Mujeres perdidas
Tienen razón en tratarlas así.
Y es mejor que compadecerlas
con el corazón y después gozarlas en la cama.
“Es una necesidad más fuerte que la vida entera”,
digan, más bien, “y estamos condenados a ese paso;
pero si mi chica hiciese ese trabajo,
me ahogaría de rabia o sabría vengarme”.
Siempre compadecerse fue tiempo perdido,
la existencia es tremenda y no cambia,
mejor apretar los dientes y callar.
Un atardecer
viajaba en un tren en el que iba una chica,
sobria en el vestir, pintada, la cara muy seria.
Afuera, las luces un poco pálidas y el verde un poco gris
borraban el mundo. Estábamos solos
en el vagón de tercera la mujer y el muchacho.
No sabía en ese tiempo empezar un discurso
y lloraba al pensar en las mujeres. Así que
hice todo el viaje mirando nervioso y la desconocida
me miró una que otra vez y fumaba. No dije,
no pensé nada, es cierto, pero llevo en la sangre
aquella mirada directa, aquella sonrisa de un instante
de quien ha trabajado bien y ha tomado la vida
como se debe, en silencio.
Un amigo, de aquellos
que tienen en la mente palabras, querría salvar
a una mujer, enjugarle las lágrimas y alegrarla.
“No, es una necesidad más fuerte que la vida entera.
Y nosotros somos condenados cuya única fuerza
es un alma dura que no sirve de nada”.
Podrán salvar a miles de mujeres,
pero las muchas que vi fumar y mirar
con cara desdeñosa o sonreír cansadas
-mis buenas compañeras- estarán siempre vivas
para sufrir en silencio y pagar por todos.
Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908-Turín, Italia, 1950)
Versión de Jorge Aulicino
Barnacle,
Buenos Aires, 2023
* Reúne los poemas inéditos que Italo Calvino compiló y publicó doce años después de la muerte de Pavese. La mayor parte de ellos están dentro del clima, el paisaje y los motivos de Trabajar cansa, y comparten métrica y fraseo con los poemas publicados. Calvino los intercaló en esa obra, primer y único libro de poesía que Pavese publicó en vida en 1936 y 1943, la segunda vez con poemas que habían sido censurados en la primera edición (N. del Ad.).
Otra Iglesia Es Imposible - Barnacle - Fondazione Cesare Pavese - Ediciones del Dock - Op. Cit. - De Sibilas y Pitias - Eterna Cadencia - Indie Hoy - El Poeta Ocasional
Foto: Fondazione Cesare Pavese
Donne perdute
Hanno proprio ragione a trattarle così.
E certo è meglio che compassionarle
col cuore e poi godersele nel letto.
“E un bisogno più forte di tutta la vita”
di’ piuttosto “e siam tutti dannati a quel passo;
ma se mai la ragazza mi facesse il mestiere,
soffocherei di rabbia o saprei vendicarmi”.
Sempre compassionare fu tempo perduto,
l’esistenza è tremenda e non muta per questo,
meglio stringere i denti e tacere.
Una sera
ho viaggiato su un treno che c’era una donna,
vesti sobrie, dipinta, serissima in faccia.
Fuori i lumi un po’ pallidi e il verde un po’ grigio
cancellavano il mondo. Eravamo isolati
nel vagone -una terza- la donna ed io giovane.
Non sapevo a quei tempi attaccare discorso
e piangevo pensando alle donne. Cosi
feci il viaggio osservando nervoso e quell’altra
mi guardò qualche volta e fumava. Non dissi,
non pensai certo nulla, ma ancora ho nel sangue
quello sguardo diretto, quel riso di un attimo
di chi ha ben lavorato ed ha preso la vita
come occorre, in silenzio.
Un amico, di quelli
che hanno in mente parole, vorrebbe salvare
una donna e asciugarle le lacrime e darle le gioie.
“No, è un bisogno più forte di tutta la vita.
E noi, siamo dannati che han l’unica forza
in un’anima dura, che non serve a nulla”.
Le potete salvare a migliaia le donne
ma le tante che ho visto fumare e guardare
colla faccia sdegnosa o sorridere stanche
-le mie buone compagne- saran sempre vive
a soffrire in silenzio e pagare per tutti.
Qué bueno!👏👏 Ya lo conseguiré en Córdoba
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