La hacienda en la frescura del rocío
cruza inciertas praderas, silenciosa,
casi invisible entre la luz verdosa
y última de un crepúsculo de estío.
En el vidrio del tren veo al poeta
con un anillo de oro y una pluma;
vuelve de una metrópolis de espuma
hacia el fulgor de su ansiedad secreta.
Vuelve del mar hacia la capital;
y la lánguida luna le ilumina
los campos de una incógnita Argentina
inexpresablemente espiritual.
Rodolfo Wilcock (Buenos Aires, 1919-Viterbo, 1978),
Sexto, Emecé, Buenos Aires, 1999
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Foto: Wilcock, archivo personal de Adolfo Bioy Casares, en la edición citada. Sin fecha
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