miércoles, mayo 31, 2023

Derek Mahon / Dos poemas



Heráclito sobre los ríos 

Nadie se baña dos veces en el mismo río.
El mismo río nunca es el mismo
porque ésa es la naturaleza del agua.
Del mismo modo, tu metabolismo cambiante
significa que ya no eres tú.
Las células mueren, y la precisa
configuración de los cuerpos celestes
cuando ella te dijo que te amaba
no se repetirá en esta vida. 

Me dirás que has ejecutado
un monumento más duradero que el bronce;
pero incluso el bronce es perecedero.
Tu mejor poema, sabes a lo que me refiero,
el mismo lenguaje en el que el poema
fue escrito, y la idea del lenguaje,
todas estas cosas pasarán con el tiempo.


El bar de la terminal 

(para Philip Haas) 

El televisor colgado
en su jaula de alambre metálico,
protegido de las botellas
arrojadas por la rabia casual,
es fetiche e icono
proporcionándonos todo lo que queremos
de magia y redención,
rutina y sentimiento.
Las guirnaldas de hace años cuelgan
donde tiembla un caso perdido
abandonado; los cadáveres de las moscas están pegados
al mugriento papel matamoscas.
Una nube de nieve de Manhattan
sobre aguas estrelladas,
estelas de vapor cálido
de ventiladores de metro...
Bienvenido al planeta,
a sus cervezas fluorescentes
que alteran el silencio
desolado de las esferas.
Golpea la puerta y sacude
la nieve de tu zapato,
admite que la vasta oscuridad
por fin te derrotó.
Nadie encontró el Grial
o conquistó el espacio exterior;
únete a la clientela
que se ve aumentar a sí misma.

Derek Mahon (Belfast, Irlanda del Norte, 1941 - Kinsale, República de Irlanda, 2020), Collected Poems, Gallery Press, 2009
Traducción de Jorge Fondebrider


Foto: Derek Mahon, Kinsale, 2010 John Minihan/The Irish Times


Heraclitus on Rivers 

Nobody steps into the same river twice.
The same river is never the same
Because that is the nature of water.
Similarly your changing metabolism
Means that you are no longer you.
The cells die, and the precise
Configuration of the heavenly bodies
When she told you she loved you
Will not come again in this lifetime. 

You will tell me that you have executed
A monument more lasting than bronze;
But even bronze is perishable.
Your best poem, you know the one I mean,
The very language in which the poem
Was written, and the idea of language,
All these things will pass away in time.


The Terminal Bar 

(for Philip Haas) 

The television set hung
in its wire-net cage,
protected from the flung
bottles of casual rage,
is fetish and icon
providing all we want
of magic and redemption,
routine and sentiment.
The year-old tinsels hang
where an unclaimed no-hoper
trembles; fly-corpses cling
to the grimy flypaper.
Manhattan snows swarm
on star-boxed waters,
steam trails from warm
subway ventilators . . .
Welcome to the planet,
its fluorescent beers
buzzing in the desolate
silence of the spheres.
Slam the door and knock
the snow from your shoe,
admit that the vast dark
at last defeated you.
Nobody found the Grail
or conquered outer space;
join the clientele
watching itself increase.

martes, mayo 30, 2023

Antonio Gala / Enemigo íntimo



Hay tardes en que todo
Huele a enebro quemado
Y a tierra prometida.
Tardes en que está cerca el mar y se oye
La voz que dice: “Ven”.
Pero algo nos retiene todavía
Junto a los otros: el amor, el verbo
Transitivo, con su pequeña garra
De lobezno o su esperanza apenas.
No ha llegado el momento. La partida
No puede improvisarse, porque sólo
Al final de una savia prolongada,
De una pausada sangre,
Brota la espiga desde
La simiente enterrada.
 
En esas largas
Tardes en que se toca casi el mar
Y su música, un poco
Más y nos bastaría
Cerrar los ojos para morir. Viene
De abajo la llamada, del lugar
Donde se desmorona la apariencia
Del fruto y sólo queda su dulzor.
Pero hemos de aguardar
Un tiempo aún: más labios, más caricias,
El amor otra vez, la misma, porque
La vida y el amor transcurren juntos
O son quizá una sola
Enfermedad mortal.
 
Hay tardes de domingo en que se sabe
Que algo está consumándose entre el cálido
Alborozo del mundo,
Y en las que recostar sobre la hierba
La cabeza no es más que un tibio ensayo
De la muerte. Y está
Bien todo entonces, y se ordena todo,
Y una firme alegría nos inunda
De abril seguro. Vuelven
Las estrellas el rostro hacia nosotros
Para la despedida.
Dispone un hueco exacto
La tierra. Se percibe
El pulso azul del mar. “Esto era aquello”.
Con esmero el olvido ha principiado
Su menuda tarea...
 
Y de repente
Busca una boca nuestra boca, y unas
Manos oprimen nuestras manos y hay
Una amorosa voz
Que nos dice: “Despierta.
Estoy yo aquí. Levántate”. Y vivimos.

