Java
El vapor que se eleva de la taza sugiere el contorno
de archipiélagos donde la lluvia doblega
la verde penumbra de una selva.
Sobre la playa avanza una familia de tortugas,
y luego sólo ves los caparazones vacíos,
útiles aún para ocultar a los peces más pequeños
de las fauces de depredadores mayores;
y los mismos pensamientos vuelven
con el reflujo turbio de la marea:
el azar que te permite estar sentado, imaginar
viajes improbables como morir momentáneamente
para descender a dispersar el denso
cardúmen cebado en tu costado.
Y si al regresar lo harías al mismo lugar,
bajo las mismas condiciones, y cuánto de tu vida
estarías dispuesto a resignar por el dudoso privilegio
de nadar en esas aguas; si al retornar encontraras
que algunos objetos o incluso tu cuerpo cambiaron
y tu mano ya no sostiene una taza y tu mano
es sólo el dorso de tu mano acoplado a una mandíbula.
La luz no pacta con la oscuridad
y es necesario encontrar una estrategia que te permita
atravesar la longitud del día, segregar un caparazón,
otro cielo bajo el cielo, prevalecer un tiempo
sobre el agua que aguarda
la caída y dispersión de tu precaria arquitectura.
Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969)
Foto: Muzzio Balconcillos
El vapor que se eleva de la taza sugiere el contorno
de archipiélagos donde la lluvia doblega
la verde penumbra de una selva.
Sobre la playa avanza una familia de tortugas,
y luego sólo ves los caparazones vacíos,
útiles aún para ocultar a los peces más pequeños
de las fauces de depredadores mayores;
y los mismos pensamientos vuelven
con el reflujo turbio de la marea:
el azar que te permite estar sentado, imaginar
viajes improbables como morir momentáneamente
para descender a dispersar el denso
cardúmen cebado en tu costado.
Y si al regresar lo harías al mismo lugar,
bajo las mismas condiciones, y cuánto de tu vida
estarías dispuesto a resignar por el dudoso privilegio
de nadar en esas aguas; si al retornar encontraras
que algunos objetos o incluso tu cuerpo cambiaron
y tu mano ya no sostiene una taza y tu mano
es sólo el dorso de tu mano acoplado a una mandíbula.
La luz no pacta con la oscuridad
y es necesario encontrar una estrategia que te permita
atravesar la longitud del día, segregar un caparazón,
otro cielo bajo el cielo, prevalecer un tiempo
sobre el agua que aguarda
la caída y dispersión de tu precaria arquitectura.
Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969)
Foto: Muzzio Balconcillos
Qué lindo poema: el tono, la extensión de los versos.
ResponderBorrar