is man. /If MacCullough himself lay lounging by the sea, /Drowned in its washes, reading in the sound, /About the thinker of the first idea, /He might take habit, whether from wave or phrase, /Or power of the wave, or deepened speech, /Or a leaner being, moving in on him, /Of greater aptitude or apprehension, /As if the waves at last were never broken, /As if the language suddenly, with ease, /Said things it had laboriously spoken.
IX The romantic intoning, the declaimed clairvoyance /Are parts of apotheosis, appropriate /And of its nature, the idiom thereof. /They differ from reason’s click-clack, its applied /Enflashings. But apotheosis is not /The origin of the major man. He comes, /Compact in invincible foils, from reason /Lighted at midnight by the studious eye, /Swaddled in revery, the object of /The hum of thoughts evaded in the mind, /Hidden from other thoughts, he that reposes /On a breast forever precious for that touch, /For whom the good of April falls tenderly, /Falls down, the cock-birds calling at the time. /My dame, sing for this person accurate songs. /He is and may be but oh! he is, he is, /This foundling of the infected past, so bright, /So moving in the manner of his hand. /Yet look not at his colored eyes. Give him /No names, Dismiss him from your images. /The hot of him is purest in the heart.
X The major abstraction is the idea of man /And major man is its exponent, abler /In the abstract than in his singular, /More fecund as principle than particle, /Happy fecundity, flor-abundant force, /In being more than an exception, part, /Though an heroic part, of the commonal. /The major abstraction is the commonal, /The inanimate, difficult visage. Who is it? /What rabbi, grown furious with human wish, /What chieftain, walking by himself, crying /Most miserable, most victorious, /Does not see these separate figures one by one, /And yet see only one, in his old coat, /His slouching pantaloons, beyond the town, /Looking for what was, where it used to be? /Cloudless the morning. It is he. The man /In that old coat, those sagging pantaloons, /It is of him, ephebe, to make, to confect /The final elegance, not to console /Or sanctify, but plainly to propound.
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Ilustración: San Francisco sueña con el palacio celestial para su orden, fines del siglo XIII ó principios del XIV, fresco en la Iglesia Superior de San Francisco, en Asís, atribuido a Giotto di Bondone
Para Camerotto: siga sacando punta al lápiz. Ya es hora de publicar, ¿no? Gracias, Irene
ResponderBorrargracias, señora. ya falta menos para terminar.
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