Antonio Gala (Brazatortas, España, 1930 - Córdoba, España, 2023), Poemas de amor, Planeta, Barcelona, 1998


lunes, mayo 29, 2023

Carl Sandburg / Hijo de los romanos




El italiano de la pala se sienta junto a las vías 
a almorzar pan y mortadela.
Pasa un tren y los hombres y mujeres sentados a las mesas
decoradas con rosas rojas y narcisos amarillos
devoran bistecs con salsa,
fresas con crema, pastelitos y café.
El italiano de la pala termina el pan seco y la mortadela,
lo riega todo con un cucharón de agua que le da el aguatero 
y vuelve a la segunda parte de su jornada de diez horas
manteniendo el suelo de las vías para que rosas y narcisos
apenas tiemblen en los jarrones de cristal tallado
y permanezcan derechos sobre las mesas de los vagones restaurante.

Carl Sandburg (Galesburg, Illinois, Estados Unidos, 1878 - Flat Rock, Carolina del Norte, Estados Unidos, 1967), "Chicago Poems" (1916), Selected Poems of Carl Sandburg, Harcourt Brace, Nueva York, 1996
Versión de Jonio González




CHILD OF THE ROMANS

The dago shovelman sits by the railroad track
Eating a noon meal of bread and bologna.
A train whirls by, and men and women at tables
Alive with red roses and yellow jonquils,
Eat steaks running with brown gravy,
Strawberries and cream, eclaires and coffee.
The dago shovelman finishes the dry bread and bologna,
Washes it down with a dipper from the water-boy,
And goes back to the second half of a ten-hour day's work
Keeping the road-bed so the roses and jonquils
Shake hardly at all in the cut glass vases
Standing slender on the tables in the dining cars.

domingo, mayo 28, 2023

Arthur Rimbaud / Veladas


I

Es el reposo encendido, ni fiebre ni languidez, sobre el lecho o sobre el prado.

Es el amigo, ni ardiente ni débil. El amigo.
Es la amada, ni dolorosa ni dolorida. La amada.

El aire y el mundo no buscados. La vida.
- ¿Era, entonces, esto?
 - Y el sueño que refresca.

II

La iluminación vuelve a la viga maestra. Desde los dos extremos de la sala, decorados cualesquiera, elevaciones armónicas se juntan. El m u r o frente al que vela es una sucesión psicológica de copas, frisos, bandas atmosféricas y accidentes geológicos. — Sueño intenso y rápido de grupos sentimentales con seres de todos los caracteres entre todas las apariencias.

III

Las lámparas y los tapices de la vigilia hacen el ruido de las olas, por la noche, a lo largo del casco y alrededor de la proa. El mar de la vigilia, como los senos de Amelia. Las tapicerías, hasta media altura, sotos de encaje tinto en esmeralda, donde se lanzan las tórtolas de la vigilia. La placa del fogón negro, soles reales de las playas-, ¡ah! pozos de magia; sola visión de la aurora, esta vez.

Arthur Rimbaud (Charleville, Francia, 1854-Marsella, Francia, 1891), Las iluminaciones, Ediciones del Mediodía, Buenos Aires, 1968
Traducción de Cintio Vitier


Imagen: Dibujo de Frédéric-Auguste Cazals adjunto a una carta enviada en 1889 a Catulle Mendès. La sombra de Rimbaud dibuja el perfil de Paul Verlaine. Museo-Biblioteca Arthur Rimbaud de Charleville-Mézières. En la web Arthur Rimbaud, le Poète. Abajo: el dibujo entero.


Veillées

 I

     C'est le repos éclairé, ni fièvre ni langueur, sur le lit ou sur le pré.
     C'est l'ami ni ardent ni faible. L'ami.
     C'est l'aimée ni tourmentante ni tourmentée. L'aimée.
     L'air et le monde point cherchés. La vie.
     - Etait-ce donc ceci ?
     - Et le rêve fraîchit.

II

     L'éclairage revient à l'arbre de bâtisse. Des deux extrémités de la salle, décors quelconques, des élévations harmoniques se joignent. La muraille en face du veilleur est une succession psychologique de coupes de frises, de bandes atmosphériques et d'accidences géologiques. — Rêve intense et rapide de groupes sentimentaux avec des êtres de tous les caractères parmi toutes les apparences.

III

     Les lampes et les tapis de la veillée font le bruit des vagues, la nuit, le long de la coque et autour du steerage.
     La mer de la veillée, telle que les seins d'Amélie.
     Les tapisseries, jusqu'à mi-hauteur, des taillis de dentelle, teinte d'émeraude, où se jettent les tourterelles de la veillée.

..............

     La plaque du foyer noir, de réels soleils des grèves : ah ! puits des magies ; seule vue d'aurore, cette fois

Illuminations [1873-1875], Arthur Rimbaud, le Poète















sábado, mayo 27, 2023

Rolando Revagliatti / Desasosiegos vándalos




En sueños

Condeno a tipos y a tipas 
en los grumosos, enervantes sueños
pelados de escenografía, de ínfima trama

y entretengo pelafustanamente discurriendo
ensalzando, pontificando

y aturdo cuando me desquito quitándome
aullidos y multiformes destemplanzas
-desnudo lloro odiando-
y unos desasosiegos vándalos cercados
por el pudor.


Es lo que ahora

Lo que no es mi cabeza
lo que no es mi cabeza ni mi cuello
lo que no consta en mi rostro

es lo que ahora
les provoca a los aprendices
la avidez
inicua

de la carnicería.


