martes, enero 13, 2009

Philip Larkin / El otoño nos ha....


El otoño nos ha agarrado en ropa de verano,
hermano, y el día
sopla fríamente desde los campos lejanos
un aire blanco.
Tenemos frío en los pies, frío en la garganta;
nos agachamos, fríos, sordos a los semitonos de la mañana.

Mira, allá, por los campos, vienen las chicas de la Iglesia,
juntando las frutas
para su Festival de la Cosecha, hojas, bayas, raíces
-tal es su búsqueda.
No creo que su espíritu pío
vaya a perturbarnos.

Mañana oiremos sus viejas campanas repicando
por otro año;
nosotros estaremos muriendo de frío aquí,
no cantando.
Afuera, morderá la helada, se derretirá, luego volverá;
adentro, la vela arderá.

Philip Larkin (Coventry, 1922 -Hull, 1985)
Versión J.A.

Autumn has caught us in our summer wear, /brother, and te day / Breathes coldly from fields far away / As white air. / We are cold at our feet, and cold ant our throats, / Crouching, cold, deaf to the morning's half-notes. // See, over the fields are comming the girls from the Church, /Gathering the fruits / For their Harvest Festival; leaves, berries and roots / -Such is their search. /I do not think that we shall be /Troubled by their piety. // Tomorrow we shall hear their old bells ringing / For another year; / We shall achingcold be here /- Not singing. /Outside, the frost will bite, thaw, then return; / Inside, the candle will burn.
Collected Poems, Marvell Press and Faber and Faber, Londres, 1988

En este blog: Days, del mismo autor
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Foto: Philip Larkin por Jane Bown ConTúmismo/The Guardian

9 comentarios:

  1. El caso es que el frío sucede por dentro y es inexorable y ya no dependen de la estación. Lo notable en Larkin es cómo se las ingenia para manejarse únicamente con los datos concretos de la realidad y a partir de ellos conmover hondamente al lector con ese tono directo que lo caracteriza. Pero sin dramatizar demasiado y, sobre todo, sin sentenciar sino dejando desnudo al frente a las cosas que suelen sucedernos.
    Qué bueno que lo hayas traducido, Jorge. No lo conocía.

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  2. Fe de erratas: "...y ya no depende...","...sin sentenciar sino dejándonos desnudos frente a las cosas que suelen sucedernos...

    Lo había escrito a los apurones. Perdón. Y gracias.

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  3. Rara vez me da por analizar los poemas, Marcelo, porque me quedo con todas las sugerencias del conjunto. En este, el tema de la vejez, o declive de la edad, me tomó de inmediato como principal. Siguiendo tu comentario, la ropa de verano me parece una alusión al envejecimiento, que en cierto momento parece caer de golpe sobre nosotros. De este modo, Larkin se mete en el tema con ironía. La ironía sigue con la descripción de las chicas que vienen de la Iglesia, no precisamente concentradas en buscar frutas, ya que reocogen de todo un poco (otra, parece decir Larkin, es su búsqueda). Por último, la vejez sigue siendo un tema exterior, dentro arde aún la llamita. Todo esto, dicho mediante "datos concretos de la realidad", los sucesos que se repiten, campanas, heladas, mientras el frío sigue -parece lo único que llegó para quedarse- a la vez metafóricos y literales.
    Gracias, Marcelo, por tu comentario.

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  4. Pero en esa época ardía la vela. Ahora, ¡tenemos Edesur! Lo que más me interesa es cuando incorpora las campanas, más que las chicas, ellas suenan.

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  5. De nada, Jorge. Yo, más bien me dejé ganar por los procedimientos formales, sin pensar demasiado en el contenido, que también puede estar en el despojamiento de la pobreza (no hay ropa para el otoño, nos quedamos con la del verano) o espiritual (la soledad, el paso del tiempo, las rutinas inexorables), no me había dado cuenta que el tema central era la vejez. Estoy de acuerdo, casi todos los viejos tienen frío en cualquier época del año, y el contraste con las chicas (que ni siquiera lo ven) es irónico y abrumador: por lo menos, ellas siguen buscando; él, ya no. Está condenado a escuchar en la intemperie las campanas con esa vela adentro (de la casa o de sí) que se va apagando. Y el frío es una alusión a la vejez que resulta más amable que el lenguaje descarnado de "The old pools", y menos cruel, sin duda.

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  6. Lindo intercambio se armó en torno a este poema. En la lectura que yo hago (o que me es dado hacer) no habla de la vejez sino más bien de todos aquellos marginados emocionales, "nosotros y los otros", los que están al margen, ajenos a toda fiesta colorida (es como mostrar que siempre ha seguido andando el mundo más allá de estos marginados: por eso habla de las estaciones y de que las campanas, por más que sean viejas, suenen para anunciar un nuevo año). En cambio la llama de la vela del dolor permanece imperturbable, siempre igual. Incluso diría más: no creo que aparezca como totalmente negativo ese estar al costado.
    Sin duda, es maravilloso ver lo que un puñado de palabras puede generar en cada pesona, no?
    saludos!

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  7. Está muy bueno lo que decís, Carol!!! Haber "elegido" ese margen permite mirar desde afuera las cosas, lo que probablemente otorgue una perspectiva más amplia que si nos involucráramos y "cantáramos" al compás del resto de la gente que celebra las fiestas con una fe inquebrantable. "Come chocolate, pequeña, come, mira que en el mundo no hay más metafísica que los chocolates". No es totalmente negativo porque la llama de la vela (de la vida) sigue ardiendo. A diferencia de Irene, creo que la realidad no es un perogrullo, sino una construcción que hacemos precisamente a partir de lo que sentimos; coincido: cada uno de nosotros ve cosas distintas o aporta matices que enriquecen las connotaciones ambigüas del poema. Sí, Carol, es maravilloso...¿quién sos? Abrazos

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  8. Carol:
    No puedo evitar la percepción de todo lo que arde a la vez se consume

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  9. Bueno, ése es el tema con el verbo "arder", entendido como "quemarse" es como vos decís, sin embargo a mí (tal como está puesto ahí) me connota algo intenso pero duradero, vaya uno a saber por qué. O será por el hecho de traspolarlo a lo humano?
    Gracias, Marcelo, por el comentario y por la curiosidad (por eso posteo esta vez con blogger).
    Carol

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