Como los dedos

Como los dedos de las manos
se me están torciendo los recuerdos:
a ellos también los afecta alguna artrosis
desconcertante:
que me aparta
del concierto.


Llevar su merecido

Están dejando de estar todos en la mira
Candidatos: ando seleccionando a cuáles atacar

Desincrústenmelo
              quienes más lo merezcan
a mi odio.

[inéditos]

Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945)

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viernes, mayo 26, 2023

Jorge Fondebrider / La memoria puede ser un cementerio



Me pregunto qué ha sido de los barcos
y qué de las barcazas de Conflans-Saint Honorine,
pendientes del desguace,
de algún destino fijado en oficinas
que acaso las convierta en hierro viejo,
en parte de otra cosa o en recuerdo
de lo que fue el verano de hace unos treinta años.
Había sol, tus hijos que eran chicos,
las mesas con manteles, me dijiste.
Después todos volvimos y en la radio
sonaba Buxtehude. Bach,
anuncia el locutor,
con veinte años y en otoño,
viajó desde Arnstadt, en Turingia,
cuatrocientos kilómetros a pie
para llegar a Lübeck,
un puerto en el norte de Alemania,
el más occidental que hay en el Báltico,
para escuchar a su colega, al que admiraba.
Aquello fue en octubre de 1705,
el año en que Barcelona fue sitiada,
en que Isaac Newton fue nombrado caballero
y el gobernador portugués Veiga Cabral
quemó la fortaleza de Colonia,
que por un tiempo quedó en manos españolas.
¿Te acordás cuando cruzamos a Colonia?, preguntaste.
¿Te acordás de cuando fuiste polizón en el velero?
Recuerdo a los marinos de Bretaña,
también recuerdo a Armel, su hombro dislocado,
el médico que vino y era gordo.
Barcos, barcazas y veleros,
Buxtehude,
recuerdos pendientes del desguace.

[inédito]

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)


Foto: Jorge Fondebrider en algún lugar de Europa, 2023. Gentileza del autor

jueves, mayo 25, 2023

Anónimo / Del "Samyutta Nikaya"

He oído contar que una vez estaba el bendito cerca de Savatthi, en el bosque de Jeta, en el monasterio de Anathapindika y que se le apareció hacia el final de la noche cierta diosa, iluminaba su intenso resplandor todo el bosque de Jeta, y que se inclinó ante él, se puso a un lado y dijo:

      -Decidme, querido señor, ¿cómo cruzasteis la corriente?

      -Crucé la corriente sin esforzarme en avanzar y sin parar.

      -¿Pero cómo pudisteis mi querido señor cruzar la corriente sin esforzaros en avanzar y sin parar?

      -Si me esforzaba en avanzar, giraba en remolino. Si paraba, me hundía. Por eso crucé la corriente sin empujar hacia delante y sin parar.

      -He conocido al fin
      a un sabio
      liberado del todo
      que sin esforzarse en avanzar,
      sin parar
      dejó atrás
      los anhelos del mundo.

      Eso dijo la diosa. Y lo aprobó el maestro. Y ella lo vio y se dijo "el maestro me aprueba". Y se inclinó ante él y desapareció.

"Para cruzar la corriente", Samyutta Nikaya,  siglo I a.C,  Revista Saltana, sin fecha
Traducción de José Manuel Álvarez Flórez

Nota del traductor: 

Las Tipitaka, la colección más antigua de enseñanzas budistas, fueron fijadas por escrito por primera vez, según se deduce de una de las crónicas cingalesas, en la primera mitad del siglo I a. C., es decir, más de cuatrocientos años después de la muerte de Siddartha Gautama, el Buda. Constituyen el canon del budismo theravada (la "vía de los mayores"), la corriente del budismo que floreció en Ceilán y el sur de la India en el siglo III a. C., durante el imperio de Asoka, y que en la actualidad es mayoritaria en Ceilán, Birmania, Tailandia, Camboya y Laos.

Las Tipitaka fueron el fruto de una larga tradición de transmisión oral por parte de las comunidades monásticas, que continuó de manera ininterrumpida hasta los tiempos modernos, y no se escribieron en sánscrito, sino en pali, un dialecto indoario medio probablemente originario del Norte de la India, cercano a las variantes védica y sánscrita del grupo indoario antiguo, pese a que no desciende directamente de ninguna de las dos. El uso del pali como lengua sagrada del canon del budismo theravada -formado por las Tipitaka y sus comentarios, que constituyen el principal cuerpo textual conservado en esta lengua- se debe quizá a la promoción por parte del Buda y sus discípulos del uso de los prácritos, los dialectos vernáculos, en detrimento del sánscrito clásico, la lengua culta, a medida que la nueva doctrina se expandía. El pali sufrió a lo largo de la historia la influencia de las distintas lenguas nativas de los comentaristas monásticos, y desapareció como lengua literaria en el subcontinente indio en el siglo XIV y en el resto del sudeste asiático en el siglo XVIII, aunque su uso litúrgico todavía pervive. Nunca tuvo un sistema de escritura propio: los primeros textos en pali fueron transcritos mediante el alfabeto brahmi, el antecesor tanto de las escrituras de la India septentrional como de las dravídicas, y los monjes-escribas se sirvieron luego de los distintos sistemas de escritura de sus lugares de origen.

El nombre del canon significa "tres cestas" (ti, "tres"; pitaka, "cestas") y alude tal vez al lugar donde se guardaban los rollos de los manuscritos, hechos con largas hojas de palma cosidas. Las cestas o grupos de textos del canon se han dividido tradicionalmente según su contenido. La primera es la "cesta de la disciplina" (Vinaya Pitaka), que agrupa aquellos que establecen las reglas de la vida monástica. La segunda es la "cesta de los relatos" (Sutta Pitaka), que recoge los sermones, diálogos y palabras del Buda, así como de sus principales discípulos. La tercera es la "cesta de las doctrinas superiores" (Abhidhamma Pitaka), una recopilación de escritos metafísicos, éticos y psicológicos que desarrolla la cesta anterior y en la que se abordan, entre muchas otras, cuestiones relativas a la naturaleza de la mente y la materia. Cada una de las cestas tiene, a su vez, numerosas subdivisiones.

Las cinco suttas aquí seleccionadas forman parte de los Samyutta Nikaya, la segunda de las cinco partes en que se divide la Sutta Pitaka. Los Samyutta Nikaya -título que podría traducirse como los "relatos vinculados"- son una extensísima colección de casi tres mil textos breves que combinan prosa y verso, ordenados temáticamente. Pertenecen al grupo clasificado según los personajes que aparecen en ellas: las dos primeras tienen como protagonista al mismo Buda, que dialoga con una diosa, y las restantes a tres monjas que meditan en la soledad del bosque y rechazan las tentaciones de Mara, la personificación del mal. El texto original se presenta transcrito en alfabeto pali romanizado.

Imagen: Estatua del Buda (1.6 m. de alto), India, 475 d.C. Museo Sarnath. Wikimedia Commons

Eavan Boland / Dos poemas




Fuera de la historia
 
Son forasteras, siempre. Estas estrellas -
estos indicios de hierro de un enero irlandés,
cuya luz ocurrió
miles de años antes
de nuestro dolor; están, siempre han estado
fuera de la historia.
Mantienen su distancia. Debajo de ellas queda
un lugar donde descubriste
que eras humano, y
un paisaje en el que sabes que eres mortal.
Y un tiempo para elegir entre ellas.
He elegido:
Fuera del mito en la historia me muevo para ser
parte de ese calvario
que es la oscuridad
que sólo ahora me alcanza desde esos campos,
esos ríos, esos caminos cuajados como
firmamentos con los muertos.
Que lento mueren
mientras nos arrodillamos a su lado, susurrándoles al oído.
Y llegamos demasiado tarde. Siempre llegamos demasiado tarde.


La tierra perdida 

Tengo dos hijas.
Son todo lo que siempre quise de la tierra.
O casi todo.
También quería una parcela de terreno.
Una ciudad atrapada entre colinas. Un río urbano.
Una isla en su elemento.
A la que pudiera llamar mía. Mía propia.
Y lo digo en serio.
Ahora son grandes y están lejos.
y la memoria misma
se ha vuelto una emigrante,
vagando en un lugar
donde el amor se disfraza de paisaje.
Donde las colinas
son los colores de los ojos de un niño,
donde mis hijas son distancias, horizontes.
A la noche,
al borde del sueño,
puedo ver la orilla de la bahía de Dublín,
su extensión rocosa y su muelle de granito.
¿Es esto, digo
lo que debieron haber visto,
al retirarse en el barco del correo en el crepúsculo,
sombras cayendo
sobre todo lo que tuvieron que dejar?
¿Y que amarán para siempre?
Y luego
me imagino a mí misma
en la barandilla de ese barco
buscando la última imagen de una mano.

Eavan Boland (Dublin, 1944 - 2020), New Collected Poems, W. W. Norton & Company, Nueva York, 2009
Traducción de Jorge Fondebrider




Outside history 

These are outsiders, always. These stars -
these iron inklings of an Irish January,
whose light happened
thousands of years before
our pain did; they are, they have always been
outside history.
They keep their distance. Under them remains
a place where you found
you were human, and
a landscape in which you know you are mortal.
And a time to choose between them.
I have chosen:
out of myth in history I move to be
part of that ordeal
who darkness is
only now reaching me from those fields,
those rivers, those roads clotted as
firmaments with the dead.
How slowly they die
as we kneel beside them, whisper in their ear.
And we are too late. We are always too late.


The Lost Land 

I have two daughters.
They are all I ever wanted from the earth.
Or almost all.
I also wanted one piece of ground.
One city trapped by hills. One urban river.
An island in its element.
So I could say mine. My own.
And mean it.
Now they are grown up and far away
and memory itself
has become an emigrant,
wandering in a place
where love dissembles itself as landscape.
Where the hills
are the colours of a child’s eyes,
where my children are distances, horizons.
At night,
on the edge of sleep,
I can see the shore of Dublin Bay,
its rocky sweep and its granite pier.
Is this, I say
how they must have seen it,
backing out on the mailboat at twilight,
shadows falling
on everything they had to leave?
And would love forever?
And then
I imagine myself
at the landward rail of that boat
searching for the last sight of a hand.

miércoles, mayo 24, 2023

Carolina Doartero / De "Vuelo de abeja"




7 de la mañana
4 grados
en ayunas
en la pared 
del andén amarillo
el cuadro 
con hojas tropicales
 dice 
comuna 15 
pondré el brazo
me sacarán sangre
y saldré nuevamente
 al frío
detrás de las columnas 
que separan las vías
hombres y mujeres 
 caen
en sus móviles
entregada al temblor
 caigo 
en la cuenta
de los movimientos
que me faltan
para volver


*


El agua 
se desliza
corre por la mínima resistencia
 salta
rara vez se estanca
pero no puede con todo
hay cosas que se limpian
 a seco 
cepillo a contrapelo
sin solventes
 al viento
la fijeza
mancha
endurece la fibra
arruina la trama
el puro aire 
también mueve
 a saltar

Carolina Doartero (Laprida, Argentina, 1965)

Vuelo de abeja
,
prólogo de Augusto Munaro,
Halley Ediciones,
Buenos Aires, 2023








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martes, mayo 23, 2023

William Carlos Williams / Dos poemas



La jungla

No es el peso inmóvil
de los grandes árboles, la
espesura jadeante del bosque
intrincado de sarmientos,

gruesos como muñecas,
las moscas, reptiles,
los monos siempre asustados
chillando y corriendo
entre las ramas
      
                                    sino

una muchacha que espera
tímida, morena, ojos tiernos,
para guiarte:
             Al piso de arriba, señor.


La gran cifra

Entre la lluvia
y luces
vi la cifra 5
en oro
sobre una roja
autobomba
moviéndose 
tensa
indiferente
al resornar del gong
aullidos de sirena
y estrépito de ruedas
por la ciudad en tinieblas.

William Carlos Williams (Rutherford, Nueva Jersey, Estados Unidos, 1883-1963), Wallace Stevens, William Carlos Williams, Robert Lowell, Poemas, selección y versiones de Alberto Girri, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1982


Foto: William Carlos Williams, c.1955 Graphic House/Getty Images


The Jungle

It is not the still weight
of the trees, the
breathless interior of the wood,
tangled with wrist-thick

vines, the flies, reptiles,
the forever fearful monkeys
screaming and running
in the branches —

                  but
a girl waiting
shy, brown, soft-eyed —
to guide you
           Upstairs, sir.



The Great Figure

Among the rain
and lights
I saw the figure 5
in gold
on a red
firetruck
moving
tense
unheeded
to gong clangs
siren howls
and wheels rumbling
through the dark city.

lunes, mayo 22, 2023

Sebastian Matthews / Cuarteto de barbería, East Village Grille




Cuarteto de barbería*, East Village Grille 

En el ruido típico de la hora del almuerzo suben cuatro
voces impecables fundidas en una, flotando
entre un zumbido leve y una vibración, como el sonido
de un tren que retumba bajo el estruendo del tráfico.
Los hombres están encorvados sobre la mesa de un reservado,
son un círculo ígneo de pocillos y puños relajados, 
inclinados en torno de la cosa que súbitamente late convocada
desde el interior de este corazón de cuatro 
cámaras. Había traído a Avery en un antojo, pedí quesadillas, 
aros de cebolla y una leche para chicos con tres sorbetes.
Ya estamos en la mitad del almuerzo, servilletas extra
y toallitas para la capa de grasa que tenemos en la cara
y las manos, como el sudor de pleno verano. Y porque
estamos felices, sumidos en los pequeños placeres de padre 
e hijo, al principio las voces parecen venir desde adentro 
de nosotros. ¿Quién es ese chico que canta?, pregunta Avery, que no puede 
ver a estos hombres, sumidos en su actuación. Lo dejo 
seguir mirando, cautivado. Y cuando nadie presta 
atención, dejo el tenedor y tomo la mano de mi hijo
y juntos nos sumergimos en la canción. O tal vez la canción
se vierte en nosotros, y somos nosotros los que rebosan con ella.

 * Los cuartetos de barbería eran coros de cuatro voces a capella que actuaban en barberías de Estados Unidos -lugares de encuentro social masculino- durante el siglo XIX y comienzos del XX, para entretener a clientes y vecinos. Más tarde se extendieron a otros lugares de actuación, como restaurantes, conservando el nombre. (N. del T.)

Sebastian Matthews (Estados Unidos, 1965; vive en North Carolina), We Generous, Red Hen Press, 2007
Versión de Roberto Guareschi



 
Barbershop Quartet, East Village Grille 

Inside the standard lunch hour din they rise, four 
seamless voices fused into one, floating somewhere 
between a low hum and a vibration, like the sound 
of a train rumbling beneath noisy traffic. 
The men are hunched around a booth table, 
a fire circle of coffee cups and loose fists, leaning in 
around the thing they are summoning forth 
from inside this suddenly beating four-chambered 
heart. I've taken Avery out on a whim, ordered quesadillas 
and onion rings, a kiddy milk with three straws. 
We're already deep in the meal, extra napkins 
and wipes for the grease coating our faces 
and hands like mid-summer sweat. And because 
we're happy, lost in the small pleasures of father 
and son, at first their voices seem to come from inside 
us. Who's that boy singing? Avery asks, unable 
to see these men wrapped in their act. I let him 
keep looking, rapt. And when no one is paying 
attention, I put down my fork and take my boy's hand, 
and together we dive into the song. Or maybe it pours 
into us, and we're the ones brimming with it. 

domingo, mayo 21, 2023

Ioana Catsigyanis / Bengalas




DOMINGO DE SOL
El cielo es celeste de punta a punta,
oscurecido de golpe
por una bandada de gorriones que levanta
vuelo, mientras que en el aire se respira
la primavera, aún fría, mezclada con el humo
del carbón recién encendido en los patios.
En el terreno de atrás de la estación
la feria de los domingos está terminando.
Los vendedores desarman los puestos y apilan
cajones con verdura marchita. Algunas frutas
quedan desperdigadas en el piso, entre charcos,
sin despertar más interés que el del hocico
de un perro vagabundo. Justo en frente
del terreno, en el jardín de una casona
algo despintada, yace, florecido, el cerezo
de la cuadra. A sus pies, un grupo de chicos
de la asociación japonesa se prepara
para almorzar, inmersos en una nube rosada.
Bajo el cerezo y como quiere la tradición, allá lejos.

Por la tarde, en el salón de la casona colonial,
una feria japonesa
recibe a los visitantes, entre puestos de plantas,
kimonos, vajilla de porcelana, lápices de colores,
termos de té y dulces de arroz y rosa. El viento
recorre el salón y hace tintinear los cascabeles
de los móviles que adornan los stands. Las grullas
de papel plegado se balancean, como si levantaran
vuelo. Chicos y grandes esperan la ceremonia
de la noche. El día se clausura con una ofrenda
de fuegos artificiales, con la promesa
de que guíen el alma de los ancestros. Entre
la multitud, me estiraré como el único
abeto del barrio, para acompañar
las bengalas, los estallidos que se desvanecen,
las esquirlas que se hunden en el cielo.

Ioana Catsigyanis (Buenos Aires, 1976), "Al costado de la ruta. Inéditos", Op. Cit., Buenos Aires, mayo 2023


Foto: Ioana Catsigyanis/Facebook Versión ByN

sábado, mayo 20, 2023

Dino Campana / De "Cantos órficos", 6




Imágenes del viaje y la montaña

. . . . . . después de que en la sorda lucha nocturna
La segunda alma más poderosa consiguió romper 
                                                  [nuestras cadenas
Nos despertamos llorando y era el azul de la mañana:
Como sombras de héroes velejábamos:
Del alba sin sombras en los puros silencios
Del alba
En los puros pensamientos
Sin sombras
Del alba sin sombras:
Llorando: jurando nuestra fe al azul
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Parece que la mujer pálida está sentada aún joven
Sobre la última cuesta cerca de la casa antigua:
Delante de ella los valles se desanudan inciertos 
Hacia las soledades altas de los horizontes:
La gentil canosa escucha cantar al cuco.
Y el simple corazón experimentado por los años
A las melodías de la tierra
Escucha quieto: las notas
Llegan, continuas ambiguas como en un velo de seda.
De selvas oscuras el arroyo
Surge y en tórpidos remolinos el claustro de rocas
Lame y envuelve aéreo celeste…
Y más lento el cuco cuela dos notas veladas 
En el silencio azulado
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
El aire se ríe: la trompeta en el valle y los montes
Suena: la masa de los corredores
Se deshace: tiene vivo ímpetu: nuestros corazones
Palpitan: y gritan y atraviesan los puentes.
Y de las alturas a los infinitos albores
Atentos, bajan trepidantes por los montes,
Trémulos y vagos en las vivas fuentes,
Los ecos de nuestros dos sumisos corazones… 
Han atravesado en largo desfile:
En el aire no sé cuál canto de Bacco.
Suben: y detrás de ellos el monte se estremece:
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Y se distingue su verde canto.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Andar, de las aguas a los remolinos, por la pendiente 
Valle, en el sordo murmurar rozado:
Seguir un ala cansada por la pendiente 
Valle que golpea y vuelve: desolado
Andar por valles, hasta que en azulosa 
Serenidad, de las ásperas rocas salió
Un Burgo gris y varios elevarse
Al alterno pensamiento que aparece y desaparece,
Sobre el árido sueño, ¡sereno!
O como si el arroyo que cae
Y descansa en el azul igual,
Si aquel a tus murallas se curva 
El alma a la nada en su andar fatal,
Si a tus murallas en paz cristalina 
Tender pudiera, en una paz igual,
Y el recuerdo reflejarse de una divina
Serenidad perdida ¡o tu inmortal
¡Alma! ¡o Tú!
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
La cosecha, pactada por el misterioso coro
Del viento, en largas vías olas tranquilas
Muda y gloriosa para mis pupilas
Disuelve el vientre de las luces de oro.
¡Oh Esperanza! ¡Oh Esperanza! a miles a miles
¡Resplandecen en el verano los frutos! un coro
Que es un encanto, es su murmullo, canoro
¡Que vive por miríadas de pavesas!...
---
He aquí la noche: y hela aquí para velarme 
Y luces y luces: y yo lejano y solo:
Quieta está la cosecha, hacia el infinito
(Quieto está el espíritu) van mudos carmes
En la noche: en la noche: quiero decir: Solo
Sombra que vuelve, que había muerto…

Dino Campana (Marradi, Italia, 1885 - Scandicci, Italia, 1932), Dino Campana Suramericano. Cantos órficos, Abisinia, Buenos Aires, 2022
Traducción de Antonio Nazzaro 















Foto: El joven Dino Campana Abisinia/Università di Macerata


IMMAGINI DEL VIAGGIO E DELLA MONTAGNA

. . . . . . poi che nella sorda lotta notturna
La più potente anima seconda ebbe frante le
                                               [nostre catene
Noi ci svegliammo piangendo ed era l’azzurro mattino:
Come ombre d’eroi veleggiavano:
De l’alba non ombre nei puri silenzii
De l’alba
Nei puri pensieri
Non ombre
De l’alba non ombre:
Piangendo: giurando noi fede all’azzurro
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pare la donna che siede pallida giovine ancora
Sopra dell’erta ultima presso la casa antica:
Avanti a lei incerte si snodano le valli
Verso le solitudini alte de gli orizzonti:
La gentile canuta il cuculo sente a cantare.
E il semplice cuore provato negli anni
A le melodie della terra
Ascolta quieto: le note
Giungon, continue ambigue come in un velo di seta.
Da selve oscure il torrente
Sorte ed in torpidi gorghi la chiostra di rocce
Lambe ed involge aereo cilestrino...
E il cuculo cola più lento due note velate
Nel silenzio azzurrino
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
L’aria ride: la tromba a valle i monti
Squilla: la massa degli scorridori
Si scioglie: ha vivi lanci: i nostri cuori
Balzano: e grida ed oltrevarca i ponti.
E dalle altezze agli infiniti albori
Vigili, calan trepidi pei monti,
Tremuli e vaghi nelle vive fonti,
Gli echi dei nostri due sommessi cuori...
Hanno varcato in lunga teoria:
Nell’aria non so qual bacchico canto.
Salgono: e dietro a loro il monte introna:
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
E si distingue il loro verde canto.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Andar, de l’acque ai gorghi, per la china
Valle, nel sordo mormorar sfiorato:
Seguire un’ala stanca per la china
Valle che batte e volge: desolato
Andar per valli, in fin che in azzurrina
Serenità, dall’aspre rocce dato
Un Borgo in grigio e vario torreggiare
All’alterno pensier pare e dispare,
Sovra l’arido sogno, serenato!
O se come il torrente che rovina
E si riposa nell’azzurro eguale,
Se tale a le tue mura la proclina
Anima al nulla nel suo andar fatale,
Se alle tue mura in pace cristallina
Tender potessi, in una pace uguale,
E il ricordo specchiar di una divina
Serenità perduta o tu immortale
Anima! o Tu!
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
La messe, intesa al misterioso coro
Del vento, in vie di lunghe onde tranquille
Muta e gloriosa per le mie pupille
Discioglie il grembo delle luci d’oro.
O Speranza! O Speranza! a mille a mille
Splendono nell’estate i frutti! un coro
Ch’è incantato, è al suo murmure, canoro
Che vive per miriadi di faville!...
---
Ecco la notte: ed ecco vigilarmi
E luci e luci: ed io lontano e solo:
Quieta è la messe, verso l’infinito
(Quieto è lo spirto) vanno muti carmi
A la notte: a la notte: intendo: Solo
Ombra che torna, ch’era dipartito...

viernes, mayo 19, 2023

Thomas Lux / Ladrillos que se hunden en el agua profunda




¿A qué profundidad desaparece su opaco color anaranjado?
Remé hasta donde sé que el agua es profunda,
y en mi bote: un cargamento
de ladrillos, cincuenta apilados
en la popa, así de simple.
En el fondo de este embalse
había un pueblo. Dos pueblos, en realidad.
A su gente se le pagó una suma justa
para que se fuera, pero sin hacer preguntas: tenían que trasladarse.
Echo el ancla cuarenta pies por encima
de lo que una vez fue un prado.
Primero agarro un ladrillo de babor
y lo sujeto por la esquina superior derecha
y meto su esquina inferior izquierda en el agua
antes de dejar que resbale entre mis dedos.
El siguiente lo agarro de estribor,
pero ha caído de babor, y así sucesivamente.
La mano izquierda es la que hace el trabajo.
Es visto y no visto. Se hunden hasta detenerse
en lo que ahora es una tierra anegada y sin hierba.
¿Por qué quiero dejar unas cuantas
piedras triangulares artificiales
en el fondo de este cuerpo de agua sin huesos?
(el cementerio fue trasladado).
¿Quién no ha amado, en la oscuridad,
el borroso, fuerte, anaranjado resplandor
de los ladrillos?

Thomas Lux (Northampton, Estados Unidos, 1946-Atlanta, Estados Unidos, 2017), Selected Poems, Bloodaxe Books, Hexham, 2014
Versión de Jonio González


Foto: Thomas Lux durante la 17° caminata anual de poesía de Poets House a través del puente de Brooklyn, 11 de junio de 2012 Ilya S. Savenok/Getty Images/Poetry Foundation


BRICKS SINKING IN DEEP WATER

At what depth does their dull orange disappear?
I rowed out to where I know the water’s deep,
and in my rowboat: a cargo
of bricks, fifty balanced
across the stern, just so.
At the bottom of this reservoir
was a town. Two towns, in truth.
Its people were paid an honest price
to leave, but no question: they had to move.
I anchor my boat forty feet above
what was once a pasture.
I take a brick from port first
and hold it by its upper right corner
and dip its lower left corner into the water
before I let it slip my fingers.
The next one I take from starboard,
but drop from port, and so forth and on.
It’s the sinestra hand that does the work.
I never counted two seconds before one was gone
from touch, and sound, and sight. They sink until they stop
on now drowned and grassless land.
Why do I want to leave a small scattering
of man-made triangular stones
at the bottom of this no-bones
(the cemetery relocated)
body of water?  In darkness, who does not love
the faint, hard, orange glow

jueves, mayo 18, 2023

Li Po / Despidiéndose de un amigo



Azulados montes tras la muralla norte,
albas aguas corren al este de la ciudad.
Aquí es donde debemos separarnos,
hierbas solitarias se esparcen por doquiera.
Nubes flotantes, pensamientos del viajero,
sol poniente, sentimientos del amigo.
Agitamos las manos cuando nos despedimos,
y relinchan nuestros caballos mientras nos separamos.

Li Po (probablemente Sui-ye, hoy Kirguistán, 701 - Dangtu, actual Anhui, China, 762), "Li Po: cinco poemas", El Jabalí n° 19, Buenos Aires, 2009
Traducción de Fernán Alayza y Ricardo Silva-Santiesteban


Ilustración: Atribuida a Shangguan Zhou c.1743 (detalle) Pictures from History/Getty Images

Nota del Administrador: La grafía con que se conoce tradicionalmente en los países occidentales al "mayor poeta chino" es Li Po. Revisada hace unos años, se concluyó que era una transliteración (al inglés) que respondía a una pronunciación arcana, que Wikipedia sin más, con su habitual pedantería, calificó de "obsoleta". De manera que la grafía Li Po se alterna actualmente con la de Li Bai. El poeta Ezra Pound se refiere a él como Rihaku, incorporando al inglés la pronunciación en japonés. Este blog optó por la antigua transliteración del sistema Wade-Giles, Li Po.

miércoles, mayo 17, 2023

Percy Bysshe Shelley / Canción del irlandés




SE PUEDEN DISOLVER todos los astros
y la fuente de luz puede hundirse en la noche,
caerán nuestras casas, se borrará la tierra,
¡mas tu coraje, Irlanda, jamás decaerá!

¡Mira! La destrucción se cierne en todo,
y las moradas de nuestros ancestros
se han hundido ya, el enemigo
se pasea triunfante en nuestra tierra,
y nuestros fuertes héroes yacen en las llanuras.

¡Ay, qué muerta está el arpa que nos daba placer,
se ha hundido la medida de nuestro dulce reino,
pero clama la guerra, y hay ruïdo de lanzas,
y el grito aterrador de Sloghan aún resuena
aquí en nuestros oídos.

¡Ay! ¿Dónde están los héroes? Triunfantes en la muerte,
convulsos se reclinan sobre brezos sangrientos,
los jinetes fantasmas que el viento va arrastrando
y que avanzan gritando: ¡Venganza, compatriotas!

[1809]

P. B. Shelley (Warnham, Reino Unido, 1792 - Lerici, Italia, 1822), Donde están los eternos. Poesía selecta, Reino de Cordelia, Madrid, 2021
Traducción de José Luis Reyes



The Irishman’s Song

THE STARS may dissolve, and the fountain of light
May sink into ne’er ending chaos and night,
Our mansions must fall, and earth vanish away,
But thy courage O Erin! may never decay.

See! the wide wasting ruin extends all around,
Our ancestors’ dwellings lie sunk on the ground,
Our foes ride in triumph throughout our domains,
And our mightiest heroes lie stretched on the plains.

Ah! dead is the harp which was wont to give pleasure,
Ah! sunk is our sweet country’s rapturous measure,
But the war note is waked, and the clangor of spears,
The dread yell of Sloghan yet sounds in our ears.

Ah! where are the heroes! triumphant in death,
Convulsed they recline on the blood sprinkled heath,
Or the yelling ghosts ride on the blast that sweeps by,
And ‘my countrymen! vengeance!’ incessantly cry.

---
Imagen: Retrato de P. B. Shelley por Alfred Clint, c.1829, basado en el trabajo de Amelia Curran en 1819 National Portrait Gallery, Londres

martes, mayo 16, 2023

Marcelo Villena Alvarado / De "El arte de los pedales"



A

Beatrice tutta ne l'etterne rote
fissa con le occhi stava; e io in lei
le luci fissi, di là sù rimote.
                    (Paradiso, I, 64-66)


Uno

En la mitad del camino    sudaré
           i no tú
aduciré tino
            i no tú

Haré de mis manos tus dos frenos    tu mandril    tu pedal
Diré poco
         cumpliré

Dirás de uránicos barrancos
                   cumbres i atisbos   nubes    silos
                   ruedas i llanos

Fungiré cual perito
pondrás tú el asiento
                    i los manubrios al suelo
                    en curva

                    fin

                            (Donde Ruth va    me vi)

[...]


Marcelo Villena Alvarado (La Paz, 1965), El arte de los pedales, Editorial Prisa, La Paz, 2022


Foto: Instituto de Estudios Bolivianos